24. Deseando tus curvas.

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T A E

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T A E

Siempre había odiado la idea de deberle un favor o algo a alguien, supongo que después de todo en algo nos parecíamos. Desgraciadamente cuando comencé a crecer rodeandome de lujos solo por aportar el apellido Carter, no todo fue tan bueno como las personas creen.

No me consideraba una persona hipocrita porque jamás iba a negar que dentro de todo sí que fui feliz teniendo todo lo que quería, de hecho me consideraba una persona privilegiada y lo agradecía en mi privacidad cada vez que tenía la oportunidad. Especialmente cuando era un adolescente fue cuando más disfruté el dinero, sobre todo con personas que en aquel tiempo consideraba como familia y amigos. Era una persona tan inocente y caritativa que no me negaba a absolutamente nada, pero la vida astuta ante mi comportamiento me regalo la más sabia lección de vida.

Abrí la puerta equivocada en el momento correcto y me descubrí sacándome la venda de los ojos que me impedía conocer a las personas que tenía al frente. Fue una patada a la realidad peligrosa y dolorosa, donde comprendí que siendo como era no iba a llegar a ningún lado.

Me canse tanto de que me hayan visto la cara adornada de billetes, me harte de que usaran su "buena honestidad" solo para que les debiera algo usándolo en mi contra, que llegue exhausto al colapso de mis sentimientos nobles. Me enferme, me enoje tanto que decidí convertirme en lo que eran ellos: un lobo vestido de cordero.

Deberle algo a alguien ahora significaba estar engañándome a mí mismo, no siendo honesto, se sentía como si hubiera pactado mi alma al diablo porque si no había conocido a mi familia en todo lo que llevaba de vida, ¿quién me garantizaba que un desconocido no quisiera sobrepasarse de mis buenas intenciones?

Lacie no era como mi familia y yo lo sabía, era consciente y no lo iba a negar. Pero todos tenemos necesidades, ¿y si por haberme salvado la vida se le ocurría aprovecharse de la situación? ¿Qué tendría que hacer? Después de todo, yo no se lo había pedido.

Suspiró apoyando la cabeza en el respaldo del asiento cuando estaciono en la esquina del hotel para que los demás no me vieran y subiéndole el volumen a la música me relajo. La noche estaba siendo espantosa, pero por lo menos había podido llegar a un acuerdo con las hermanas Fayolle.

La fiesta de inauguración todavía no terminaba y apostaría que mis hermanos me estarían buscando porque en este momento tendría que estar dando mi discurso, ¿pero qué mejor momento para darse un respiro y mandar todo a la mierda?

Odiaba todo esto, cuando recordaba todo odiaba hasta el camino en el que estaba yendo mi vida, pero reiteraba: ¿qué podía hacer? Mi vida ya estaba hecha y solo me tocaba gozarla.

Elevo la mirada cuando escucho el sonido de unos tacones acercándose y sin despegar mi cabeza del asiento observo como Lacie ingresa al coche con prisa. Suspira después de observar a todas partes para ver si nadie la había visto y cuando gira a verme entiendo su indirecta.

Deseando tus curvas. [Trilogía:#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora