Capítulo 25 🎸🎼

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—¿Hay algún problema si le digo a Alicia que venga al ensayo? — preguntó Tarro cuando salimos del hotel.

Seb y Tomás intercambiaron una mirada divertida y nada discreta.

—Para nada — contestó el último —. Es una chica muy agradable.

—Puedes traer a tu novia cuando quieras, Tarro — exclamó Seb con el ánimo de molestarlo.

—No es mi novia — dijo él por cuarta vez aquella semana, aunque pude notar que los ojos le brillaban con anhelo. Se giró hacia mí — ¿Qué dices tú?

—Claro, Tarro. No hay problema.

Le sonreí al decirlo, pero en el fondo me preocupaba la posibilidad de que se estuviera ilusionando demasiado rápido con una chica a la que apenas conocía y que, a todas luces, estaba fuera de su alcance. Tarro era atractivo e interesante, pero no tenía temple de conquistador y su inexperiencia con las mujeres podía jugarle en contra.

Pero, ¿quién era yo después de todo para hablar sobre fijarse en alguien que estuviera al alcance?

Cuando llegamos al estudio, Alicia ya estaba allí puntualmente esperando en la entrada. Llevaba un vestido azul que se agitaba al viento y contrastaba con su bonita piel bronceada. Se había atado el largo cabello rubio en una coleta alta.

Era el ideal perfecto de belleza y sensualidad natural, ya que no llevaba un gramo de maquillaje y aun así, parecía sacada de portada de modelaje profesional.

Cuando nos vio acercarnos, una sombra de ansiedad cruzó por su rostro.

—Miguel me dijo que podía venir a verlos — farfulló con inseguridad —, pero si a ustedes les molesta, lo entiendo.

Seb y Tomás rieron abiertamente.

Tarro la miraba como si estuviera dispuesto a caminar sobre brasas por ella.

—Hola, Alicia, ¿cómo estás? — masculló Sebastián en tono burlón — Nosotros muy bien, gracias por preguntar.

Ese rubor bonito que la caracterizaba le subió a las mejillas, haciéndola ver más adorable. Existían chicas con una belleza superficial que servía de distracción para obviar defectos desagradables de carácter, como en el caso de Natalia, y luego había chicas hermosas como Alicia, cuya sencillez y amabilidad la convertían en un ser casi mítico.

—Perdón, chicos — sonrió con nerviosismo — ¿Cómo están?

—Apurados porque vamos tarde — replicó Tomás —. Por supuesto que puedes estar en el ensayo.

OUTSIDERS, siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora