Rebecca
Pensé que lograría distraerme como siempre lo he conseguido, pero estoy más perdida que nunca, mi concentración es incapaz de establecerse. Que Cielo me haya quitado a Océano es algo que no puedo controlar, es un vacío profundo, y no me gusta para nada.
Incompleta me llaman, siento que tienen mucha razón en eso ¿Es esto peor que la maldición? ¿Estoy destinada a sufrir? ¿Por qué tengo que ser tan débil? Ojalá pudiera deshacerlo todo, perderme como el agua, pero no puedo, estoy atrapada aquí, en mi cuerpo.
Y sinceramente Océano no me ayuda en nada, ¿pero qué podía esperar de ella? Pues eso, nada.
—Señoritas. —Vemos a Morket acercarse—. Estoy muy confundido, así que tenía que verlo por mí mismo. —Gira su vista hacia Océano y la mira detenidamente, observando que está en el cuerpo de Veinticuatro, pues de alguna forma lo sabe—. Vaya —opina, para luego mantener su silencio un momento—. Esto es raro.
Océano rueda sus ojos de ninfa.
—Me canso, pero ya que estás aquí, deberías castrarlo.
—¿A Blus? —cuestiona el dios.
—¡Sí! —Alza la voz, indignada—. ¡Es su culpa que yo esté aquí dentro!
—No creo que sea verdad —opino.
—¡Tú cállate! —me grita y luego observa a Morket—. Mírame, estoy en su ninfa. —Corre a abrazarlo—. ¿Es que acaso no te preocupas por mí? —Mantiene el rostro en el torso del dios—. Me lastimas.
Él sonríe y acota:
—Eres muy convincente y linda, pero no voy a castrar a mi hermano. Él no puede meter a nadie en un cuerpo, no que yo sepa. Si no hizo nada más, solo voy a pedirte que me acompañes. —Le ofrece su mano y ella se gira a mirar el gesto—. Estarás de acuerdo en que deberías venir a mi habitación, no puedes quedarte en la suya.
—Al fin lo ofreces. —Se aparta—. Quiero estar muy lejos de él, gracias.
—Me alegra que ya no estés huyendo de mí.
Mueve los hombros sin importancia.
—Meh, ya no tengo razones para incomodar a Askar, ahora solo te puedo molestar a ti y que Cielo se muera de rabia. Arruinarle el plan, eso suena divertido. —Se ríe.
Océano está muy bien sin mí, yo soy la que se encuentra perdida.
—Rebecca —me llama Morket y reacciono—. ¿Quieres acompañarnos?
—No, gracias —digo en seco.
Camina despacio hasta mí, toma mi mano y le da un leve beso.
—Te prometo que si encuentro una forma de regresarlas, lo haré.
Aparto mis dedos de los de él.
—No, gracias —repito más brusco—. No necesito la amabilidad de un secuestrador.
—Ja, ja, tiene razón —se burla Océano.
Morket mantiene su sonrisa y me aclara:
—No hay problema, lo entiendo, pero de todas formas te ayudaré.
—¿Te dolió? —pregunta mi otro yo, emocionada—. Tú no te cansas de ser rechazado, ¿no?
—Océano —dice de forma suave el dios—. Tienes tanta razón. —Le sonríe apenas gira su vista a mirarla—. Es curioso, pero tengo suerte, las oportunidades surgen sin previo aviso. —Creo que habla de otra persona, y esta vez le acaba de responder a su burla.
Dejo que el dúo siga su charla un poco turbulenta y aprovecho para retirarme. Decido ir en busca de Askar, ya que siento que lo dejé un poco de lado, entonces cuando al fin lo encuentro, mi culpa por dejarlo solo se esfuma.
—¿Y esa manito? —expreso molesta viendo a una rubia, agarrándolo del brazo—. ¿Se puede saber qué está pasando aquí?
—¡Oh, hola, Rebecca! —exclama mi marido—. ¿Ya te sientes mejor? —Sonríe, entonces me mira avergonzado—. Siento si he sido un estorbo, no he ayudado en mucho —se disculpa.
—¿No me vas a explicar? —Señalo a la chica que apenas me vio se puso de malhumor.
—¡Oh, es Caryn, mi dragona! —La señala—. Es raro, ¿no? Ahora tiene forma humana.
—¿No que siempre dices que es indecoroso que te anden agarrando? —consulto.
—Tranquila, le gusta Amatsu —aclara—. Además, ¿cómo te engañaría con una dragona? Eso sería raro. —Mira a Ankor que no lo había visto—. Sin ofender.
El hermano enarca una ceja y declara indignado:
—¿Disculpa?
—Nada, nada, solo bromeo. —Se ríe Askar, luego me mira, ve que sigo enojada y se suelta de ella, entonces se me aproxima corriendo—. Mujer de sueños, jamás te traicionaría, lo juro —dice alarmado.
Suspiro.
—Lo sé —le contesto—. Lo que pasa es que me estoy sintiendo tan distraída, que ya ni logro concentrarme en lo que debo pensar.
—Ay, Rebecca, deberíamos irnos. —Señala a su hermano—. Vámonos con Ankor, nos tomamos unos días y luego regresamos, bien fresquitos como una lechuga. —Hace una pausa—. Ya me dio hambre, aunque prefiero un pollo. —Se relame los labios y me río, así que me mira—. ¿Eso es un sí? —Mueve las cejas.
—No —digo cortante—. Aquí están todas las respuestas, no me puedo ir, y además, ¿cómo entraste? —le consulto a Ankor—. No se escuchó ningún anuncio.
—¡Verdad! —Se da cuenta Askar.
—Su rey se encuentra desaparecido, entonces los siervos se alarmaron tanto, que se olvidaron de anunciarme.
¿Fared está desaparecido?
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Belleza de las Esencias #6
FantasySe enfrentaron a Aeistian, padecieron el inframundo, se perdieron en los sueños y ahora toca la respuesta más importante. Porque la verdadera belleza está en el alma. Belleza de las Esencias. *Por Viviana Valeria V.