L A C I E
—¡Detente, Jarvis! —gritó, abalanzándome contra él cuando veo que intenta golpearlo. Juvier logra tomarlo de ambos brazos antes de que pueda tocarlo, consiguiendo inmovilizarlo con fuerza.
Entre su agarre, comienza a removerse intentando soltarse con demasiada violencia, pero él no se lo permite en ningún momento. Asustada, con el corazón hecho un manojo de nervios, me pongo detrás suyo para tomarlo entre mis manos buscando su tranquilidad.
La presencia de Juvier no lo pone nada fácil, Jarvis está tan cegado que su único objetivo es golpear a alguien y lo consigue, solamente que esta vez es a mí. Me llevo una mano a la mejilla cuando su codo me envía al suelo y reprimo las lágrimas que amenazan con salir debido al dolor. Fue muy cerca del ojo, así que me mantengo segundos con ellos cerrados buscando fuerza para no chillar.
—¿Estás bien? —la pregunta de Juvier me devuelve a la realidad. Abro los ojos y esta vez encuentro a Jarvis a mi lado.
—¡No te acerques! —masculla al percibir su movimiento. Vuelve a darme su atención y asustado me inspecciona—. Lo siento tanto, Lacie...
Intento sonreír, fingiendo que todo está bien. Apoya su mano en la mía y con cuidado la baja para verificar el golpe. Al instante gesticula una mueca de disgusto.
—¿Se pondrá feo?
—Soy un imbécil.
—Claro que no —murmuro, intentando apartar su mirada de mi golpe.
—¿Quieres que te lleve al hospital? —sugiere Juvier por lo bajo. Jarvis, al recordar su presencia, arruga su nariz aportando su expresión seria pero esta vez no se separa de mí.
—¡¿Qué haces todavía aquí?! —inquiere molesto. Abrumada suelto un suspiro—. ¿No te has dado cuenta que no eres bienvenido?
Al ver el odio latente en la mirada de su propio hijo da un paso hacia atrás, asumiendo sus palabras con un asentimiento de cabeza. Hubiese preferido que este encuentro jamás se diera porque era consciente de que Jarvis no sería capaz de perdonarlo nunca por más excusa que tuviera y que todo esto solo le traería dolor.
Desde pequeño siempre fue un niño reprimido, consumidor de su propio dolor porque no quería sentirse débil y el motivo de su trasfondo era más tenebroso de lo que pensé. En aquellas épocas donde sus compañeros vivían abusando de su buena fe, descubrí que Jarvis no quería expresar sus sentimientos porque quería dejar de ser quien era, porque no quería sentirse tan débil para que abusaran de su buen corazón. ¿Qué tan mal tiene que estar uno por dentro para decirle a alguien que expresarse es de débiles?
Creció en su burbuja de intimidación, cada año peor, acostumbrándose a su distanciamiento consigo mismo y conmigo también. Deje de tener acceso a lo que ocurría una vez que creció y perdí las riendas de su vida desconociéndolo completamente.
ESTÁS LEYENDO
Deseando tus curvas. [Trilogía:#1]
RomancePrepotente, decidida, fuerte, vengativa, competitiva, con humor ácido, sarcástica en ocasiones serias y con unas curvas de armas. Lacie es el prototipo de una mujer perfecta, lástima que trabajar de Escort no ayuda como beneficio a todo aquello. Y e...