Prepotente, decidida, fuerte, vengativa, competitiva, con humor ácido, sarcástica en ocasiones serias y con unas curvas de armas. Lacie es el prototipo de una mujer perfecta, lástima que trabajar de Escort no ayuda como beneficio a todo aquello.
Y e...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
L A C I E
—¿Seguro que estarás bien? Te veo un poco pálida... —insiste nuevamente Jarvis. Me muevo de mi lugar cuando veo que quiere dar un paso hacia adelante y la presión del arma en la zona de mi costilla se intensifica. Sonrío.
—Estaré bien, solamente estoy cansada. Aprovecharé el momento para descansar un poco, ¿Podrías avisarme antes de que lleguen para preparar la cena?
Jarvis me conocía, no sabía leerme a la perfección cuando mentía como yo a él, pero siempre que le mentía su presentimiento no le fallaba. Frunció su entrecejo sin comerse ninguna de mis mentiras, ninguna que había salido desde que no lo dejé ingresar al interior de la casa con una excusa totalmente tonta.
Temía muchísimo que en el interior se encontrará con Oscar, ellos se conocían por casualidad aunque sabían de la existencia del otro. Jarvis no medía su impulsividad y a Oscar no le importaba mucho su presencia como para deshacerse de ella con facilidad. Y a eso le temía, a que le hiciera daño por mi culpa.
La paciencia de Oscar se estaba acabando, lo sabía por la manera en la que él apretaba el cañón del arma contra mi piel, quemándome de los nervios. Trague saliva por enésima vez y en ningún momento corte la línea visual que tenía con Jarvis. No quería, tenía muchísimo miedo a que me dejará sola con un psicópata armado, pero le temía más al hecho de que el psicópata usará esa arma contra él así que baje la mirada hasta la punta de mis pies descalzos.
—Está bien —cedió finalmente, con cierto rencor. Eleve solamente la mirada y sonreí—. Te llamaré antes de que regresemos, descansa un poco.
Solté la madera de la puerta que apretaba con fuerza y me acerqué a ellos para saludarlos con un beso de despedida. Quise llorar, abrazarlos y decirles lo mucho que los quería, pero no me salió nada y en silencio los vi marchándose por el ascensor hasta que las puertas me quitaron la imagen de ambos tomados de la mano.
Me quede tan vacía y descolocada que por segundos me olvide la presencia de Oscar dentro del departamento, pero antes de que el deseo se convierta en realidad su brazo me tiró hacia el interior con tanta fuerza que aterrice sentada dentro de las paredes que nos mantenía juntos. Asustada apoye ambas manos en el suelo con la respiración acelerada, el corazón descontrolado y siempre esperando lo peor.
—Lo siento, pero no tengo mucho tiempo —balbuceo en un tono que por poco no pude descifrar, estaba nervioso.
Tenía el cabello revuelto, como si acabaran de tirar de él tantas veces que ya no tenía sitio propio. Su cuerpo no tenía la firmeza que siempre solía tener para intimidar, ahora estaba más encorvado, alerta a cualquier movimiento a su alrededor. Tenía los ojos rojos, tal vez en una mezcla de sustancias y de haber llorado, la mirada perdida me daba indicios de aquello también.
Lo vi tragar saliva y después de inspeccionar el lugar se guardó el arma en su cintura.