Capítulo 2

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Blus

El inframundo, lugar de espectros y demonios, casi son lo mismo, pero igual son un problema.

—Morket necesita empleados más coloridos —opino cuando llegamos al palacio.

—¿Cómo ellas? —Aerix señala a las ninfas que nos siguen detrás—. ¿Por qué las trajiste? Creí que te caían mal.

—Estoy traumado, son un poco lentas de cerebro. Mira si me las raptan, son más frágiles todavía. No puedo abandonarlas ahora, desde que sé que nada es seguro.

—¡Ja! Eres como un padre sobreprotector. Un consejo, no puedes cuidarlas a todas, haz que se cuiden entre sí.

—Es que lo hacían, las mayores vigilan a las más jóvenes, pero como no está funcionando, lo tengo que hacer yo. —Me pongo a contar a hipervelocidad—. ¿Dónde está Tres Mil?

—¡Ya la encontré! —grita Doce.

—No me asustes así. —Suspiro.

—Lo que digo, estás exagerando —aclara Aerix y se cruza de brazos—. Lo de Veinticuatro fue algo muy puntual. —Señala a la ninfa mayor—. Además, tranquilamente Doce se encargó del asunto.

—Las ninfas son inteligentes, pero hasta un punto, verás...

—¿Los interrumpo? —Veo a Morket llegar—. ¿Por qué mi sala de recepción está tan repleta? —consulta tranquilo.

—Le haríamos la ceremonia a Veinticuatro aquí, ¿recuerdas?

—Sí, lo sé, pero es que nunca había visto que trajeras a tantas ninfas, creo que de verdad tengo que empezar a preocuparme por ti.

—Me las puedo llevar —acota Aerix—. Creen que soy una de ellas, así que será fácil.

—No —la reprendo—. Que hayas vivido como una a mis espaldas, no te da derecho a cuidar de ellas, yo las protegeré.

—Así que ella es... —expresa Morket mirándola fijo—. Bosque, ¿cierto?

—Sé que dije que te la regresaría, pero me pidió quedarse y simplemente no tenía ganas de discutir.

—No, está bien. —Mi hermano vuelve a observarme—. Necesitas más que una ninfa cerca, las Bellezas son distintas, no te sentirás solo.

—Esta conversación se está volviendo incómoda —opino.

Morket se ríe.

—Estuve en tu cabeza, ahora te entiendo mucho más. De hecho no somos tan diferentes, creía que sí, pero estaba equivocado. Los demonios no me hablan, así que estoy solo todo el tiempo y a ti tus ninfas te hablan, pero no tienes conversaciones profundas con ellas, como para decir que no estás solo.

—Oye, Veinticuatro... —Me callo cuando me doy cuenta que ya no está, así que suspiro—. Ella era un poquito más inteligente, no tanto, pero sí teníamos conversaciones profundas.

—Lo sé. —Asiente y de forma amable cambia de tema—. ¿Por qué tardaste tanto en venir?

—Pues... —Giro a ver a Aerix, pero ya no está parada a mi lado—. Eh... ¿A dónde fue?

—¿Planeas quedarte? —Morket pregunta de repente.

—¿Qué? —Enarco una ceja.

—Estaba pensando que puedes quedarte un tiempo —sugiere.

—¿Por qué haría eso?

—Necesitas unas vacaciones y no te hace bien permanecer cerca de la tumba de Veinticuatro, solo mira. —Señala a mis ninfas—. Estás paranoico, traerás más pesadillas que sueños y les afectará a ellas también.

—Sí, está bien, pero lo consultaré con Aerix.

—Se han vuelto muy cercanos —acota.

—Supongo —digo no muy convencido—. Es tu Belleza, no me la encajes a mí.

Se ríe.

—No la conozco. —Luego se pone serio al expresar lo que le conté tiempo atrás—. Solo me intriga un poco, papá la raptó, sobrevivió a él y luego Isela te la intercambió con Veinticuatro, debe estar muy dañada.

—Yo la veo bien —expreso sin importancia.

—Creo que te estima, va contigo a todas partes, aunque también puede ser un elaborado plan.

—Sí, pero me interesa muy poco, además nadie con la inteligencia suficiente quiere estar cerca de papá, exceptuando mamá, claro. —Me giro—. Me voy a ver qué está haciendo, cuida de mis ninfas.

—No me dejes con ellas —bromea, aunque hay un poco de verdad en ese chiste.

Son demasiado animadas para que él lidie con ellas.

Encuentro a Aerix mirando en una de las ventanas del pasillo, tiene una planta en sus manos.

—¿Qué haces? —indago.

—La hallé muriendo —exclama tocando las hojas, se ve bastante pensativa—. Es raro encontrarme aquí, teniendo en cuenta que si no me hubieran raptado...

—Buenas noticias —la interrumpo—. Estaremos mucho tiempo por aquí, así que puedes investigar todo lo que quieras, hasta revivir esas plantitas marchitas que tanto amas.

Se ríe y alza la vista a mirarme.

—Qué bien. —No parece muy alegre su sonrisa—. Eso me pasa por distraerme —susurra.

—Ya te oí, ¿qué ocurre?

—Nada, solo que le tengo miedo al vacío.

Me acerco hasta ella y tomo su barbilla.

—Papá no está aquí, no tienes que preocuparte.

—Lo sé, pero los movimientos en falso sí lo están.

Aproximo mi rostro al suyo.

—Isela te intercambió, pero padre no se opuso, así que, ¿qué posibilidades hay de que te equivoques? Isela lo controla todo, por eso te perdoné, por esa simple razón, es obvio que eres su marioneta, como cualquiera en este espacio tiempo.

Belleza de las Esencias #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora