Capítulo XXXXV

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Amanecía nuevamente en las calles de Londres, donde una  ciudad dormida comenzaba a despertarse para atender todas las responsabilidades del día, y como era costumbre, Erin se levantó temprano para alistar el desayuno, su rutina era simple y ordenada, cada mañana preparaba el desayuno y leía el periódico al mismo tiempo en el que tomaba un poco de café, mientras que su esposo Terrence seguía en la cama. Sin pensarlo mucho, esos momentos de soledad y tranquilidad con ella misma, lograba que obtuviera toda la fuerza que necesitaba para afrontar el nuevo día que recién comenzaba.

Cuando las tostadas de pan estuvieron listas, tomo un tazón con cereales y comenzó a ingerir su primera comida del día y aunque el sol no terminaba de salir de las sombras, su mente se encontraba muy dispersa, recordando cada palabra que había salido de su boca y todas las oraciones que formó un Terrence colérico durante la discusión que habían tenido la noche anterior. ¿El problema? La increíble capacidad de Terrence para desconfiar de su esposa, en todo caso, un poco de culpa también recaía sobre sus hombros, porque ambos sabían bien que la sombra de James jamás podría dispersarse por completo de sus vidas. Quizás si Erin hubiera conocido primero a Terrence, la historia de ambos sería completamente diferente, en su interior deseaba amarlo con toda su alma, después de todo, ella era su esposa, había decidido pasar el resto de sus días a su lado ¿Que más necesita Terrence para sentirse satisfecho? Erin no sabía que mas hacer o decir, porque siempre las palabras eran insuficientes y nada de lo que hacía parecía ser suficiente para su posesivo esposo.

Sin pensarlo, la noche anterior ninguno de había despedido del otro, no hubo ningún beso de buenas noches, ningún abrazo y ni siquiera sus cuerpos se tocaron en toda la noche. Jamás se habían ido enojados a la cama, y era una extraña costumbre que comenzaba a hacerse frecuente entre ambos, una especie de frío abrazaba cada una de sus caricias, era como si poco a poco la llama que calentaba sus corazones, estuviera a punto de desvanecerse por completo. Y ambos tenían miedo, el terror de perderse se encontraba latente en sus almas quiénes pedían a gritos una tregua ante tantas batallas continuas que arrasaba con cualquier pizca de esperanza para ambos.

El espectro de James Buckley, todo se resumía a él y a los sentimientos que inevitable Erin no podía erradicar de lo más profundo de su corazón. En aquel punto, gracias a la distancia y los años que no supo absolutamente nada sobre el primer hombre que había amado sin barreras, como una bicicleta sin frenos, de la forma en la que se puede amar solo una vez en la vida, con una intensidad casi inhumana y con la luna y la distancia siendo sus dos únicos testigos oculares, todo lo que llegó a sentir en un momento desapareció, pero en su subconsciente, al verlo, no podía evitar sentirse extrañamente nerviosa, como si fuera una tonta adolescente y era eso que Erin no podía controlar, lo que sacaba de quicio a Terrence. La forma tan discreta y casi imperceptible en la que su esposa observaba a aquel hombre, del cuál la había logrado separar una vez en el pasado y en aquellos momentos, tampoco duraría un segundo en volver a hacer todo lo que estuviera en su poder para permanecer al lado de la única mujer que había logrado amar sin reservas en toda su vida.

Lucharon por Erin y mataría por ella de ser necesario, sabía bien que él era el único hombre en la faz de la tierra que merecía estar a su lado, para él, ambos estuvieron destinados a estar juntos desde el primer momento en el cual cruzaron miradas. Los planetas se alinearon, las estrellas fueron cómplices de un encuentro irrepetible y difícil de describir para él, y cuando intercambiaron las primeras palabras, quedo más que claro para él que ella sería la única mujer que podía merecer su amor. James Buckley no había luchado nunca por ella, y eso Terrence lo sabía muy bien, le asqueaba el simple hecho de pensar que en el interior de aquel hombre elegante portador de una sonrisa impecable, pudiese existir la más mínima esperanza en su interior de que Erin correria a sus brazos, y sabía bien que aunque su error fue interferir entre ambos, estaba más que dispuesto a correr con las consecuencias y si aquello significaba una vida repleta de discusiones, desilusiones y inseguridades al lado de Erin Smith, daría un paso al frente sin dudar para afrontar el destino que le esperaba, sin importar cuál fuese, de sentiría completamente satisfecho porque sabía que a su lado, seguiría con él, la mujer de su vida.

—Buenos días.— murmuró Erin cuando Terrence bajo las escaleras en busca de su desayuno.

El peli rubio respondió el saludo de la misma manera que la pelinegra y luego de pensarlo unos cuantos instantes, se acercó a ella con paso tímido, como si en verdad temiera la reacción de su esposa, aunque sabía muy bien como reaccionaria ella, alejándose un poco para conservar la distancia entre ambos, demostrando con su lenguaje corporal que todavía la molestia seguía muy presente en su mente.

—¿Hasta cuándo seguiremos así Erin?— preguntó, apartando de su mente la idea de acercarse a su esposa. — ¿Recuerdas lo feliz que éramos antes? Miranos ahora ¿Que nos pasó?

Erin frunció el seño y alzo su mirada.

—Mientras James siga siendo tu obsesión, no podremos tener paz. — murmuró con miedo al pronunciar por primera vez el nombre de su antiguo enamorado en lo que iba de mañana.

—¡Cómo si eliminar su rastro de su corazón fuese tan sencillo!— exclamó, enojado.— sé muy bien que no haz dejado de amarlo, maldición, duermes conmigo pero piensas en él, tomas mi mano, sonríes y posas a mi derecha durante las fiestas, pero tu mirada persigue la suya en el más mínimo descuido que encontran, no sé si se han vuelto a ver y no se que puedo considerar peor, pero el no se ha ido de tu corazón, y tú no se haz ido del suyo y eso, me mata por dentro poco a poco. No me amas como yo te amo y sin embargo siempre estaré dispuesto a recibir con gusto las migajas del amor que estés dispuesta a darme.

Y luego de aquel discurso pronunciado en forma de monólogo que pretendía funcionar como catalizador de todos los pensamientos y miedos que tenía guardados el escocés, todo para Erin se hizo oscuro y cayó al suelo perdiendo desde hace mucho tiempo su conciencia.

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