Capítulo XXV

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Se podría decir que la vida había tratado bien a Archibald Williams después de que Erin decidiera irse y cortar toda comunicación con sus padres. A casi dos años de su partida, el joven ya estaba a punto de convertirse en un abogado echo y derecho, sin duda alguna él era el orgullo de su familia y no era para menos. Sus sacrificios estaban comenzando a dar frutos y quizás fue todo el rechazo, el desprecio y las negativas por parte de Erin la que lo hicieron comprender finalmente que él y ella, no tendrían jamás la historia feliz que él había desea.

Su final quizás no había sido el mejor de todos, pero la lejanía y el tiempo, habían servido para que el joven comenzará a sanar las heridas propias del amor y también lo había logrado, consiguió sacarse a Erin de su mente, pero una pequeña chispa quedaba en su corazón que a pesar de estar contenida, seguía ahí viva. Pero, se dice que jamás se olvida al primer amor y sin duda Erin había sido su primer amor. Archibald atesoraba los momentos que pasó a su lado, incluyendo las discusiones, el llanto y el desprecio. Él guardaba absolutamente todo lo que había pasado con ella, toda su historia seguía intacta en su memoria.

Pero, el tiempo logró su cometido, la distancia y las nuevas personas que se le presentaron en la vida, desplazaron el recuerdo de Erin a solo eso, un simple recuerdo, un recordatorio de tiempos pasados, momentos y vivencias que ya estaban superadas. O eso era lo que el pensaba, hasta que vio entrar al muchacho que la había acompañado el día en que se marchó a la guerra, el mismo que había conocido en la noche de su fiesta de cumpleaños justo cuando decidió irse de su hogar. Lo sabía y lo recordaba tan bien, porque había seguido a la pareja en las citas que tuvieron, incluso, el día en el que Erin tenia que marcharse, Archibald estaba ahí en las sombras. Fue la obsesión del momento y la locura del amor que lo cegó, pero ahora estaba sentado en la cafetería de los padres de Erin, con una chica tomando su mano y a pesar de eso, no pudo apartar la mirada del otro joven.

James se veía muy bien y no fue entonces cuando entró al establecimiento, que todas las miradas de las féminas se fijaron en él. Un hombre con todo el porte de caballero, semblante de  semidios que emanaba seguridad, y fue cuando Archibald entendió lo que Erin había visto en él. Esos dos hombres eran completamente diferentes, de pies a cabeza.

Jennifer, la novia de Archibald seguía parloteando sobre los preparativos para su boda, pero el joven prometido no prestaba la más mínima atención de lo que ella decía y sin poder ocultar sus ganas de hablar frente a frente con el último hombre que había tenido contacto con un viejo amor, se disculpo con su prometida y se encaminó a la mesa donde se encontraba James, éste no tenía ni la más mínima idea de que el lugar pertenecía a los padres de Erin, pues ella jamás se lo había mencionado y el tema de sus padres para la joven, era el último tema que deseaba tocar.

—Disculpe señor si soy entrometido...— Archibald dijo sus primeras palabras cuando por fin estuvo frente a frente con James. — Mi nombre es Archibald Williams.

El otro joven que estaba sentado en la mesa, frunció el ceño, pero correspondió a la extraña presentación de Archibald, mencionando su nombre y apellido, simplemente por cortesía, pero seguía resultando algo sumamente extraño para James.

—No quiero molestarlo y seré directo, usted fue el último que tuvo contacto con Erin Smith ¿Cómo está ella? — Archie había dicho las palabras mágicas y no fue para nada extraño que James se encontrará asombrado.

—Usted debe ser el hombre que la estuvo persiguiendo años atrás. — la memoria de James poco a poco recordaba todo lo que Erin le había contado alguna vez y no pudo evitar sentir desagrado por el hombre que estaba de pie frente a él.

—Si, ese mismo. — murmuró algo apenado Archibald sintiendo como en las palabras que el joven había dicho, estaban cargadas de resentimiento. —No me enorgullece para nada mi antiguo comportamiento. — añadió. — Solo quisiera saber cómo sigue ella.

—¿Pará qué? — cuestionó James a la defensiva.

—Ella se fue esa noche y nunca más se supo de su paradero. — comentó. — Quisiera darle noticias a su madre.

James tomó un trago de café, podía sentir en el tono de voz de Archibald, algunas chispas de verdad en todo lo que estaba diciendo, pero sin embargo no fue capaz de confiar plenamente en las verdaderas intensiones de aquel desconocido.

—En ese caso, prefiero dirigirme directamente con sus progenitores. — aclaró su garganta y continuó — claro si es que ellos desean saber sobre su hija, ya que el día que se marchó, ellos no aparecieron por ningún lado.

Archibald se sintió incómodo, si tan solo James conociera lo que había pasado detrás de aquella falta, Erin no tenía ni idea porque no estaba aquí y el único lazo que según Archie le quedaba En Londres, era aquel hombre que estaba sentado en la mesa.

—Su padre tuvo un accidente ese mismo día. — asomó con cautela, dándole a entender a James la causa de la ausencia de los mismos aquel día. — Él amaba a su hija.

Se formó un silencio incómodo cargado de culpas, preguntas y melancolía.

—¿Falleció? — preguntó James.

Archibald simplemente asintió con la cabeza, respondiendo la más grande interrogante para James.

—Su madre es dueña de ésta cafetería, sería bueno que usted hablara con ella, si es que Erin sigue con vida ¿es así?

Ahora el que se encontraba angustiado era Archibald, aunque Erin se hubiera marchado a la guerra, no se le había pasado por la cabeza el eminente riesgo y peligro que ahí corría.

—Si, está viva. — murmuró el joven con un semblante serio. — Cuando cierren hablaré con su madre. — añadió, dándole otro sorbo a su taza de café.

—Eso es lo único que deseo. — comento Archibald sintiendose conforme con su misión. — No le quito más tiempo señor Buckley, con su permiso.

James asintió con la cabeza y el otro joven se marchó, dejando al muchacho con un mal sabor de boca ya que hablar con la madre de Erin no sería tarea fácil y a pesar de que sabía que estaba haciendo lo correcto, no se encontraba muy seguro de cómo Erin tomaría ese atrevimiento de su parte.

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