Epílogo.

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Jueves 01 de Noviembre, 2018.

Logré conseguir un poco de esa porquería, la necesitaba en mi sistema sin lugar a dudas, recuerdo la primera vez que yo misma me drogué mis manos temblaron sosteniendo la diminuta botella con el líquido verde, la vacíe toda en la vena de mi brazo, hasta que se acabó.

Dejé a Dage esperando en el auto en la parte de atrás de la tienda, con la excusa de que tenía que ir al baño, no aguanto la ansiedad ni los escalofríos con pesadillas.

Me estuve drogando a espaldas de Dage, como una maldita loca en la madrugada buscando encontrar esa maldita droga hasta que encontré lo que se le asemeja.

Polvo de Angel.

No se inyecta por lo que diré adiós a los pinchazos en el brazo, este se inhala o se disuelve en agua fácilmente como me comentaron, tiene muchas formas de ingerir.

—Buenas tardes, desea...

Interrumpo. —Su baño, urgente.

Me señala el lugar y sin dudarlo voy rápidamente hacia él, sin importarme nada saco el paquetito de polvo transparente que escondí en mi pantalón negro de cuero.

Me acerco al lavabo y abro el grifo, coloco un poco del polvo en mi palma y con un movimiento rápido introduzco todo lo de mi palma en mi boca, sacudo mis manos sintiendo el sabor amargo pero placentero y me inclino a beber agua del grifo.

Una vez logro pasarlo todo, nuevamente siento la sensación de alivio y de estar en una burbuja con los sentidos a mil.

Retrocedo unos pasos hasta que mi espalda se pega a la pared blandita, eso es raro.

Me dejo unos segundos en la misma posición antes de salir, luego voy hacia la chica, bien, tengo que tomar algo para quitar un poco el color rojo de mis ojos y las pupilas dilatadas.

Siento mi corazón latir más rápido, sonrío como una tonta mientras me apoyo en la vitrina y veo a la chica.

—Quiero un agua de pony, con nubes y cadáveres.

—¿Qué?

—Lo siento, solo agua. —Me limito a no hablar, no puedo formar una frase coherente.

Veo el cuchillo que ella tiene en la estantería atrás, para cortar queso y carnes.

Debería acabar conmigo justo ahora, con eso, se acabaría la guerra, ¿No?

Ideas suicidas inundan mi mente, a propósito y de pronto veo cuchillos en todas partes.

—Mátala.

—Mátala y suicidate. —Empecé a oír voces, no sé de donde venían, pero las escuchaba claramente como si me hablasen al oído.

—Escápate.

—Llamará a la policía.

—¡Corre, Sage! Ella te va a matar, ella traerá a la policía y se llevarán a Dage, te van a matar, te van a matar.

—No, no... ¡Cállate! —Dejo de oír sus voces cuando la chica del mostrador me observa como si fuese una loca, dejo un billete de 100 dólares en el mostrador y tomo la botella de agua.

Tomo una larga bocanada de aire, voy hacia la parte trasera y salgo, pero mi sorpresa es que veo a alguien de;

Chaqueta negra...

Alto...

De cabello oscuro...

Está tomando del cuello a Dage, él está con su espalda casi pegada a la puerta del auto, salgo y me acerco lentamente.

KYLER. [AKDR #2]. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora