Regresé al Escondrijo dos horas después.
Tomás ya se había ido al muelle. Como no tenía otra cosa que hacer y ya había practicado con el bajo en la mañana, me puse como tarea organizar el departamento.
Lavé los pocos platos que había en el fregadero y quité el polvo de las mesas y muebles. También aproveché para poner el edredón y las cortinas nuevas que había comprado en un almacén del centro. Había elegido cortinas azules y un bonito edredón delgado, ya que sabía que a Tomás no le gustaban las mantas ni las colchas gruesas porque se acaloraba mucho en las noches.
Me había pasado por un supermercado para hacer las compras, ya que supuse que Tomás casi siempre optaba por la comida rápida, simplemente por practicidad. Más tarde cocinaría algo rico para él y lo dejaría bien cubierto sobre la encimera de la cocina para que pudiera verlo. La comida perdería gran parte de su sabor, pero él salía del muelle luego de las dos de la mañana y yo no podía quedarme despierta hasta esa hora esperándolo.
El despliegue de compras se debía a que había recibido buena paga en Sonata y mi papá también me había dado el dinero mensual que correspondía a mi manutención. Dijo que en adelante, me lo daría a mí y no a mi mamá. Tan pronto como él me dejó claro que le había estado dando el dinero a ella de manera puntual, supe, sin lugar a dudas, a dónde había ido a parar y por qué ella me había mentido al respecto.
Dejé el Escondrijo impecable y puse sobre la encimera, una canasta con media docena de manzanas verdes que había comprado para Tomás. Era lo mínimo que podía hacer por él, luego de que me hubiera ofrecido lo más parecido a un hogar durante los últimos días.
Ahora que me encontraba tan bien y nadie me molestaba en absoluto, me pregunté cómo había podido vivir con Raul y su hijo durante dos años. Jamás se me hubiera ocurrido contarle a alguien que estaba siendo maltratada, ni siquiera a Tomás. Primero, porque me avergonzaba hablar de eso y segundo, porque los demás no podían hacer nada por mí más que sentir compasión, y en el caso de Tomás, sabía que él no iba a quedarse tranquilo. Su instinto de protección para conmigo era más poderoso que el de un hermano mayor.
No obstante, nunca pensé que fuera capaz de sacarme de la casa y llevarme con él. Me había sorprendido totalmente al hacerlo, en especial, porque no había sido un ofrecimiento débil y dudoso sino rotundo y determinante. No sólo me había salvado del maltrato y el abandono sino que también me había cedido su propia habitación. Era muy larga la lista de cosas que yo tenía por agradecerle, la luz que había traído a mi vida desde que lo conocí, que no me alcanzaría la vida para retribuírselo todo. Sin embargo y a pesar de que mi gratitud hacia él era inmensa, apenas si constituía uno de los motivos más grandes por los que lo amaba.
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OUTSIDERS, siempre has sido tú
RomansaTomás es mi mejor amigo y el ser humano en quien más confío. Sólo yo lo conozco completamente; sé cuáles son sus defectos y sus muchas virtudes. Tiene una capacidad increíble para iluminar mi día sólo con verlo. No hay ningún secreto entre nosotros...