Capítulo IX

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Se tenía que tratar de un complot por parte de su madre, de eso se trataba, por la mente de Erin no había otra responsable por tal actitud sino que su propia madre, la mujer que le había dado la vida ahora se comportaba como una de esas mujeres que se encontraban en los libros, de esas que generaban desagrado por cada uno de sus actos realizados.

No era que la muchacha se encontrará de muy buen ánimo, así que después de ese encuentro inesperado con un joven desconocido camino directamente a su apartamento, pero fue abruptamente detenida por nada más y nada menos que Archibald, quien se encontraba sentado en el piso frente a la puerta del que siempre había sido su hogar.

Erin no supo que hacer, pero inconscientemente suspiró, estaba arta de toda la situación que tenía que ver con Archie y si no fuese porque aún conservaba un poco de decoro, se hubiese colocado en la peor de las posiciones de gritar a los cuatro vientos, despertando así a sus, vecinos.

Archibald ante la cara que colocó la muchacha, se apresuró a hablar.

-Se que no quieres nada conmigo. - el joven hablaba con total seguridad, pero por dentro intentaba que su voz no se quebrará y tuviera que terminar llorando al frente de Erin. - Pero ¿Por qué vas a salir con un desconocido?

La chica abrió los ojos con suma sorpresa ¿la había estado espiando? Si, tenía que haber sido eso, no había otra explicación para que el joven estuviese enterado de la salida que tenía mañana.

-¿Por qué me estabas espiando? - preguntó con retórica, sin desear una respuesta por parte del castaño. - No tienes el derecho Archibald. - comentó llena de cansancio, por todo el esfuerzo que le demandaba soportar a Archibald cada día. - Me canse. - murmuró molesta.

Su madre llegó a donde los jóvenes se encontraban, sin saber que se encontraría con una sorpresa.

-¿Ya se están entendiendo? - pregunto con una sonrisa sincera. - Me alegra que ambos estén hablando, es un pequeño paso.

" las relaciones no son fáciles, pero hay que trabajar en ellas.

Erin sintió como la rabia subía a su cabeza de un solo golpe, cualquiera que supiera analizar el lenguaje corporal, notaría que la chica, estaba fuera de sus casillas.

-¿Saben que? Me canse de ustedes dos. - hablo en voz alta. - ¿acaso no entiendes que no quiero estar con él? - miro a su madre con rabia. - ¿y tu no terminas de entender que no te quiero? - está vez el dueño de la mirada de Erin fue Archibald, quien se encogió de hombro y bajó la mirada.

-Erin, mira como hiciste sentir a Archie, pide disculpas. - dijo su madre, sin notar como una ola de reclamos de su hija estaban a punto de azotarla.

La muchacha hizo una mueca, imitando una sonrisa, se trataba de una sonrisa hipócrita en todo su esplendor, se cruzó de brazos y con total seguridad de sus palabras, comenzó a hablar.

-¿¡Yo soy la que debe pedir disculpas!? - gritó, sin importarle como salían del apartamento de Archibald las personas, para ver de que se trataba el escándalo, no sólo ellos sino que algún vecino en pijama. - ¡Estuvo todo el año pasado acostandome en la escuela de enfermería! Tuve que amenazarlo para que no volviera más y no se de que otro modo decirle que no me interesa, que no lo quiero y que jamás me casaría con alguien como él ¿que es lo que no logras entender? - pregunto mirando al muchacho, que estaba plantado en su lugar como un árbol. - Ya ambos me tienen cansada, no soporto la situación y si tu madre tsnfo quieres a Archibald, casate con él o adoptalo, pero no pienso aguartar más está situación, así que con permiso.

Entró al apartamento de sus padres, dejando atrás a todas las personas curiosas y a los involucrados en el problema, recogió sus cosas, que por mera suerte seguían en su equipaje, miró a su aldederor para comprobar que nada se le había olvidado y salió del lugar, algunos vecinos murmullaban y otros ya se habían regresado a sus hogares, su madre estaba pidiéndole disculpas a los padres de Archibald por el comparmiento de su hija.

Todos se dieron cuenta de que Erin sostenía sus maletas con sus manos, pero nadie dijo nada, ni siquiera su padre, no fueron capaces de preguntarle a dónde se dirigía a altas horas y nadie la detuvo, como si a sus padres no le importará en lo absoluto que su hija se fuera a la calle en medio de la noche estrellada de Londres.

Se trago todo el orgullo que le quedaba y con el mentón bien en alto paso al lado de sus padres, sin dirigirle la palabra, con toda su dignidad intacta y el corazón roto por la indiferencia de sus padres abandonó el edificio y empezó a caminar por las sombrías calles de Londres.

Estaba completamente sola, ya los, vehículos habían dejado de circular y se sintió por instantes como una huérfana, sin hogar, sin padres y sin cariño. Se encontraba divagando en sus pensamientos para no percatarse de la peligrosa situación en la que se había colocado, si salía alguna persona de mal corazón que quisiera hacerle algún mal, era probable que con su delgaducho cuerpo, no pudiera detener algún tipo de ataque.

Pero esos pensamientos se detuvieron cuando llegó a su destino, un pequeño hotel, las luces le provocaron una ceguera temporal por unos escasos segundos, pero luego todo volvió a la normalidad. Con un poco de dinero que tenía ahorrado y que se había llevado consigo, bastó para pedir una habitación individual por dos noches y tres días, lo que se suponía que era el tiempo libre que le habían dado para estar con su familia.

Tomó la llave que el recepcionista le dio, no sin antes dedicarle a la joven una mirada llena de compasión y a la vez de sosobra, porque una chica no podía encontrarse en la calle a estas horas a menos, a menos de que fuera una prostituta. Erin decidió ignorar la mirada juzgadora y al entrar en la privacidad de la pequeña y modesta habitación del hotel, se tiró de lleno en la cama, apoyo su cabeza en la almohada y comenzó a llorar.

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