El beso 🖤💜

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Las partituras y hojas cayeron al suelo.

Melissa resopló y se inclinó.

—Yo puedo sola.

Me acerqué a ella y a punto estaba de ayudarle a recogerlas, pero cambié de opinión en el último momento y la sujeté por los brazos. Su piel era suave y cálida, como siempre. Sentí una descarga placentera recorrerme el cuerpo.

Ella soltó las hojas y emitió un ruidito bajo de exasperación.

Se removió un poco, dispuesta a soltarse y entonces, no pude resistir más.

Mi mirada cayó sobre sus labios rojos y carnosos.

La besé.

Era algo que llevaba queriendo hacer desde hacía un buen tiempo. Mis sentimientos hacia ella tomaban más fuerza cada día y me costaba mucho no quedarme mirándola embelesado cuando estábamos con los muchachos.

Había optado por no volver a preguntarle si sentía algo por mí porque sabía con toda certeza, que lo negaría de nuevo. Sin embargo, luego de escuchar el tono desgarrador en su voz cuando caí de las vigas, comprendí que me había mentido.

Estaba seguro de que me iba a rechazar y que me apartaría enseguida. Pero no lo hizo. Aunque Melissa se tensó un poco al principio, sus labios dulces recibieron los míos y me regresaron el beso de una manera tierna y a la vez apasionada.

Me separé de ella de repente porque quería ver su expresión.

Las pupilas de sus ojos castaños se habían dilatado. Melissa me miraba con amor, miedo y desconfianza al mismo tiempo. Quise abrirle mi corazón en ese preciso momento y confesarle que la quería, pero se me ocurrió que quizá otro beso sería más contundente.

Rodeé sus caderas y sentí la calidez que emanaba de su cuerpo a través de la ropa. Mis manos palparon su cintura y, llevado por un arrebato, exploré con mis dedos su espalda y su costado. Ella se sobresaltó con incomodidad cuando empecé a acariciar los pliegues suaves que se le formaban en el estómago y que tanto la avergonzaban.

Me sentí culpable y supe que había ido demasiado lejos. Pero era tan grande el deseo que ella despertaba en mí que perdí el control y sólo me dejé llevar.

Melissa puso las manos sobre mi pecho repentinamente y retrocedió.

Lucía aturdida, se había sonrojado y noté que le costaba respirar. Tragué saliva con ansiedad cuando vi que la rabia y la indignación se apoderaban de su semblante. Esto no iba a ser bueno para mí.

—¡¿Qué acabas de hacer?! — espetó apuntando un dedo en mi dirección — ¡No tienes idea de cómo has arruinado las cosas entre nosotros! ¡Lo jodiste todo!

Mi mente trabajaba a toda marcha, pensando en lo que debía hacer a continuación. Desde luego, no podía besarla otra vez porque ya estaba enojada; me miraba con una frialdad y un desdén absolutos, como si yo le hubiera infligido la peor de las ofensas.

Dudé un instante. Al fin di un paso hacia ella y alargué una mano en el aire.

—Mel... — empecé.

Me moría por decírselo todo, las palabras estaban en la punta de mi lengua.

—Conmigo no vas a jugar — me interrumpió ella con voz amenazante —. No vas a tratarme como a las demás chicas, Tomás. Soporté tu estilo de vida porque como tu amiga, no tenía derecho a intervenir o decirte cómo debías actuar, pero hasta aquí aguanto. Esto no lo voy a tolerar — hizo una pausa mientras recuperaba el aliento —. Si vuelves a intentar acercarte a mí como acabas de hacer o recibo alguna insinuación o burla de tu parte, porque esto no ha sido más que una burla cruel, nuestra amistad se termina y sólo nos entenderemos por cuestiones de la banda.

Me lanzó una última mirada de advertencia antes de abrir la puerta y marcharse. Me llevé las manos a la cabeza, indeciso sobre lo que debía hacer.

No podía dejar que se fuera así, creyendo que yo sólo la quería como un ligue pasajero. La respetaba y la admiraba muchísimo, y por eso mismo, me aseguré de que mi amor por ella era rotundo antes de atreverme a insinuarle cualquier cosa.

Por supuesto que jamás iba a prestarse a sostener una relación de esa clase, ni conmigo ni con nadie. Melissa no buscaba las medias tintas. Lo quería todo o nada, y yo lo sabía.

Era la primera mujer que me había hecho sentir interés por formar un vínculo más serio y permanente con alguien. Tener la certeza de que alguien tan sensible, íntegra y completa como ella se había fijado en mí, pese a mis muchos defectos y vacilaciones de carácter, me infundía una dicha muy grande, como si yo fuera capaz de lograr lo que fuera porque ella creía en mí y me veía como un ser humano valioso.

Caminé con resolución hacia la puerta mientras planeaba el modo en que debía abordarla.

Abrí la puerta y me encontré con los muchachos.

—¿Qué pasó, Tommy? — preguntó Tarro — Nos encontramos a Mel en el pasillo y no se veía muy bien.

—No hay tiempo de explicar — dije intentando pasar por un lado —. Voy a buscarla.

Sebastián me empujó con firmeza hacia el interior del salón.

—Parece que olvidas que todas las mujeres se parecen mucho cuando se enojan. Si vas tras ella ahora, empeorarás las cosas. Créeme. Lo he hecho con Clara y digamos que me he ganado bastantes insultos de lo más floridos.

Tarro cerró la puerta.

—Seb tiene razón. A Melissa no le gusta sentirse acorralada y no atenderá razones hasta que no se calme. Tienes que dejarla sola, al menos de momento.

—¿Qué ocurrió entre ustedes? — inquirió Alicia.

Suspiré pesadamente.

—La besé.

Seb soltó una carcajada y Tarro sacudió la cabeza.

—¿Qué? ¿Qué otra cosa debía hacer? Le pregunté si sentía algo por mí y lo negó con insistencia. Creí que... si la besaba, sabría que siento algo por ella y que... — resoplé — Nada pasó como lo imaginé.

—¿Y creíste que se iba a lanzar a tus brazos si sólo la besabas? — masculló Seb todavía riendo.

—Supuse que... como ella ya me quería, sólo tenía que acercarme y hacerle saber que yo también la amo.

—Melissa te ha visto con una chica y con otra desde que te conoce — repuso Tarro —. Sabe que no tomabas a ninguna en serio, excepto a Natalia. Y, ¿esperas que ella crea, sólo con un beso, que la vas a tratar distinto a las demás?

Torcí el gesto cuando comprendí su punto. Tenía razón.

—Vas a tener que comenzar a idear otra cosa, Tommy, si es que quieres ganarte a Melissa — masculló Seb —. El que esté enamorada de ti no quiere decir que te vaya a aceptar.


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OUTSIDERS, siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora