Cantela era una ciudad pequeña, rodeada por hectáreas y hectáreas de bosque natural protegido por leyes estrictas contra la construcción legal o ilegal y la caza de cualquier especie.
Al parecer, el alcalde era acérrimo protector de la naturaleza y aunque en los bosques abundaban recursos tales que los empresarios acaudalados y oportunistas se babeaban por hincarle las uñas, en especial al imponente lago y a las montañas que lo rodeaban, bajo las cuales había reservas inmensas de carbón y petróleo, según los habitantes; el gobierno de Cantela era sólido, consciente e intransigente a ese respecto.
Además de propender por el buen estado del medio ambiente, el alcalde le apostaba al arte y a la educación con fe ciega. Tenía sentido que las personas lo hubieran elegido porque su padre había sido alcalde dieciséis años atrás y había hecho un trabajo impecable. Los niños y los adolescentes no recordaban a ese gran hombre, pero ellos no podían votar.
Sus padres y abuelos, por otro lado, sí rememoraban con orgullo y admiración los tiempos tan favorables en que Santiago Castilla levantó la única escuela que casi estaba en ruinas y ordenó la compra de silletería nueva, así como de instrumentos musicales, salones de pintura, laboratorio químico avanzado y dispositivos tecnológicos que motivaran más a los chicos a aprender. También construyó el primer albergue de animales abandonados y un asilo público provisto de canchas, salas de juegos y piscina climatizada para todos los adultos mayores que no pudieran pagar un hogar de reposo o cuyos hijos se hubieran desentendido de ellos al llegar a la senilidad.
Había una pintura a escala gigante de él, pegada en la fachada frontal de la escuela que él levantó con fondos públicos. En ella, Santiago caminaba por una calle flanqueada por faroles en los que la gente había puesto ramos de todo tipo de flores y rosas. Algunas personas lo acompañaban y se encontraba con otras que lo abrazaban de manera intempestiva. Había gente también en los balcones que lo aclamaba y aplaudía. La forma en que el artista había plasmado las expresiones de agradecimiento y las manos tendidas para alcanzar al alcalde, recordaban un poco a la pincelada grácil y perfecta de la Capilla Sixtina, aunque con su sello particular; los ojos de las personas poseían un brillo casi enceguecedor y los brazos eran más largos en proporción al cuerpo, quizá simbolizando el cariño y gratitud que el pueblo sentía por ese mandatario querido.
Sin embargo, luego de él habían llegado dos alcaldes opuestos a él en todo sentido.
Tipos frustrados, ambiciosos y carentes de interés por las necesidades de la gente. Eran vampiros del poder que en lugar de chupar sangre, drenaban las arcas públicas para sus propósitos personales y los de una minoría específica. Los empresarios e inversionistas no tardaron en caer sobre Cantela para ofrecer contratos millonarios a un alcalde ya de por sí codicioso.
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OUTSIDERS, siempre has sido tú
RomanceTomás es mi mejor amigo y el ser humano en quien más confío. Sólo yo lo conozco completamente; sé cuáles son sus defectos y sus muchas virtudes. Tiene una capacidad increíble para iluminar mi día sólo con verlo. No hay ningún secreto entre nosotros...