Capítulo 19 🎸🎼

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Una vez estuvo lista toda la parte de la contratación, comenzaron las grabaciones en el estudio.

No voy a mentir. Fue algo extenuante, largo y muy tedioso al principio.

Los muchachos y yo teníamos una idea muy básica de lo que conllevaba un proceso de grabación. Aunque éramos conscientes de que apenas estábamos escalando los primeros peldaños en el mundo musical, creíamos que nos divertiríamos un poco más, que haríamos bromas y lo disfrutaríamos como en las películas y documentales de bandas famosas.

Durante los primeros tres días estuvimos en el estudio desde las siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde, definiendo las canciones que grabaríamos de acuerdo a la respuesta que habíamos recibido del público en las presentaciones. A nosotros nos gustaban canciones que tenían un significado profundo y muy especial, pero teníamos que pensar también en la parte comercial, en canciones pegadizas que animaran a las personas y cuya letra fuera fácil de tararear.

El Señor Lyrica estuvo presente gran parte del tiempo, en especial, durante la primera semana. También había un ingeniero de sonido y un cantautor profesional que si bien no se había dedicado a componer de manera comercial, sí tenía todo un repertorio de títulos universitarios y reconocimientos que lo acreditaban como todo un erudito musical.

Cantar y tocar bajo la atenta y seria mirada de esos dos hombres fue sumamente intimidante porque ninguno de nosotros había pisado la universidad ni estudiado música de manera formal. Todo lo que sabíamos era empírico y nos guiábamos más por la parte auditiva y práctica. Si alguno de nosotros aprendía algo nuevo, lo compartía con los demás. Sebastián, por ejemplo, tenía un oído maravillosamente sensible que le permitía recitar a la perfección las notas que una banda tocaba en alguna presentación. También escuchaba melodías y triadas que podíamos emplear en nuestras composiciones. Él me había ayudado a componer muchos de los riffs para el bajo. Tomás y yo componíamos casi toda la letra, pero no nos guiábamos bajo ningún parámetro específico. Componíamos desde el corazón.

Sin embargo, y a pesar de que sabíamos que ambos eran expertos y debían haber escuchado tocar a otras bandas mucho mejores que nosotros, en ningún momento percibimos críticas negativas o gestos inapropiados por parte de ellos. Los dos eran muy profesionales y cuando se sentaron a charlar con nosotros durante un breve descanso, nuestra timidez grupal fue disminuyendo. Con timidez grupal me refiero, por supuesto, a Tarro y a mí.

Tomás cantó y tocó con la misma efusividad y naturalidad de siempre, como en Sonata. Sebastián, por otro lado, se comportaba como si sólo estuvieran él y su guitarra. Tenía una actitud altiva y segura que le encantaba a la gente, sobre todo a las chicas. Por fortuna para Clara, esa actitud no variaba cuando se bajaba del escenario y apartaba con firmeza a aquellas que se le insinuaban de manera abierta. Aunque en el pasado había sido tanto o más seductor que Tomás, Clara había logrado generar en él un impacto no sólo emocional sino mental. Aunque su relación no fuera perfecta, ella lo había impulsado a evolucionar como persona y él la motivaba a ser más social y espontánea.

OUTSIDERS, siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora