Capítulo V

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Las prácticas finales se avisaban y con ellas la tensión y estrés dentro de Erin, aumentaban. Su vida, había cambiado completamente desde que había tomado aquella decisión, su mundo comenzaba a tener sentido y comenzaba a pensar de que había venido al mundo por una razón. No era que la vida que tuviera antes de enlistarse fuera mala, porque no lo era, con padres de clase media y trabajadores, la comida nunca faltaba y los lujos podían ser medianamente complacidos, pero apesar de eso, sentía como faltaba una parte dentro de ella, y esa pequeña parte, había despertado cuando entró a la escuela de enfermería.

Para nadie era un secreto que había dado un giro de 180° grados, dejó de ser una chica protegida bajo la sombra de sus padres para tomar sus propias decisiones y enfrentarse al mundo de la mejor manera que había encontrado, llegó al punto de que despertaba y se iba a dormir, pensando y leyendo libros que podían ayudarla a aprobar sus exámenes, que para esos momentos era lo que más le importaba.

Adelaide seguía siendo su compañera de piso, a ella le quedaba por realizar unas prácticas más en el hospital antes de graduarse e irse a emprender su labor. Ambas muchachas estaban en la habitación, el sol comenzaba a ocultarse dándole la bienvenida a la luna.

—¿Sabés para donde te van a mandar? — preguntó Erin sosteniendo un libro en sus manos.

Las dos chicas casi nunca se dirigían la palabra, a menos de que fuese algo importante.

—No me han dicho aún. — murmuró.

El silencio volvió a reinar en el lugar, Erin quería entablar conversación con la chica, en el fondo, ella se sentía tan sola como Adelaide, si era cierto que no la conocía y no sabía cómo había sido su vida antes de llegar al lugar donde estaba, pero si algo podía notar, es que buscaba refugio en sí misma, esa actitud grosera y altanera que tenía con sus demás compañeras no era una cuestión accidental, ella quería ser así, Erin no tenía claras las razones, pero sabía que Adelaide guardaba en su corazón una inmensa tristeza.

Antes de que la peli negra pudiese dirigirle nuevamente ls palabra a la otra chica, una de sus compañeras entró precipitadamente a la habitación.

—¡Erin, por fin te encuentro! — su respiración era agitada y pesada, las mejillas de Regina estaban rojas del calor que subía por su cuerpo. — He recorrido todo el edificio buscándote.

Adelaide frunció el ceño.

—¿Y no pensaste en buscarla primero en su habitación? — preguntó, como si fuese obvio, y lo era.

Regina optó por no hacerle caso a la muchacha y miró a su compañera nuevamente.

—Ese muchacho, te busca de nuevo. — hizo una pausa. — está en la entrada.

El estómago de Erin se revolvió por completo ¿acaso era una broma? La cólera subió inmediatamente a su cerebro y se distribuyó por toda la extensidad de su cuerpo, no podía creerlo, ni sus padres habían ido a visitarla en alguna ocasión. Las otras dos chicas que estaban en la habitación fueron testigos de como Erin se quedaba en silencio ante la noticia y sus mejillas se enrojecieron, dando claros signos de enfado. Además, la pequeña manía que tenía la muchacha de mover uno de sus pies cuando se encontraba molesta, la hizo delatar también.

Se cruzó de brazos y respiro hondo, pidiendo fuerzas para enfrentarse a Archibald mientras colocaba de pie.

—Vaya, me huele a boda. — murmuró Adelaide en tono burlesco, sin conocer en absoluto la situación que tenía su compañera de habitación, con el joven.

—¿Podrías hacer silencio? — le pidió Erin de la forma más ruda que encontró. — Siempre tolero todos tus regaños y burlas, pero no estoy de humor.

Y dicho eso salió de la habitación como alma que llevaba el diablo, dejó a Regina detrás, sin preocuparse por si la rubia seguía sus pasos, bajo rápidamente las escaleras y en el proceso su mente pensaba en cómo le diría todas las cosas que tenía que decirle a Archibald, por segunda vez.

Al salir del edificio se lo encontró de frente, sonrió tímidamente, pero Erin prefirió ignorar aquel gesto.

—¿No te cansas de buscarme problemas? — preguntó, sin siquiera tener la cortesía de saludar al muchacho, en esos momentos, Erin no tenía cabeza para formalidades. — Ni siquiera mis padres han pasado por aquí ¿Qué te traes?

Archibald respiró hondo, sintiendo como cada palabra que salía de la boca de Erin lo hacía sentir peor que la anterior. En su corazón, sabía que ella era la mujer que debía de tener en su vida, no lo había verificado del todo, pero estaba seguro y si Archibald tenía algo que lo caracterizaba, era su persistencia.

—Creo que no comprendes lo especial que eres para mí. — murmuró. — siempre supiste que te amaba y lo único que haz hecho ha sido romperme el corazón.

—¡Fuimos novios por dos meses por Dios! Eso fue hace ya tres años atrás Archibald, si quiera nos dimos un beso ¿cómo pretendes que acepte algo que no quiero? ¡Entiéndelo, no me quiero casar contigo!

El muchacho comenzaba a impacientarse ante la negativa de la chica.

—Te dije que te daría tiempo para pensarlo. — comentó. — se que puedes amarme Erin.

La muchacha suspiro, cansada.

—Lo siento Archibald, disculpa si te hice pensar algo que no era. — empezó disculpándose la joven, sin saber muy bien porqué lo hacía y se debía más a una formalidad que a un verdadero sentimiento de arrepentimiento. — Eres joven, apenas tienes veintitrés años, puedes conseguir a cualquier mujer que quieras. — intento animarle.

De produjo un silencio incomodó a ambos, hasta que Archie habló.

—¿Y que hago si la mujer que quiero no me quiere? —murmuró.

Erin lo miró seriamente, ya cansada de la situación.

—Si sigues acosandome, iré con las autoridades. — amenazó. — dejame ir Archibald, no te aferres a algo que jamás existió.

—¡¿No entiendes que no puedo?! Lo he intentado, te lo juro, pero sigues dentro de mi cabeza, me siento tan miserable por sentirme así.

—Pues tendrás que seguir intentando. — le dijo la muchacha mirando con seriedad.

—¡No puedes hacerme ésto! ¡Me dijiste que íbamos a estar juntos!

Con una fuerza desmesurada, Archibald tomó a Erin del brazo y empujó su cuerpo hacia el suyo, la chica se quejo, claramente confundida, y en cierto punto, se asustó de la reacción repentina del muchacho, con todo el  tiempo que tenía conociéndolo, jamás se había mostrado una actitud tan, hostil.

—Sueltame Archibald. — pidió la peli negra. — me duele. — se quejó.

El chico hizo caso omiso e intentó acercarse a ella para darle un beso, Erin giro la cabeza, intentando esquivar el mismo, y al dicho momento, se soltó de su agarre dándole una gran bofetada con su otra mano, haciendo que el muchacho retrocediera unos centímetros.

—¡Jamás vuelvas a hacer eso! — gritó enfurecida. — ¡Si te vuelvo a ver por aquí no respondo Archibald! He sido muy paciente contigo, pero no estoy dispuesta a tener que aguantar éste tipo de comportamiento.

—Pero... — el joven titubeó.

—¿No escuchaste lo que acaba de decir Erin? — una voz hizo que ambos jóvenes se dieran la vuelta para ver de quien se trataba, y era Adelaide, ella junto a Regina se encontraban en la entrada y fueron testigos de toda la conversación entre ambos, quizás el motivo había sido la curiosidad al principio, pero ante la evidente insistencia y maltrato del joven, se había convertido esa curiosidad, en apoyo para la muchacha.

—Vete antes de que llamemos a seguridad y le digamos que estabas maltratando a Erin. — dijo Regina.

Archibald miró a las dos jóvenes y luego a Erin, suspiro y habló por última vez.

—Está bien. — murmuró.

Se dio la vuelta y comenzó a caminar.

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