Capítulo 33

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Aerix

Me río y aplaudo al compás de la música, los humanos son tan divertidos, quisiera ser como ellos. Ojalá pudiera, la libertad parece agradable y yo soy presa del miedo.

—¿Cómo te sientes?

Me sobresalto.

—Ay, Morket, me asustaste —le aclaro—. No aparezcas así.

—Perdón, vi que estabas sonriendo, pero luego dejaste de hacerlo.

—Estoy bien ¿Podrías dejar de seguirme como acosador? —Mantengo la mirada en el baile de los humanos.

—Me dijiste que podía acompañarte.

—Eso fue hace días. —Bufo.

—Me lo tomé a largo plazo.

Giro mi vista hacia él y sonrío.

—Eso se llama jugar con las palabras, eres un aprovechado, yo no te dije que podías acompañarme por la eternidad, solo era por ese rato y te recuerdo que también dijiste que permanecerías callado.

—Tienes razón. —Sonríe también—. Solo me limitaré a mirarte.

Me sonrojo y vuelvo a observar a las personas bailar.

—Bueno, está bien, no hace falta que te calles, eso de ser limitador no me gusta, es como si obligara a alguien a hacer lo que no quiere. —Recuerdo a Ketran.

Puedo acordarme de como obedezco, aunque no quiero, pero si no sigo sus órdenes, será peor.

—Bosque. —Me sobresalto cuando me llama—. No te pierdas en tus miedos. —Se acerca a mi rostro—. Te ves pálida, te traeré un vaso de agua.

Solo asiento y lo veo partir.

Me concentro nuevamente en la música y aplaudo. Visualizar a la gente bailar, me hace sonreír con felicidad de nuevo.

Un aroma aparece en mi nariz, entonces detengo todas mis acciones. Hay alguien detrás de mí. Observo mis brazos y respiro agitada, tienen ronchas, ronchas redondas y de gran tamaño, que puedo reconocer enseguida.

—Te extrañé, mi presa. —Escucho, entonces me paralizo.

No puede estar detrás de mí, no, es imposible ¿Cómo es que no lo presentí? Estas ronchas debieron haber aparecido mucho antes.

Escucho mi respiración, me giro despacio, entonces me encuentro con esas pupilas alargadas de reptil. Su piel es como la de cualquier humano y también clara, exceptuando las pequeñas escamas que hay alrededor de sus ojos, que tienen un tinte más oscuro. Su sonrisa es justo como la recordaba, dientes filosos que puede cambiar, que se ocultan allí, como si fuera una boca normal, hasta que la modifica.

Tomo una bocanada de aire cuando me toma de la cintura y me acerca a su cuerpo.

—¿Bailamos? —pregunta y asiento en un leve movimiento de miedo.

En el transcurso de la música lenta, se acerca a mi oído y tiemblo.

—Estoy feliz —susurra—. Que desobedecieras a Isela, te regresa un poco más a mí, me encanta que me extrañes, mi presa.

Todo en mí está tiritando, nunca pensé que llegaría este día, olvidé por completo lo que se siente, no estoy preparada para esto.

Me avergüenza decir que me acabo de mear encima y no es para nada gracioso, es serio, también voy a llorar.

—Mírame —ordena y alzo la vista—. Puedo ver tu miedo. —Pasa sus uñas por mi cara—. Lo disfruto, disfruto con el pavor, pero... no sufras, estamos bailando, hay que festejar el reencuentro. —Pasa su lengua larga de serpiente por sus labios, es asquerosa—. Deberías estar feliz, tienes suerte de que no esté en mi forma original, así que no sufras tanto, no voy a comerte.

—Es... estoy feliz. —Trago saliva y mis ojos pican.

—Eres una buena niña. —Sigue acariciando mi mejilla—. Siempre puedes escapar —sugiere divertido.

—No... no quiero escapar.

—Lo sé, sabes las consecuencias, aunque son divertidas también.

—Todo lo que usted haga está bien.

Tironea de mi cabello.

—Ya nos conocemos, no necesitas ser tan formal.

—Lo siento. —Cierro los ojos y las lágrimas se me escapan, es cuando siento su boca en la mía, más su asquerosa lengua introducirse.

Hay saliva por todos lados.

—Mírame y bésame —me ordena a pesar de que él lo acaba de hacer.

Abro los ojos y con mis labios temblando me acerco despacio a su boca, pero me sobresalto cuando siento una mano en mi brazo, entonces me choco con otro torso.

—Padre. —Sonríe Morket.

Ketran también sonríe.

—Ha pasado tanto, te ves como todo un caballero.

—Y tú como un animal —le responde.

—Lo normal. —Se relame los labios.

—Voy a pedirte que te retires.

Los ojos de Ketran se posan en mí, luego en Morket.

—Eso no va a ocurrir, acabo de llegar y pienso quedarme por mucho tiempo.

Todo se nubla en mí, mis pesadillas se hacen realidad, ya no voy a poder dormir nunca más. 

Belleza de las Esencias #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora