Capítulo 26

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Rebecca

¿Quién hizo este elaborado mapa? Dejo de mirarlo cuando encuentro a Jacky y a la tal Aerix hablando muy amistosas. Una sensación se apodera de mí y uno de mis mechones rubios se vuelve celeste.

—Qué insoportable —expresa Océano a través de mis labios.

Genial, la loca se activó porque tiene celos de Bosque.

Mi mano raspa incrustando mis uñas en la pared, con puro odio, hace hasta ruido y mis dientes se presionan con furia.

El mapa se cae al suelo.

—Rebecca, ¿no te dije que no molestaras a Aerix? —Oigo detrás de mí y me giro—. Océano —afirma Morket al darse cuenta.

—Hola, Morket. —Sonrío con malicia.

—¿No era que te mantendrías oculta porque Cielo despertó?

—No soy cobarde. —La vista se mueve hacia Aerix—. Solo me irrita ¿Quién se cree que es esa?

—¿Y a ti por qué te molesta?

—Desierto es mía.

—No sé cómo tomarme eso —opina.

—Yo sí. —Llega Blus rodeando con su brazo a Morket y se pone a cantar una canción del mundo de Paraleio—. "No, no es amor, lo que tú sientes, se llama obsesión".

—¿Qué estás diciendo?

—La gente de otros mundos, canta cosas raras en sus sueños, no sé. —Mueve los hombros sin importancia y sigue cantando—. "Una ilusión, en tu pensamiento, que te hace hacer cosas, así funciona el corazón".

—Me fastidian —expresa Océano y se gira con mi cuerpo para retirarse.

—No deberías ir por ahí, es peligroso. —Me sigue Morket.

—Besarse con ella es peligroso, te muerde —opina Blus, entonces Océano se detiene a mirarlo.

—¿Disculpa? —Se mueven mis labios.

Veo que está comiendo una galleta.

—¿Quieres? —Mastica.

—Iugh, no ¿Qué te pasó? Desde que pediste disculpas, eres más absurdo, te ves patético.

—Patéticas tus uñas, al menos las mías son más bonitas. —Blus se mira las uñas encantado—. Suerte que Rebecca se arregla el cabello, porque sino ahí tendrías un nido de tarántulas.

—Agh, me duele la cabeza de solo escucharte.

—Blus, por favor —le pide Morket y luego me observa—. No puedes andar por ahí sin más, si Cielo se entera...

—Cállate, me caes mal.

—Todos te caen mal —opina Blus—. Destilas odio, desintoxícate.

—Claro, me desintoxicaré perdiendo a quien amo. Ah, cierto, no amo a nadie ¡Oh, verdad! Esa es tu trágica historia, ¿no? Perdón, he sido insensible —se burla Océano—. Aunque no hay que preocuparse, ya la reemplazaste, ¿no? Seguro te fornicas a la boba esa, pensando en Veinticuatro.

Blus se queda pálido.

—Ya cállate. —Nos cubre la boca Morket—. Ven conmigo.

Gracias al cielo, Océano me causaba jaqueca de tanto odio.

¿Y ahora cómo vuelvo a recuperar mi cuerpo?

Belleza de las Esencias #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora