Capítulo XXXIV

210 18 17
                                    

El día más lúgubre y oscuro que James había visto en toda su vida se posaba sobre las calles de Londres, la lluvia parecía no tener un final y las personas comenzaban a especular que el fin de los tiempos se acercaban, aunque para el joven, el fin había llegado de la manera más dolorosa y rápida que jamás pudo imaginar. La guerra continuaba y cada vez lo indicios de una victoria se acercaban, pero en eso era en lo menos que James había estado pensado puesto que al formar parte de la alfa sociedad inglesa, la guerra era un tema alejado a sus realidades, incluso a la realidad del joven, que a pesar de añorar por el fin de la guerra, se sentía incapaz de volver a ver a aquella joven a los ojos sin derrumbarse ante sus pies, clamando perdón.

La única cosa que hacía por voluntad propia, algo que no había sido impuesto por su padre de forma obligada, que había nacido del amor de dos jóvenes a través de letras, era aplastado cruelmente por la realidad y las consecuencias de sus fatídicas acciones. Si le hubieran preguntado a James meses atrás, donde se visualizada en un futuro, sin duda alguna y sin pensarlo, apostaría por un futuro al lado de una chica que vestía el uniforme de enferma, con el cabello oscuro y piel reluciente cual fina porcelana, era ella, el gran amor de su vida y sabía que él también era su gran amor, pero no había sido lo suficientemente listo, falló en la única misión que tenía; serle fiel a pesar de la eminente distancia. No había logrado cumplir con el único deber que tenía y actualmente, estaba corriendo con el costo que sus acciones tenía. Se sentía extremadamente irritado y fatigado mientras se observaba en el espejo de cuerpo completo ubicado en la costosa sastrería, donde le estaban haciendo los últimos arreglos a su traje nupcial.

Sí, se iba a casar, pero no con la mujer que amaba, puesto que ella se encontraba demasiado lejos para cumplir el sueño del joven, la cual en vez de un fantasía, se había convertido en una clara pesadilla que lo había condenado al mal genio y el consumo de tabaco. Aunque no podía hablar, la derrota era muy palpable a simple vista, por la manera radical en la que había cambiado, ya no era el mismo hombre sensible que alguna vez fue, aquello ahora sólo quedaba en sus recuerdos y claro, en los de su amada. Misma a la cual no había encontrado el momento y las palabras precisas, para acabar lo que alguna vez tuvieron. Llevaba varios días encerrado en su habitación, el lugar estaba convertido en un vertedero repleto de desesperanza y tristeza, las ventanas cerradas y las luces apagadas, la poca luz que lograba iluminar de manera tenue provenía de la pequeña lámpara que estaba encima de su escritorio, donde alrededor de éste descansaba hojas arrugadas por todos lados porque simplemente las palabras no salían de su cerebro. Se sentía tan inmerso en sus pensamientos que no se percató de la llegada de su hermana.

—James. — lo llamó desde el exterior, intentando respetar el luto que su hermano había decidido guardar. — te llegó una carta de Erin. — murmuró, logrando así llamar por primera vez la atención del mayor. Alzó la mirada y por escazos segundos la luz lo cegó.

Se levantó de la silla de abedul frente al escritorio donde se encontraba haciendo una siesta y  su hermana comprobó con sus propios ojos, lo mal que hacía el desamor. Su cabello estaba revuelto y demasiado largo para su gusto, una barba prominente comenzaba a nacer bajo sus narices y labios, llevaba las mismas prendas de la última vez que había salido de su habitación, el mismo día cuando junto a Danielle Brown, anunciaron su compromiso. Evidentemente, el tema del embarazo no fue revelado, pero todos, incluso la propia hermana de James sabía que ese compromiso, era por el deber de obligación que desencadenaba la creación de un hijo no deseado. Porque eso era lo que Danielle llevaba en su vientre, el fruto del engaño y la maldad, aunque, nadie tenía conocimientos de sus métodos y ese sería un secreto que llevaría a su tumba.

—Deberías de ir a verla. — susurro la joven, con miedo de que su padre pudiera escuchar, aunque ni siquiera se encontraba en casa. — ella merece una explicación cara a cara.

—Pero eso la va a destrozar. — respondió con la mirada perdida sin tomar la carta en sus manos.

—¿Y crees que una carta no la va a destrozar? — inquirió la joven, cruzando los brazos y frunciendo el ceño.

Su hermana tenía razón, el dolor en cualquiera de los dos casos, sería inevitable y hasta insoportable, pero James, no de sentía preparado para mirar los ojos de Erin y escuchar la zarta de palabras hirientes que tenía para decirle, porque si, sabía que ella iba a enojarse con él, que iba a llorar incluso, quizás hasta podría golpearlo por algo que había sido mas allá de una ilusión, sabía que eso pasaría y estaba dispuesto a morir en sus brazos si ella así lo deseaba, pero no tenía la valentía suficiente para ponerse adelante de ella y contarle que le había fallado, que había fracasado y que iba a hacer su vida con alguien más.

—Tienes razón. — respondió después de unos minutos meditando. — iré a Gales mañana mismo.

Su mente se encontraba dividida a pesar del terror que sentía por llegar al final, quería volverla a ver para detallarla por completo y así asegurarse de tener su clara imagen guardada en su memoria y corazón.

Su hermana asintió y salió de la habitación luego de entregarle la carta. La mano le ardia, el papel quemaba con el contacto directo con su piel, se sentía tan ansioso y a la vez tenía tanto miedo, quería leer las dulces palabras que siempre escribía, pero sabía muy bien, que no se las merecía.

Querido James.

Oh, mi amado, empezaré quizás con lo más dicifil y espero que Dios pueda perdonar lo que me haz hecho. Jugaste con mis sentimientos, sin tener una pizca de arrepentimiento, las palabras que por años nos dijimos, nuestro  encuentro, siento que sólo quedará en tu recuerdo como un amor más y yo que por mi parte pensé que serías el primero y el último de ellos.

Enterarme de tu traición, en el modo en que lo hice, con una vil carta con retazos del periódico con una fotografía a su lado, me confirma que no eres más que un hombre con el carácter de niño, dejaste que tu padre decidiera sobre tu vida, cometiste tantos errores James que me parece increíble alguna vez haber estado envuelta con tu cuerpo lado a lado. ¿Te imaginas como hubiera sido todo? En un mundo donde tu y yo podieramos estar juntos, pero ahora solo eso queda en mis recuerdos, justo como todas tus caricias, besos y anhelos.

Espero de que seas feliz y que logres hacer más feliz a tu futura esposa de lo que me hiciste sentir a mi. A pesar de que es muy probable que no vuelva a verte en mi vida, no soy capaz para guardarte rencor, en mi corazón, no existe espacio para guardarle rencor al único hombre que he amado.

Tiempo, es lo único que pido y  apesar de las circunstancias la guerra se acerca cada vez más a su fin, lo dicen los soldados con los que he hablado y también lo afirma el periódico, el manto de polvo lúgubre que azotaba al hospital poco a poco comienza a levantarse, la esperanza se esconde en cada pequeño rincón del inmenso edificio de cemento y a pesar de mi estado de desamor, soy capaz de sonreír antes las nuevas buenas que llegan desde los territorios liberados.

Mi querido James, espero que puedas avanzar, hazlo por ti, hazlo también por mi, te aseguro que yo estaré bien, amando tu recuerdo hasta cuando Dios decida arrebatarme la vida. Se dice que dejar ir también es un acto de amor, y eso es lo que  estoy haciendo ahora.

Te libero James, de todas tus culpas, no conozco tus motivos y jamás lo haré, no quiero respuestas de tu parte, porque está es nuestra última carta, no se si me utilizaste o si por el contrario mi amor te hizo sentir cosquillas al menos, te suelto inmediatamente de todas las cargas que tenías a rastras por nuestra relación fallida, para que puedas ser un buen esposo con ella y la puedas amar incluso más de lo que alguna vez predicaste para mí persona. Lo único que me queda, son los recuerdos, los buenos y malos. Me despido de ti James, dándote las gracias por formar parte de mi vida,por enseñarme tantas cosas que no conocia, espero coincidir contigo de nuevo, en está vida o en la siguiente.

Te aprecia hasta el fin de los tiempos.

Erin Smith.

Detrás Del Uniforme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora