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Me encuentro girando el cerrojo de la habitación para entrar, aún dudosa lo hago, mi sorpresa es al entrar, veo a Pamela recostada en la camilla, dormida, tiene una bata puesta.

—¿Pamela?

Suelto la manija de la puerta, ella no me responde, decido salir. Me giro y cierro detrás de mi, apoyo mi espalda a un lado de la puerta.

—Veo que decidiste volver. —Una voz masculina resuena desde el otro pasillo.

Una voz gruesa y madura de un desconocido.

Giro mi rostro para encararlo, veo al hombre cabellera negra con poca barba, al verme a los ojos se queda estupefacto.

¿Yo lo conozco...? Lo he visto en algún lado.

—¿Intentas pasar desapercibida ocultando el color de tus ojos? Todos aquí saben que los ojos morados no existen.

—Claro que existen, pero a los ojos de la ignorancia no.

El hombre dió varios pasos a mi luego de mis palabras, no retrocedí, me pongo rígida en mi lugar.

—¿Ya no te acuerdas de los padres de los jóvenes a los que asesinaste?

—Yo no maté a nadie. —Aprieto mi mandíbula. —Aléjese.

—¿Vas a gritar? Les diré a todos que volvió la princesa maldita, ¿Donde está la zorra de tu madre? ¿Ya no tienes a tu protectora?

—No voy a gritar, si no se aleja voy a matarlo. —Murmuro cerca de su rostro. —No soy asesina, pero si me busca voy a hacerlo, por qué sería en defensa propia, me está acosando.

—¿Acoso? Mira pequeña perra, tú no mereces que te acosen, mereces que te quemen y dejen tus restos en la mierda. —Su mano sube por mi brazo izquierdo, lo quito rápidamente. —Pero tengo que vengarme de la perra qué mató a mi hijo a sangre fría.

—No lo maté. —Lo empujo con fuerza, pero no me llego a liberar, me empuja contra la puerta de la habitación de enfrente, resbalo y termino en el suelo.

Me levanto lo más rápido que puedo pero me sostiene del cuello, aprieta sus uñas contra la sensible piel de mi cuello, abre la puerta de la habitación y me tira contra la camilla vacía, por poco me caigo nuevamente pero se encarga de dejarme sobre la camilla, suelta una fuerte bofetada y de una mesa de metal corrediza coge un bisturí.

—Vas a pagar maldita perra. —Empiezo a moverme lo más que puedo para alejarlo de mi, pero sigue con las uñas clavadas en mi cuello. —Cuando me dijeron que habías vuelto, no lo creí. ¡Pero aquí estás!

—¿Quien... te lo dijo?

—Una mujer, por su puesto. No le creí pero aquí estamos, ahora voy a... —Llevo mis manos hacia su cuello, pero no logro alcanzarlo, le suelto un golpe en la rodilla.

Se queja pero al instante me gira dejándome de espaldas a él.

—Voy a quitarte capa por capa y con tus restos alimentar a los puercos.

—¡Sueltame! Yo no maté nadie.

—10 muchachos que se fijaron en ti y de diferentes maneras, ¿Que te llevó a matarlos? ¿¡Disfrutaste hacerlo?!

—¡No tuve que ver en sus muertes! —Siento el filo del bisturí en mi pierna, de un rápido tirón hace un corte en mi muslo, ahogo un grito.

Las cortadas aumentan, sobre mi hombro hace una pequeña con cortada fina.

—¡Basta! —Me muevo aún más, pero con su cuerpo inmoviliza el mío, su mano hace presión en mi espalda para que no pueda levantarme.

El bisturí llega a mi cuello, pero se detiene en seco.

Su cuerpo se aleja del mío y siento la libertad de poder moverme de nuevo, me levanto tan rápido como escucho el corredizo de la pistola sonar.

Mis ojos se encuentran con los de Kyler.

Un suspiro de alivio escapa de mis labios, las lágrimas acumuladas en mis ojos me impiden ver bien, siento arder las zonas donde cortó.

—¿Te gusta esa perra? ¿Vas a matarme por ella? Pobre infeliz. —El hombre provoca a Kyler, sé que va a dispararle en cualquier momento.

—Kyler... —Susurro. —Hará mucho ruido.

Kyler no se mueve, sigue fijo en querer dispararle.

—¡Eres una perra y siempre lo serás! ¡Asesina!

Kyler lo empuja y este cae como saco al suelo, tira la pistola a la camilla a mi lado, el tipo ya está de pie, le suelta un golpe que logra aturdir, Kyler se descontrola golpeándolo, hasta que ambos caen al suelo.

—Te mataré con mis propias manos, hijo de puta. —Kyler lo amenaza por lo bajo y sigue golpeándolo, puño tras puño, el rostro del señor se llena de sangre y la manos de Kyler igual.

Sus anillos se ensucian y su rostro se llena de manchitas rojas.

No digo absolutamente nada, no pienso detenerlo.

El hombre intenta golpear a Kyler o alejarlo, pero poco a poco sus posibilidades se desvanecen al igual que cae inconsciente.

Me acerco a la espalda de Kyler y tiro de su cuerpo, está como un loco enojado golpeándolo tan fuerte que todo se tiñe de la sangre del tipo.

Ve sangre se ha vuelto algo normal para mí...

—Kyler es suficiente, vámonos. —Logro que se levante pero no alejarse del cuerpo, empieza a patearlo y luego que lo ve inmóvil se aleja, sus ojos me buscan, al encontrarme se acerca a mi, sus manos están llenas de sangre.

Prácticamente me tiro a sus brazos.

—Fue una mala idea volver aquí.

Murmuro rodeándolo con mis brazos.

—¿Quien era?

—No lo sé, dijo que era el padre de uno de los que maté, pero yo no lo hice, lo juro. —

—Está bien. —Deja reposar su barbilla en mi cabeza y sus brazos me pegan más a él. —Te saltaste muchas prácticas, ahora te enseñaré a deshacerte de un cadáver.

Su respiración es caótica, sigue enojado pero lo disimula, está fuera de control, y es que él es muy impulsivo.

—Creo que no debimos matarlo. —Susurro.

—Sabe que estás aquí, no podía seguir vivo, aparte intentó... —Tensa la mandíbula. —Lo que sea que tenía en mente no era bueno, está bien así, créeme.

—Vámonos de aquí.

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N/A:
Lamento la demora en publicar, el internet está malo. 🏃🏻‍♀️

AL.

KYLER. [AKDR #2]. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora