Capítulo 3

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Jaelyne

Detengo mi camello, miro el Reino de los Siete de Desiertos, el pueblo principal está en frente de mí. Mis cabellos rubios se mueven al compás del viento, mi único mechón negro también acompaña las arenas que se desplazan por el aire, al mismo tiempo que la runa que cuelga de mi collar.

Hago un movimiento con la correa y hago que el animal se acerque al pueblo. En un recorrido más o menos largo, detengo a mi camello y me bajo de este al llegar al palacio.

Todo ha cambiado mucho desde la última vez que estuve aquí.

Un guardia se me acerca, pero cuando se da cuenta de quien soy se asusta.

—Ah, pero si es el llorón. —Me río—. Nunca me acuerdo de tu nombre.

Se va corriendo adentro sin responderme. Qué maleducado, solo porque lo mordí una vez.

—Señorita —dice otro guardia—. ¿Qué necesita?

—¡Es la Belleza del Desierto, déjala pasar! —grita un tercero y bajan las puertas.

Creo que generé un alboroto, todos están corriendo para todas partes.

—Sostén esto. —Le doy la correa de mi camello a uno y me decido a entrar en el palacio.

Avanzo con tranquilidad por los pasillos y nadie me interrumpe el paso. Ah, creo que ahora son más creyentes, porque la última vez les moví toda la arena, sin contar que fueron atacados por el inframundo y los sueños. Aun así, me alegra que la edificación se esté restaurando.

—¡Hola, Ezmirra! —saludo a la concubina cuando paso cerca del harem y ella se asusta de la misma manera que los demás.

No debería saludarla, casi la ahogo en mis tiempos en que era concubina como ella.

Bueno, no importa.

—¡La Belleza del Desierto...! —Oigo gritar al guardia en la habitación del rey, así que lo interrumpo.

—¡Hola, Wash! —Entro sin el permiso de nadie—. ¡Ya sé cómo encontrar a Kael! —confieso directo.

—¿Qué tú no estabas en el inframundo? —Sube una ceja mi ex.

—Sí, pero me escapé hace meses —le cuento mientras pongo las manos en mi cintura—. Ahora estoy decidida a recuperar a mi bebé y a Kael —expreso alzando la cabeza.

—¿Cómo llegaste hasta aquí? —pregunta desconfiado.

—Primero viajé con Rojito —refiriéndome a mi dragón—, y luego en camello para no ser detectada.

—Me refiero a que... —Se levanta de la cama y echa al guardia—. ¿Nos permites? —El hombre se va, entonces Wash continúa con su interrogario—. Algo no me cuadra aquí, explícate mejor. —Observa que tengo la runa colgando en mi cuello.

—Bien, te contaré desde el principio. —Sonrío—. Me escapé del inframundo con la ayuda de Rojito, su fuego es poderoso y abrió una especie de portal.

—No entiendo, ¿tú estabas con Irina y Rebecca, no? —cuestiona—. ¿No escaparon juntas?

—Cierto, olvidé esa parte, Desierto y Océano estaban en una discusión hasta que apareció Cielo, dijo que ella se encargaría de la maldición a su manera, aunque la verdad no le entendí. Cuestión, que Desierto decidió borrarse para que Cielo no me llevara, aunque igual se llevó a mi niño.

—¿Llevara a dónde?

Alzo un dedo.

—Al limbo, donde está Kael.

—¿Y cómo sabes eso?

—Porque ella me lo dijo, bueno se lo dijo a Desierto. —Pongo mi mano en la barbilla estando pensativa—. Al parecer a Kael se lo llevó mi abuela.

—¿Y eso no te parece raro?

—En ese momento sí. —Muevo la mano—. Pero recordé que también estuve en el limbo con mi abuela, que por eso tuve un shock en ese lugar que hizo que Desierto despertara esa vez.

—¿Y qué es lo que te impactó?

—Cielo —digo en un susurro.

—Pero Cielo es Irina, ¿no?

—Sí, es su personalidad original, que permaneció en el limbo sin poder despertar nunca, así que aprovechó y se quedó con ese mundo —explico.

—Ya estoy mareado. —Bufa.

—Lo se, es mucha información. —Me río—. ¿Dónde me quedé? Ah, sí, Desierto evitó que me llevara Cielo, estuve un tiempo con Morket hasta que logré que Rojito abriera el portal, entonces llegué al Reino de las Sombras y me robé el artefacto con las runas.

—No te lo robaste, era tuyo —me corrige, así que me río de nuevo.

—Tienes razón —afirmo y continúo—. Luego dejé a Rojito en un lugar seguro y viajé aquí, fin.

—Espera, hay cosas que no entiendo ¿Qué tiene que ver tu abuela con Cielo?

—Cielo es la Diosa del Limbo, mi abuela es una Sacerdotisa del Desierto y vive en el limbo. —Pongo mi mano en mi barbilla otra vez—. Lo que yo no sé, es si Isela y Cielo se llevan bien, porque hay cosas que no me cuadran.

—Bueno, como sea, vamos a lo importante, dijiste que sabes cómo encontrar a Kael y a tu bebé, di cómo así le entrego el mandato a mi hermano menor y me largo.

—Oye, no me voy a quedar en este reino y Kael tampoco, así que aguántate. Desierto tiene otros planes para mí, los cuales me encantan.

—Sí, sí, lo que tú quieras —expresa con sarcasmo—. Dime... —Hace una pausa—. Cielo está despierta, ¿o sigue siendo Irina?

—Eso sí no te lo puedo responder, Desierto la vio dentro del sueño que hizo Océano. Es muy confuso como obtuve toda esta información, así que no puedo asegurar nada.

Belleza de las Esencias #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora