Capítulo 81 (Final parte 4)

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Morket

Bosque se ha ido y me ha dejado una rosa en su lugar. Sonrío enamorado y huelo el aroma. Cuando dejo de perderme en su hipnotizante fragancia, abro los ojos y me encuentro con Cielo, parada en frente de la cama, en la cual continúo acostado.

—¿A qué debo esta visita?

—Qué rápido te olvidaste de mí —opina y en su mirada puedo notar tristeza.

—¿No es acaso lo que me pediste? —Dejo a un costado la flor que empieza a marchitarse, pero que sé que no es mi culpa, sino la de ella, le quitó su esencia a propósito—. No te entiendo, Cielo. —Me pongo una bata, entonces me levanto de la cama.

Su mirada es asesina.

—Me hiciste una promesa.

—¿Por qué de repente ahora...

—Cállate y siéntate. —Hace un movimiento con su dedo y como si el tiempo me obligara, vuelvo a estar sentado en la cama a mucha velocidad.

—Te escucho. —Sonrío.

—Irina, Doru, Fared, mis ex, todos me rechazaron, pero creí que tú eras diferente. Parece que me equivoqué ¿Dónde quedaron tus promesas?

—Cielo, yo... seguí adelante. Desierto, Océano y tú me rechazaron, entonces cambié, decidí aceptarlo. Te seguiré cuidando y teniendo cariño, pero yo ya no...

—Cállate, no lo digas. —Cierra los ojos con fuerza, hace un suspiro y luego los vuelve a abrir—. ¿Ya no me amas? —expresa triste—. Prometiste que me prestarías atención ¡¿No cumples tus promesas?! —Agarra mi ropa con fuerza y sus ojos ya están humedecidos—. Me dejé llevar por el rencor, pero sin importar qué, tú siempre me has seguido ¡¿Ya te olvidaste de mí?! —Lágrimas mojan su rostro.

—No, por supuesto que no, es que me enamoré de nuevo y quiero hacer otras cosas, deseo comportarme diferente. Cometí muchos errores en el pasado y no quiero arruinar esta oportunidad.

—Bosque, ¿cierto? Qué irónico que ahora te guste la chica inocente ¡Yo era la niña inocente! Yo te esperé y te esperé... —Toma una bocanada de aire—. Y nunca llegaste, siempre te esperé como una tonta. —Se acongoja—. Fui una tonta.

—Para nada, Cielo, tú...

—Me cargaré a todos, empezando por Bosque.

—Cielo, no digas eso —expreso molesto.

—¡¿O sí no qué?! —grita furiosa.

Frunzo el ceño.

—Me harás odiarte —digo sincero y calmado.

—¡Lo sabía, la eliges a ella, nunca me has elegido a mí! ¡Ni a Océano le hacías estos desplantes cuando lastimó a Desierto! ¡Nunca me amaste, admítelo! —Me golpea varias veces seguidas.

Detengo sus manos y me quedo en suspenso por un momento, analizando lo que dijo, dándome cuenta, entonces al fin le respondo.

—Lo siento —digo triste—. Tienes razón, nunca te amé, Cielo.

Belleza de las Esencias #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora