Mis dedos palpitaban y sabía que una de las ampollas, la del índice, se había vuelto a reventar con toda seguridad. Sin embargo, no me detuve. Por fin había logrado tocar Cryin' a la misma velocidad que Tom Hamilton y estaba eufórica.
Ni siquiera tuve que ver la pantalla del computador en donde transcribía los acordes y las notas para cerciorarme. Sólo tocaba con los cascos puestos, guiándome por el instinto auditivo. Había encontrado un programa que me permitía escuchar el bajo amplificado mientras se reproducía de fondo la lista de canciones de mi celular, a un volumen más bajo.
Estaba llegando al segundo coro cuando sentí que el agua caía sobre mi rostro. Era inverosímil que lloviera si estaba bajo techo. La lluvia sería mucho más bienvenida que los hermanastros idiotas, me dije a la vez que me quitaba los cascos.
—Te dije que no quería verte en la habitación — siseé.
Deposité el bajo sobre la cama y sequé las gotas de agua con el borde de mi camiseta.
—Es hora de que prepares la comida.
Me tomé mi tiempo de poner los cascos y desconectarlos del amplificador, antes de volverme hacia Jeremy. No me apetecía ver su cara fea y pálida, cubierta de acné. Se había hecho unas rastas hacía poco, convencido de que iba a verse genial y más interesante, cuando en realidad sólo había logrado empeorar su apariencia ya de por sí ridícula. Le faltaba demasiada cultura y conocimiento profundo para entender el verdadero significado ancestral de llevarlas. Era como ver a alguien con la esvástica Nazi tatuada en el brazo sin conocer la historia alemana.
—Todavía no son las siete — mascullé, aun sin mirarlo —. Sal del cuarto.
Había dejado de llamarlo "mi cuarto" porque tenía la vana esperanza de que, de ese modo, no repetiría la vieja letanía de que la casa le pertenecía a su padre.
—Pues yo ya tengo hambre y quiero que me prepares algo — replicó, tamborileando en el marco de la puerta.
—¿Por qué no lo preparas tú? Ahora mismo no te veo muy ocupado.
Ya sabía lo que venía después y sin embargo, nunca aprendí a reprimirme o morderme la lengua, al menos, por sentido común.
Vi venir el empujón, a diferencia de las primeras veces. Eché una mano hacia atrás y erguí la espalda para asegurarme de que mi cabeza no sufriría el impacto, pero también lancé la otra mano hacia adelante, sacando las uñas. Los ojos de Jeremy se abrieron como platos. No le hice gran daño. Solía llevarlas cortas porque la limpieza del sonido se veía afectada cuando tocaba el bajo con ellas largas.
De cualquier forma, Jeremy hizo una mueca de espanto exagerada. Como todos los hombres cobardes y misóginos, jamás se esperaba una respuesta igual de hostil. Las primeras veces que él y su padre me golpearon, me encogí y lloré como haría una persona normal, sintiendo que el trato que me dedicaban era injusto e inexplicable. Eso les dio la seguridad para seguir haciéndolo, en especial a Jeremy.
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OUTSIDERS, siempre has sido tú
RomanceTomás es mi mejor amigo y el ser humano en quien más confío. Sólo yo lo conozco completamente; sé cuáles son sus defectos y sus muchas virtudes. Tiene una capacidad increíble para iluminar mi día sólo con verlo. No hay ningún secreto entre nosotros...