Capítulo 23

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Fared

Salgo del comité junto a Kael y nos detenemos en el pasillo, ya que le voy a decir algo que nunca creí decirle.

—Gracias —expreso con rabia y sonríe, aun así termino la frase—. Desde que llegaste se han alivianado mis tareas.

—No hay de qué, esa banda de buitres aprovechan cualquier oportunidad, hay que apoyarnos mutuamente frente a ese comité.

—Como sea ¿Vas a aceptar el mandato? Hay que organizar esa coronación pronto, así me puedo largar.

—No creo que sea tan fácil. —Bufa—. Tiene que haber una forma para que todos estemos de acuerdo.

—Es tan fácil como llenar unos papeles y ponerte la corona en una ceremonia.

—Déjame que organice todo y después hablamos de eso.

—¿Para qué? Ya tienes heredero y todo, ya apúrate.

—Hablando de ceremonias... —Cambia el tema—. Voy a pedirle matrimonio a Jaelyne y si me dice que sí, espero casarme pronto.

Enarco una ceja.

—¿Y por qué me lo estás contando?

—Eres el rey, necesito tu bendición. —Se ríe.

—Aburrido. —Bufo—. Bien, te bendigo, mándame la fecha por escrito. —Me retiro.

—¡Será pronto, te lo afirmo! —grita cuando ya estoy lejos.

Hablando de bodas, ¿dónde está Irina? Le consulto a un guardia y me indica las escaleras, así que me dirijo a ver a mi prometida, ya que ahora tengo un rato libre. Ocuparme del comité me ha llevado casi toda la tarde.

Visualizo a Irina sentada en el suelo de la azotea del castillo, me acerco y me siento junto a ella.

—¿Qué miras? —consulto.

—¡Fared! —expresa emocionada y se agarra a mi brazo—. Observaba el atardecer y ahora mi tarde se ha vuelto perfecta.

—Ya veo.

—¿Qué estuviste haciendo? Cuéntame algo.

—Cosas aburridas con el comité, ah y Kael se va a casar.

—¡Qué emoción! —Hace una pausa—. ¿Y nosotros cuándo?

—Nosotros vamos despacio, deja que los apasionados hagan sus cosas primero.

—Tengo miedo —susurra.

—¿Por qué?

—De que ya no me quieras más.

Me sonrojo.

—¿Por qué dices eso?

—Porque soy aterradora.

Me río.

—¿Tú? ¿Aterradora? —Giro mi vista a mirarla y veo sus ojos tristes—. ¿Qué pasa?

—He dicho cosas feas y no sé si las dije, pero me duelen. —Sus ojos se humedecen.

—¿De qué estás hablando?

Niega moviendo la cabeza y se aparta de mí, dejando de abrazarme.

—De nada.

—Si quieres llorar, es porque algo te pasa. Si vas a ser mi esposa, será mejor que me lo digas —amenazo.

Hace puchero.

—No.

—¿Por qué no? —insisto.

—¡Fared, estúpido! —Se levanta y se va corriendo.

¿Y ahora qué hice? Bueno, sí, seguro es mi culpa, siempre lo es.

Me paro del suelo también y la sigo hasta el pasillo, donde la alcanzo.

—Irina, por favor. —Tomo su mano, deteniéndola—. ¿Qué pasa?

Me mira.

—No voy a decirte.

—Dime —exijo dominante.

—No —expresa determinada.

Presiono los dientes.

—Niña escandalosa, no me hagas enfadar.

—Yo... yo... —expresa nerviosa, pero de repente me empuja hacia la pared—. Yo te amo —dice con un gesto diferente, el cual me descoloca.

Acto seguido me besa, entonces sin pensarlo mucho le correspondo. Este beso es extraño, es como si me chupara la energía ¿Irina es más fuerte que yo? ¿Qué es esto? Mi orgullo viril se siente amenazado, así que soy yo quien la empujo hacia la pared, cuando la giro.

—Fa... Fared, espera... —me pide cuando mi boca está en su cuello descubierto, que yo mismo destapé, y mis manos dentro de sus ropas, acariciándola.

—Lo siento. —Me alejo agitado.

Mierda, estoy quemando.

Quemando etapas, por culpa de mis impulsos, etapas las cuales juré que tomaría despacio. 

Belleza de las Esencias #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora