Jaelyne
Quiero desaparecer.
No me gusta ser el centro de atención.
Saludo nerviosa moviendo mi mano a través de la ventanilla de la carroza. Hay tanta gente que mejor disimulo y cierro la cortina.
—Oye, cochero ¿Por qué hacemos todo este viaje? —me quejo.
—Es su gran día, hay que ir por todo el pueblo demostrando su grandeza.
—Ah, ¿sí? Voy a vomitar. —Apoyo el codo en la puerta y la mano en mi mejilla.
Tengo que recordar que esto lo hago por Kael y nada más. Debo resistir un poco, entonces la espera valdrá la pena, porque al menos tendré mi noche de boda.
Maldición, siento que no he tenido sexo hace años. Quizás es probable, pero no cuento el tiempo que ha pasado ¿Debería, no? Pues se supone que nos vamos a casar.
Concéntrate, no se supone, me estoy cansando. Suena irreal y para nada algo que haría. Me tiraría por esta puerta y escaparía, pero pobre Kael, no le puedo hacer eso. Lo amo, solo tengo que aguantar un poco más.
Lo que una tiene que soportar por amor, y por un poco sexo.
—Hemos terminado el recorrido. —El cochero abre la puerta y casi me caigo por estar apoyada en esta—. Déjeme que la ayude. —Ofrece su mano.
—Estoy bien. —Levanto mi vestido y bajo los escalones.
—¿Llevará su espada? —consulta el hombre, viéndola colgar sorprendido.
—¡Sí!
—Mil disculpas —expresa cuando ve mi pierna descubierta.
Las personas de este mundo me dan migraña, con su supuesto respeto por la ropa.
La Dama me recibe en la entrada y me acompaña, sigo a la mujer enana hasta la sala del evento. La gente me mira y oigo tambores que me aturden, pero avanzo intentando ignorarlos. Sonrío cuando veo a Kael, ya quiero llegar, así todas las miradas no se centrarán solo en mí.
Mi pareja me ofrece su mano, la tomo y subo el escalón con el sacerdote. También veo a Fared a un costado, pone un sello en un documento, entonces se lo da al cura. Ignora la situación, luego se retira ¡Yo quiero hacer eso! Pero no puedo, soy la novia, qué tragedia.
—Jacky, te están hablando —me aclara Kael.
—¿Qué? —digo nerviosa y luego observo al cura.
—Repita después de mí —pide el hombre, acercándome un libro.
—Ah, sí, sí. —Muevo las páginas—. Cuántos dioses —opino.
—Repita, duri duru muriki —expresa palabras confusas.
—Es que no entiendo.
—¿Lo ensayó? —consulta.
—Sí...
Aunque me quedé dormida a mitad de la práctica ¿Le puedo decir eso? No, seguro me mata.
¡No entiendo su religión, solo cásenos y ya!
El sacerdote se pasa toda la ceremonia hablando, diciendo palabras que no entiendo y otros monólogos que me aburren, casi me duermo, pero Kael me da la mano y me sonríe, así que yo entrelazo mis dedos con los suyos también, hago el mismo gesto cálido, sintiéndome tranquila, lo que provoca un momento más ameno.
Bueno, está feliz, eso es lo importante, por eso estamos aquí.
—Puede besar a la novia —expresa el cura y Kael une sus labios con los míos.
Oigo los gritos y esas trompetas, que me aturden un poco, poniéndome nerviosa, pero lo ignoro rodeando mis brazos en el cuello de ahora mi esposo, intensificando el beso, olvidándome de todo lo demás.
—Eres preciosa, mi agresiva. —El príncipe apoya su frente en la mía y me sonríe—. Y me das ternura. —Se ríe.
Frunzo el ceño.
—No soy tierna.
—Es adorable que estés tan nerviosa.
—Bueno, lo admito. —Bufo—. Sí, me siento patética.
—No eres patética, eres linda.
—Como sea ¿Ya nos podemos ir? —Hago puchero.
Se ríe.
—No.
—¿Por qué? —me quejo.
—Es que empieza la fiesta. —Se aleja un poco para levantar mi mano y mirar al público—. ¡A festejar!
Oigo la música y al menos ya no me están mirando, sino que se han puesto a bailar, así que suspiro y sonrío.
—Bueno, las fiestas sí son lo mío. —Miro a Kael cuando me baja la mano—. ¿Ya puedo ir a ver a Selim?
—Hoy es nuestro día, deja al bebé con Endek.
Hago puchero.
—No me dejas hacer nada.
—Oye, siempre hacemos lo que tú quieres, una vez debería ser mía.
Enarco una ceja.
—Touché, pero que sepas que no sé bailar esta música.
—No te preocupes, yo te guío. —Me hace caminar al centro de la sala sin soltar mi mano, entonces comenzamos a bailar.
Parece película histórica.
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Belleza de las Esencias #6
FantasySe enfrentaron a Aeistian, padecieron el inframundo, se perdieron en los sueños y ahora toca la respuesta más importante. Porque la verdadera belleza está en el alma. Belleza de las Esencias. *Por Viviana Valeria V.