32. Límites.

1.1K 134 29
                                    

T A E

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

T A E

Carraspeo la garganta aburrido por el silencio que habíamos creado hace unos minutos. No respondí porque pensé que seguiría hablando, al parecer ella pensó lo mismo pero por más que supimos que ninguno de los dos iba a romper el silencio lo dejamos así.

Por un momento creí que era cómodo, tenía sueño pero no era exagerado, el sol ya estaba casi por completo afuera debido a un tiempo caluroso y estar en un vehículo con su presencia era...reconfortante.

Eso fue hace unos minutos, cuando olvidé para que me había pedido que la trajera aquí.

Cuando era chico y vivía metiéndome en problemas con Hank y Oscar, desarrollé a la perfección un don que muchas veces me ayudaba...como otras no. Hacer chistes, meter palabras irónicas e incómodas en un momento serio servía para no tomarle mayor importancia de lo necesario, pero en otras ocasiones no solo no se entendía, si no que te dejaba en un puesto de estupidez muy alta.

¡Pero vamos! ¿Quién no ha hecho bromas en situaciones incómodas?

—Desde que me enseñaron educación sexual y mi madre me descubrió viendo videos porno por primera vez, pensé que el sexo se practicaba no se hablaba —emito, rompiendo el silencio—. De todas formas, dicen que siempre hay una primera vez para todo.

—Pienso lo mismo —concuerda, asintiendo con su cabeza—. Solo que en mi caso, desde que era pequeña y miraba programa de animales pensé que no existía ninguno completamente estúpido; pero aquí estás tú.

Frunzo mi entrecejo riéndome.

—¿Acabas de llamarme animal y estúpido?

—Tú insinuaste que soy ignorante.

Touche —digo, elevando una mano hasta el volante—. ¿Qué me querías decir?

Lacie se acomoda en el asiento y cruza una pierna sobre la otra. Yo hago un esfuerzo casi inhumano para no apartar la mirada hasta ellas. Muchas veces he estado con mujeres de piernas largas, debo admitir que la mayoría tenían esa cualidad. Nunca me importo sinceramente, no tengo un fetiche extraño con ellas ni es algo que esté buscando en una mujer para llevármela a la cama. Pero con Lacie, las piernas de la rubia que se encuentra en este instante a mi lado, son demasiado llamativas. No son largas, ni tampoco cortas, no son delgadas, ni excesivas, no son perfectas y tienen sus detalles de una normalidad femenina, pero lo admito; para mí son fantasiosas.

Fantaseo por tocarlas, por tomarlas, por acariciarlas, y besarlas, anhelo poder verlas de cerca, sentirlas bajo mi piel, es que me estoy volviendo un imbécil por una mujer que detesto y es completamente ilógico.

« ¡Bravo, Tae, bravo! Tus ganas de tener sexo te afectan como a un puberto.»

Insisto una y mil veces más, Lacie no es perfecta. ¿pero en realidad eso es lo que importa?

Deseando tus curvas. [Trilogía:#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora