Introducción

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Hace muchísimo tiempo, entre los inicios del infinito y el bosque de la fertilidad.

Aerix

Corro descalza por aquellas tierras peligrosas, llenas de plantas asesinas y que para nada se complementan con mi poder.

Perdida, cansada y llorando, como una niña pequeña que solo quiere paz. Pero ya no soy una niña, soy una adulta, una adulta que ha dejado de crecer.

Mi cuerpo se ha llenado de ronchas enormes, mi piel se ha deteriorado porque se comió mi energía.

No sé cómo he hecho, no sé cómo he sobrevivido, pero no puedo luchar más. Sin embargo el miedo se apodera de mí, cuando oigo pasos, esos ojos observándome en las penumbras. Quiero gritar, pero mi garganta se ha secado de tanto hacerlo.

—Por favor... por favor... —Lloro y caigo de rodillas—. No me lastimes más.

—Creí que morirías, pero sigues aquí. —Oigo a Isela y me sobresalto—. Es la primera vez que veo que alguien sobrevive tanto a mi padre, cuánta determinación ¿No has aprendido que no se le pide clemencia?

Alzo la vista rápido.

—¿Y qué puedo hacer?

—¿Qué te parece irte? —Sonríe y veo sus dientes afilados de monstruo, así que bajo la viste por el susto.

—Isela, ayúdame, no puedo salir. —Lloro—. Por favor, no dejes que me encuentre.

—¡Tengo una idea! —grita como niña y la miro, ahora es una infante—. ¿Qué te parece coquetearle a Blus?

—¿A Blus? —digo confundida—. ¿Tu hermano?

—Sí, intercambiaremos a su ninfa por ti. Ella se vaciará rápido, pero no importa, ya estarás en su lugar para ese momento. Seguro que nadie se dará cuenta.

—¿Por qué quieres hacer eso?

—Ah, es que Blus y Morket se van a amigar en el futuro, entonces hay que separarlos, juntos son un peligro. De hecho necesito que juegues con ambos, pero para ti debe ser fácil con todas tus esporas y cosas raras de Belleza del Bosque ¡Mírate! Has sobrevivido a papito lindo, por años de seres vivos y todavía no te ha logrado vaciar, algo de especial debes tener.

—¿Y si me niego? —Frunzo el ceño.

—¿Para que te vas a negar? Puedo oler tu desesperación hasta el lago de la vida.

—Tienes razón, pero...

—Por esa negativa, te voy a dejar unos días más con él ¡Adiós! —Desaparece en frente de mí.

—¡No, Isela, no, espera!

De mi boca sale un quejido cuando oigo el sonido de unas ramas, el líquido se acerca y me levanto despacio del suelo.

—No, no, no, ya me encontró.

Actualidad.

—¡No! —Abro los ojos abruptamente.

—¿Por qué gritas? —se queja Blus y se cambia de posición en la cama, dándome la espalda.

—Eh, yo... nada. —Respiro con agitación—. Una pesadilla.

Se carcajea.

—Eso es imposible. —Se da la vuelta a mirarme—. Estamos en el mundo de los sueños, yo controlo eso y no recuerdo haber programado alguna para ti.

Frunzo el ceño.

—Vete a dormir. —Me levanto de la cama y comienzo a vestirme—. Ni siquiera estás mentalmente estable para manejar pesadillas, ya duérmete.

—¿Estás loca? Tengo que trabajar, además sabes que le haré una ceremonia a Veinticuatro. Ya van meses de lo ocurrido y no he preparado nada, sin contar que es tu culpa.

—Claro que no. —En realidad sí, he evitado que se cruce con Morket todo lo que he podido.

Se supone que está ceremonia los va a unir más, por lo que dijo Isela.

—Deja de fingir, sé que intentas evitar a mi hermano.

—¿Por qué lo iba a evitar? Ni lo conozco.

—Te encantará, es todo un caballero. Quédate con él, así me dejas en mi soledad. —Se cubre la cara con la almohada—. Me asfixio, pero sigo sin morirme, qué triste la eterna existencia.

Suspiro.

—Está bien, vamos.

No puedo creer que sienta lástima por este dios, he pasado demasiado tiempo con él. De alguna manera siempre será mi pase de salida. Cualquier cosa es mejor que quedarme con el ser de mis pesadillas. Muevo mis dedos viendo salir las esporas de las que tanto habla Isela, son mi única salvación de la desdicha.

Belleza de las Esencias #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora