Capítulo XXIV

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El ambiente había cambiado, era como si el paraíso hubiera bajado a la tierra, en un lugar repleto de muertes, el mundo colapsado por la guerra, lo que hacía falta era algo de amor. No se supo con exactitud cuál de los dos jóvenes dio el primer paso, pero en menos de unos segundos, Erin se encontraba dando vueltas en el aire y James sostenía su cadera.

La cercanía con la que tanto habían soñado, el calor que sus cuerpos emanaban, ambos corazones unidos al fin, la paz se instaló en sus almas después de mucho tiempo y tenían ese sentimiento atorado en su pecho, de que no hacía falta nada más, que todo estaba completo. Ni siqueria fueron capaces de contener a sus impulsos más humanos y cuando labios chocaron entre sí, fue la prueba necesaria para sellar el encuentro con el que ambos habían estado fantaseando, parecía tan irreal que cuando comprobaron el alboroto que habían armado dentro de la cafetería, se percataron de que lo que estaba ocurriendo no había sido un sueño y tampoco era producto de imaginaciones salvajes.

Sus ojos volvieron a conectarse entre sí y era como si estuvieran buscando en alguna parte dentro de sí, las puertas de sus almas. Algunos hilos de cabello estaban encima del rostro de Erin debido a la conmoción y la primera acción de James, fue retirarlos con un hábil movimiento de manos, colocando los mechones rebeldes detrás de su oreja, de la misma manera que lo había hecho en ocasiones anteriores. Una sonrisa acompañó el lindo jesto, dejando ver después de mucho tiempo, sus hoyuelos.

Para Erin, no era necesario conocer mucho sobre el arte para reconocer que estaba delante de una magnífica obra. Y una simple sonrisa de James la hizo sentir como la mujer más afortunada que había pisado el planeta. Los segundos parecían eternidades y deseaba en el fondo de su corazón, quedarse así para siempre.

-Éstas hermosa. - dijo el joven, apostando a la sinceridad. - Mucho más de lo que yo recuerdo. - añadió.

La muchacha no pudo evitar sonreír ante las palabras de su compañero, seguía siendo el mismo galante de siempre.

-Te extrañe tanto.

Ambos jóvenes se fundieron nuevamente en un abrazo, poco a poco se estaban volviendo adictos al contacto, al roce de piel y al calor que sus cuerpos destilaban. Terrence se levantó de su asiento, entendiendo a simple vista lo que James significaba para Erin, unió cabos y no fue difícil comprender para el Doctor que el personaje que le enviaba cartas constantemente a la muchacha, por fin tenía un rostro. Su sangre hervía como nunca antes, como si un volcán en su interior estaba a punto de hacer erupción y empezaba a sentir sencasiones que jamás había experimentado, las cuales no le provocaban agrado. Se mantuvo de pie hasta que los jóvenes enamorados se separaron y no dudo un instante para aclarar su garganta, dejando en claro la constancia de su presencia.

La joven enfermera fue la primera en reaccionar y no pudo asistir a evitar sentirse algo avergonzada y sonrojada por el comportamiento que había tenido, se disculpo rápidamente con ambos jóvenes y procedió a presentar a los susodichos, ya que aunque tanto Terry como James se habían hecho una leve imagen del contrario, era necesario que Erin aclarará la situación.

-James, te presento al doctor Terrence Kennedy. - el joven Buckley miró fijamente a Terry, sus ojos se habían oscurecido un poco y cualquiera podría pensar que con sólo esa mirada, James estaba retando al joven- Y Terrence, él es James.

Y no fue una sorpresa que Terry observará al otro muchacho de la misma manera, ojos salvajes, llenos de pasión y deseo por la misma mujer, se encontraban batallando entre sí, para descifrar las intenciones del contrario, pero sus cerebros ya les había dejado en claro que nada bueno podría suceder entre ellos. Un sentimiento de incomodidad y sosobra los embrago a ambos por completo. Las miradas penetrantes se desvanecieron cuando luego de un apretón de manos, la muchacha habló.

-Pensé que no te vería tan pronto. - murmuró, dirigiendo toda su atención hacia James.

-Se adelantó la competencia cariño. - murmuró brindándole una sonrisa a su chica y mirando por el rabillo de su ojo izquierdo a Terry, curioso por conocer la reacción que esas palabras tendrían en Terrence.

-No sabía que tu amigo era competidor. - comentó Terry a la lijera dirigiéndose a Erin, la menor iba a responder pero James la dejó con las palabras en la boca.

-Si, soy esgrimista profesional. - respondió con un tono de voz serio.

-Vaya profesión. - añadió el mayor mientras sonreía de forma burlona.

El joven Buckley iba a responder ante tal comportamiento, cuando el entrenador de James alzó la voz, llamando al muchacho por su nombre.

-James, no sabía que la señorita Smith era tan guapa. - murmuró con entusiasmo, intentando cambiar de una manera rápida el tema de conversación.

Erin se sonrojó y el solo hecho de pensar que su enamorado le había hablado sobre ella con alguien su timidez lograba acentuarse más, pero en su interior, la pequeña niña amante de la atención saltaba de la alegría. Terrence por otro lado se encontraba fuera de su zona de confort, pues lo que pensó que sería una cita perfecta con la chica que le arrebataba más de un suspiro, se convirtió en una situación completamente diferente la cual no era santo de devoción.

-Es la mujer más hermosa de toda Inglaterra. - añadió James olvidando por completo las palabras sarcásticas que Terry había soltado para contemplar con ojos de enamorado a la joven que tenía delante de sus narices. Fue entonces cuando de la nada los hoyuelos de James dibujaron su rostro nuevamente, robando el corazón de Erin y arrancando de las entrañas de Terrence el odio más profundo.

-Creo que tenemos que regresar Erin. - interrumpió el joven doctor observando por unos instantes su reloj. - puede que en el hospital nos necesiten.

Se trataba nada más que de una simple mentirilla piadoza que salió por los labios del Doctor Kennedy, en verdad, le habían dado todo el día libre a ambos jóvenes, pero dadas las circunstancias, Terry prefería dar por terminado el paseo que continuar el día con la presencia del esgrimista.

Con un sentimiento de tristeza apoderado de su cuerpo, el prematuro encuentro de ambos jóvenes concluyó, Terrence se despidió formalmente de ambos hombres y le indicó a su compañera que estaría esperando por ella en el automóvil, cuando cerró la puerta tras él, las miradas de ambos enamorados chocaron nuevamente. Podría decirse que sus ojos irradiaban chispas, una energía arrazadora que estaba siendo contenida por la lógica.

-Te veré mañana en la noche. - murmuró James, tocando la mejilla de la joven.

-Es imposible que me dejen salir James. - la muchacha suspiro con desgana sintiendo como la realidad se interponia.

-Haré que lo imposible se vuelva posible por tener una noche a tu lado. - sentenció besando sus labios.





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