Capítulo XXXVII

213 19 22
                                    

3 años después...

La guerra había terminado hace exactamente tres años atrás, el año 1945 quedaría grabado en la memoria de Erin hasta el fin de sus días, a pesar del cansancio en el que su cuerpo y mente se encontraban, podían decir orgullosamente que había servido a su país desde 1941, casi durante todos los años en que duró la Segunda Guerra Mundial. Su vida, después del final de la guerra dio un giro en 180° grados, nadie en su sano juicio pudiera pensar que ella terminaría siendo la honorable esposa y señora de Terrence Kennedy, el guapo doctor escocés que había hechizado a medio hospital, excepto a ella, hasta hace solo un año atrás. Al terminar su servicio, volvió a Londres y alquilo un pequeño departamento donde vivió aproximadamente un año, no había sido un problema encontrar trabajo como enfermera privada, pero sus años de juventud pasaban velozmente y con el tiempo, la soledad comenzaba a hacerle una mala pasada.

Luego de un tiempo, enviando y recibiendo cartas con Terrence desde su hogar en Escocia, el joven apareció un día frente a su puerta, con un ramo de flores en sus manos y en el bolsillo de su pantalón un anillo que la muchacha usaría tan solo unas cuantas citas después y fue así como de manera repentina se casaron en una boda íntima en pleno verano del 46' y pronto cumplirían dos años de un matrimonio que si bien, parecía más la unión de dos buenos amigos, se podría decir que estaba mejor estructurado y consolidado que el matrimonio que llevaba James con su mujer, Danielle.

El tiempo había curado en parte las heridas externas, pero su corazón en medio de las noches, cuando su cabeza estallaba del dolor y su hígado exigía auxilio por causa del alcohol, el bello rostro de una enfermera militar aparecía en medio de sus delirios. Un niño había nacido fruto del alcohol y a pesar de que amaba al pequeño Charles con todo su corazón, cada día que le niño crecía, se sentía más miserable por el rumbo que había tomado su vida. Encapsulado en la rutina, buscaba el consuelo que sólo una botella del más fino y costoso whisky podía ofrecerle a un hombre que vivía la vida que los demás habían decidido. Y no era de esperarse menos que en un matrimonio tortutoso el amor fuera lo que más sobresaliera de su relación, Danielle pasaba su tiempo gastando el dinero de su marido y James, cuando su jornada laboral terminaba y su hijo se había ido a la cama, se encerraba en su estudio a beber como un desgraciado hasta el amanecer. La culpa lo carcomia en las noches de vela, pero cuando el sol se asomaba, era el hombre perfecto.

Luego de una vida rodeada de todas las bellezas de Escocia, Terrence y su esposa habían decidido instalarse por un tiempo en el ajetreado Londres, aprovechando así el nuevo puesto de presidente del hospital privado de Saint Martín que Terry había conseguido. Para Erin era como volver a sus raíces, calles, que conocía de memoria y lugares que jamás podría olvidar. La última caja de mudanza había llegado y entre ambos habían logrado amoblar la gran casa de dos pisos ubicada en una zona exclusiva de la ciudad para convertir los espacios vacíos en su nuevo hogar.

-Está casa es inmensa. - murmuró la, joven peli negra sentándose en el sofá de cuero marrón que estaba ubicado en la sala principal. - quizás debimos escoger algo más... discreto.

Terrence quién se encontraba encendiendo la chimenea sonrió sin mirar a su mujer.

-Hay un dicho que dice que por la casa y la esposa, se conoce al hombre. - recitó. - y yo tengo lo mejor de los mundos lo que me convierte en un...

Erin interrumpió mirando la figura que se proyectaba a través de las llamas. - te convierte en un gran hombre.

Terrence se dio la vuelta y observó a su esposa, quien lo miraba con cierta devoción y es que él había sido lo único que la salvaba de la eminente perdición, era su ancla, su bastón, para Erin, Terry no sólo era su esposo, sino que también su Salvador. Y para el joven, su esposa era la vida entera, no era capaz de considerar la vida sin ella, a pesar de que sabía muy bien en su interior que jamás podría verlo a él, como alguna vez miró al esgrimista de su pasado. James Buckley era la sombra que se escondía por las noches cuando discutían sobre algo, su imagen, jamás lograba salir de la mente de Terrence por lo mucho que Erin profesara su amor, sabía que no era suficiente, pero aceptaba todo lo que la peli negra tenía para ofrecerle puesto que, ella era su esposa y le había entregado todo su tiempo a él, justo como quería.

Detrás Del Uniforme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora