6. ¿Cómo es tu nombre?

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T A E

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T A E

—Cariño, ¿podrías esperarme en la barra, por favor? —le habla, el hasta ahora desconocido, a la chica rubia que viene de acompañante.

Apretando mis labios intento ocultar mi sonrisa al oír el tonto apodo amoroso que le puso para aparentar que es su novio y no una acompañante. No sé porque los hombres como él se esmeraban a ocultar que recurrían a prostitutas para venir acompañados, la mayoría lo hacían y tan inteligentes no eran porque luego a otros eventos realmente traían a sus mujeres. La rubia al ver mi intento de no reír me aniquila con su mirada sin ser el centro de atención del hombre que ahora me ve y sin responder se da la media vuelta apartándose de nosotros.

— ¿Podríamos hablar sobre los asuntos de fianza que tenemos pendientes? —pregunta llamando mi atención que había quedado inevitablemente en las curvas de aquella mujer.

No era tolerante a estos tipos de encuentros en los eventos, pero siempre estaban las personas que intentaban tomarte desprevenidos para intentar establecer negocios, sobre todo sucedía porque en el ambiente había mucho alcohol y con suerte podrías llegar a encontrar a tu objetivo sin todos sus sentidos alertas. Aún así, aquello no era algo que ocurría conmigo porque no era una persona que bebiera en gran cantidad entre grupos de socios o compañeros de trabajo, no me gustaba y no me parecía realmente ético, aparte de que evitaba que alguien intentará venderme un cuento.

—Seamos realmente sinceros, tú mejor que nadie sabes que negociar conmigo es casi imposible sin que de el brazo a torcer. —Sonrío, al ver como su expresión decae—. Pero mírale el lado bueno, aunque mi camiseta se haya estropeado estoy de buen humor y te daré minutos para que pienses una mejor estrategia mientras hablas con mis hermanos antes de que me ocupe yo.

—No es...

—Ahórratelo, gasta tu tiempo en mejorar tu estrategia. —Deshago la postura de mis brazos y meto ambas manos a los bolsillos de mi pantalón—. Están en los sofás de al fondo.

De los tres, yo era el que más difícil se lo ponía a los demás cuando intentaban establecer negocios y más que ser pesado, era un buen estratega. Hasta el momento no había aceptado ningún trato que no nos haya dejado un gran número de dinero y por eso mis hermanos habían decidido que la última palabra siempre la tengo yo. Me gustaba ser quisquilloso, ver los puntos más transparentes, me gustaba meditarlo e idealizarlo, investigarlo, me gustaba que todo tuviera un control entre mis manos.

Elevando la mirada de él busco a alguien en concreto sin saber el motivo principal y al encontrar mi objetivo no evitó dejar al hombre detrás cuando me invita a beber un trago, al parecer sus estrategias eran tan planas que tenía que recurrir a la estúpida estrategia del alcohol. Sintiendo su mirada en mi espalda me mezclo entre las demás personas saludando a unos socios hasta que inevitablemente mi destino termina en la barra como mi cuerpo lo quiso desde hacía unos minutos.

Elevo uno de mis dedos llamando su atención y me permito pedir una copa de mi vino favorito antes de inclinarme sobre la barra apoyando con el antebrazo. Sé que sabe que estoy viéndola o por lo menos es lo que pienso hasta que la veo fruncir su entrecejo realmente molesta y bufa negando. Sus expresiones son tan claras porque su piel expuesta y lisa resalta sin estar maquillada. Desde aquí podía ver una gran genética facial, tanto como la que gozaba en aportar.

Deseando tus curvas. [Trilogía:#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora