Océano
Me siento muy mal, todo me da vueltas, escucho voces y no son las mías. La vista se me nubla por momentos, entonces me siento. No conozco esta cama, hay algo raro en el ambiente y creo que soy yo.
«¿Qué es esta roncha?», pienso al mirarme el brazo.
—¡Oh! Ya despertaste. —Visualizo a Blus—. Espero esta vez no te desmayes.
Entrecierro los ojos porque no lo veo muy bien.
—¿Qué? —digo confundida.
Esa no es mi voz.
—Ah, es que te desmayaste como tres veces, empezaba a preocuparme.
Suspiro con cansancio.
—Eres patético.
Se ríe.
—Sí que eres tú.
—¿Quién más iba a ser? —Frunzo el ceño—. ¿Cómo llegué aquí? —Me toco la cabeza.
No escucho a Rebecca.
—Será mejor que lo veas por ti misma. —Señala un espejo en la pared.
—¿Cómo llegué aquí? —insisto, ya que no recuerdo—. Más te vale no haberme tocado ni un pelo, imbécil.
—Para nada —dice con orgullo—. Ya sabes, ahora soy el Blus patético, no ataco a ninguna mujer.
—¡Aburrido! —expreso con cansancio y muevo mis pies en dirección al piso, para bajarme de la cama—. Me voy. —Bajo del colchón, ayudándome con ambas manos, porque mis piernas tiemblan.
—No puedes irte, Cielo dijo que necesitas descansar y mucha tranquilidad para la transición de tu alma, ya que lastimaras el cuerpo, así que mandé a mis ninfas al otro cuarto, a la única que puede que veas es a Aerix, pues ella no es revoltosa, no molestará.
Logro sostenerme solo con mis pies y al fin me pongo erguida, alejándome de la cama.
—Cielo —susurro pensativa y me toco el abdomen.
—Insisto, deberías mirarte en el espejo, sé que es algo repentino y yo todavía no lo proceso, pero será todo más fácil si lo descubres por ti misma.
Alzo la vista.
—¿Por qué tengo que hacerte caso? —Enarco una ceja.
—Mm, no creo que deba responder esa pregunta, al menos hasta que te mires al espejo.
—¿A cambio de qué?
—Tú sí que eres bien negadora sobre arreglarte, pero te juro que no tiene nada que ver con ser tu estilista o algo así, es más, ya te peiné el cabello, por lo tanto eso no me preocupa.
Miro mi pelo que está blanco.
—¿Qué le hiciste a mi cabello?
—Ah, eso no lo hice yo, el color real es negro, perdió pigmentación cuando el cuerpo se cruzó con el vacío. Es muy normal perder los colores cuando padre se queda con toda esa energía, pero no te preocupes, se recupera con el tiempo, o eso espero.
—¿Por qué hablas de Ketran? ¿Qué tiene que ver tu papito en esto?
Imágenes vienen a mí como si fueran mías ¿Estoy corriendo? No, no soy yo, esos no son mis recuerdos.
—Por favor —vuelve a insistir Blus y señala de nuevo el espejo.
Bufo.
—Bien, pero solo si eso hace que me indiques dónde está la puerta, no veo bien —aclaro.
—Oh, lo siento. —Se acerca y toma mi mano, la cual reacciona con un cosquilleo, que definitivamente no es mío—. Te ayudo —expresa sonriente—. Creí que me ibas a agarrar a palazos si te ayudaba. —Se ríe y su otra mano toca mi espalda para darme un empuje para avanzar.
—Sí, cuando me sienta mejor te ahogaré, no toques tanto.
—Ya llegamos. —Me suelta.
Alzo la vista en dirección al espejo y parpadeo varias veces para ver mi reflejo mejor. Mi vista está borrosa, pero esa definitivamente no es Rebecca.
Apoyo mis manos en el espejo, sorprendida, para acercarme y verme con más claridad.
—Cielo te puso en Veinticuatro —aclara al fin.
Me giro rápido, apoyo mi espalda en el vidrio y lo miro con los ojos bien abiertos.
—¿Qué? —Quedo tiesa hasta que reacciono—. ¿Me metiste en tu ninfa?
—Oye, no fue mi idea, esa fue Cielo y no es como si lo pudiera revertir. No te exasperes, no es tan malo. Exceptuando la parte que te puedes dañar a ti y a Veinticuatro durante la transición, así que cálmate.
—¡Le diré a Morket y te castrará! —amenazo.
Rueda los ojos.
—Ya te dije que yo no hice nada ¿Y por qué Morket? Creí que te valías por ti misma —se burla.
—Porque está obsesionado con sus mujeres y yo me aprovecho de esa dependencia emocional que tiene. —Revoloteo las pestañas—. Ahora apártate. —Lo empujo y cuando al fin veo la puerta, voy a paso rápido hasta allí.
—Espera —expresa en el momento que yo pongo la mano en la manija y él posa la suya encima de esta.
El corazón de Veinticuatro se mueve rápido, entonces salta el recuerdo de un beso ¡Iugh!
Este físico siente buenas sensaciones cerca de Blus y yo que siempre lo he aborrecido, genera que haya un revoltijo en mí.
—¡Déjame en paz! —Le doy un codazo y logro salir de su habitación.
¡Uf, hace calor!
Malditas emociones, me recuerdan a la atracción que sentía por Askar, solo que yo no tenía ningún problema con el sexy pelirrojo, así que no había un choque de sensaciones contrarias.
—Me siento mareada —balbuceo, agarrándome de la pared.
—¡Océano! —Me alcanza Blus—. No puedes irte así, necesitas una transición tranquila y calmada, sin contar que ser una ninfa de los sueños, no es lo mismo que ser una Belleza. Hay muchos factores que te tengo que explicar, como tus poderes, la agilidad que posees, tu lado animal e incluso la conexión que tienes conmigo —intenta explicar, pero no le hago mucho caso, no solo porque me da igual, sino que también no me siento bien para prestar atención, menos a estupideces.
—Sí, sí, lo que sea —respondo sin importancia.
—Océano ¿Me escuchas? —Me ataja cuando las piernas otra vez no me mantienen parada—. ¡Oye!
Pierdo el conocimiento.
___
¡Y llegamos al capítulo 50! Como notaron Océano comienza a narrar, me lo pensé mucho, pero al final la incluí, y también lo disfruté mucho jaja ❤
En los próximos capítulos empieza la boda de Fared e Irina ¿Ansiosos? Esas son escenas que también voy a disfrutar jeje
Atte: Vivi.
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Belleza de las Esencias #6
FantasySe enfrentaron a Aeistian, padecieron el inframundo, se perdieron en los sueños y ahora toca la respuesta más importante. Porque la verdadera belleza está en el alma. Belleza de las Esencias. *Por Viviana Valeria V.