Prepotente, decidida, fuerte, vengativa, competitiva, con humor ácido, sarcástica en ocasiones serias y con unas curvas de armas. Lacie es el prototipo de una mujer perfecta, lástima que trabajar de Escort no ayuda como beneficio a todo aquello.
Y e...
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Dos años después...
—¡Lacie! —Escucho que grita a la lejanía la voz de Estrella. Sin prestarle mucha atención ruedo sobre la cama buscando una mejor posición y abrazó con fuerza la almohada que está debajo de mi cabeza—. ¡Siempre lo mismo contigo, despiertate!
Esta vez no solo se escucha más cerca la voz de Estrella gritándome, ahora el golpe de algo sobre mi cuerpo me hace despabilarme por completo. Me siento en la cama buscándola con la mirada y la encuentro sobre el marco con uno de sus tenis apuntandome.
—No te atreverías...
—Pruébame —respondió, esbozando una sonrisa diabólica. Frunzo mi entrecejo adormilada y cuando quiero replicar su comportamiento termino bostezando y ganándome un nuevo golpe de sus tenis, esta vez en el brazo derecho.
—¡Ven aquí, engendro del demonio! —chillo sacándome las sábanas de encima.
Estrella comienza a gritar cuando ve que me pongo de pie y después de un leve mareo consigo estabilizarme y comenzar a correrla por todo el departamento en busca de venganza. No era la primera vez que me despertaba así y sospechaba que estos últimos meses se le había hecho costumbre debido a que solía dormirme por la mañana y no conseguía llegar a tiempo al colegio.
Habíamos tenido una conversación con respecto a eso y aunque no era justificable, la empresa nos estaba yendo muy bien y este último tiempo nos había tenido sometida a Bera y a mí a trabajos extremos. Luego de mi inaguración, un año después exactamente, habíamos tenido nuestra primera campaña de modelaje y habíamos estado tan estresada creando nuevos modelos que la rutina diaria se había disparado.
Estrella me había propuesto pagarle el transporte privado que la llevaba al colegio y así podía llegar a tiempo siempre, pero me había negado porque no siempre nos veíamos mucho tiempo y no quería cortar los únicos momentos que teníamos juntas.
—¡Prometo que fue por una buena causa! —grita nuevamente, colocándose detrás del sofá.
—¿Qué es una buena causa para ti? quiero una buena justificación Estrellita...—Al oírme puso sus ojos en blanco ya que odiaba aquel sobrenombre. Mi pequeña Estrella ya no era tan pequeña aún cuando solo tenía siete años.
—¡Jarvis me ha enviado un mensaje, ya llegó Mae!
Cuando el nombre de Mae sale de sus labios mi cuerpo se relaja y deja de estar a la defensiva, Estrella lo nota porque suelta un suspiro como si el nombre de nuestra pequeña sobrina fuera su salvación y lo era.
Mae, la pequeña Mae. Había estado pendiente de todo el proceso de embarazo de Amelie porque, como había prometido, ella se encargó de que así fuera. Los primeros meses habían sido a través de imágenes que nos enviamos por postales ya que fue recomendado no entablar mucha comunicación, luego cuando la situación fue suavizandose pude seguir el proceso por videos hasta que Amelie junto a Jarvis decidieron arriesgarse y comenzar a visitarnos.