36. Primera advertencia.

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T A E

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T A E

—Les envié el contrato esta mañana, solo nos toca esperar a que respondan. —Doblo la chaqueta de mi traje y la dejó en el respaldo de mi asiento.

—¿No sabes más o menos cuánto tardarán en responder? —pregunta ansioso desde el otro lado, aún recuerdo que la paciencia no es algo de lo que goce tener.

—Una semana, no lo sé. —Me inclino hacia adelante sosteniéndome del respaldo de la silla—. No es una empresa chica, deduzco que tienen sus cosas también.

—Bien, entonces llámame cuando te responda —pide, quedándose unos segundos en silencio con la mirada detrás de la pantalla sin ningún punto en concreto. Suelto un suspiro cansino y al separarme de la silla lo veo sonreír—. Ha llegado tu talón de Aquiles, hablamos en otro momento.

No espera a que responda y cuelga la llamada de inmediato. Me saco los auriculares después de desconectarlos del móvil y los dejó en el escritorio sentándome en la silla para poder acomodar un poco el desastre que era mi escritorio repleto de papeles y planos que me llegaron por la mañana.

Aunque la idea de llamar a un arquitecto para que verifique los planos de un restaurante nuevo que íbamos a poner fuera de la ciudad había sido una tentación, el tiempo en el que estaba ajustado no me lo había permitido y había tenido que derivar el trabajo a una persona que Hank había recomendado y que, en lo personal, no me gustaba como hacía su trabajo.

En ese sentido Amelie y yo solíamos ser bastantes quisquillosos, ella con la decoración y yo con la estructura del lugar. Un trabajo bien hecho tenía que tener todas mis indicaciones, sino no podía vivir tranquilo, pero como esta vez iba muy corto de tiempo había tenido que dejarlo en manos de Hank y aunque los planos no eran de mi agrado tampoco podía hacer mucho cuando teníamos el tiempo en contra.

Observó nuevamente los planos encima de mi escritorio e intentó por enésima vez encontrar la razón que no me deja aprobarlo. Tampoco era un desastre, la idea principal estaba muy bien planteada, pero luego había detalles que no sabía con exactitud si eran sugerencias suyas que nadie le pidió o Hank por primera vez había decidido opinar sobre la estructura del lugar.

—He podido contactarme con los inversionistas de Dubái —la voz de Amelie me hace levantar la mirada. Me recuesto en la silla y los observó a ambos acercarse hasta los asientos que tengo al frente de mí—. Tú propuesta ha ganado con el noventa y nueve por cierto. Oficialmente se presentará a fin de año.

—¿Cómo haces para siempre ganarle a los demás? —Hank apoya su codo en el reposabrazos, llevándose dos dedos a la frente.

—Inteligencia, estrategias y confianza. —Finjo una sonrisa antes de ver a Amelie—. ¿Qué ha dicho Taylor?

—Como toda persona que compite tiene su pequeño rencor, pero en la junta virtual se lo vio amigable, casi feliz de que hayas ganado. —Se encoge de hombros.

Deseando tus curvas. [Trilogía:#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora