Epílogo

205 32 10
                                    

Océano

Observo a lo lejos como el campo de fuerza se desvanece y me quedo apoyando mis brazos en la ventana, mirando a la nada.

Ahí se van Desierto y Cielo.

Se siente extraña esta partida. Quizás sí tengo corazoncito, aunque no del bueno. Estoy estresada.

—"Mirando a la nada, pensando en todo". —Oigo a Blus recitar un refrán y me giro a verlo.

—¿Qué quieres? —digo molesta.

Hace su gran sonrisa.

—¿Nos vamos? —consulta—. Cielo ya no está, por lo tanto ahora no estamos atrapados en Aestian, podemos viajar al mundo de los sueños.

—Sí, como sea. —Doy unos pasos hacia él.

—¡Sí! —Hace un gesto de victoria y me detengo—. ¿Qué? ¿Ya te arrepentiste? —expresa mostrando una sonrisa tensa.

—¿Para qué me voy a quedar aquí? —Alzo una ceja—. ¿No dijiste que me regresarías mi rostro? ¿Era mentira acaso?

—No, no, para nada. —Agita las manos—. Es que todavía no lo puedo creer, la gran Océano se viene conmigo al mundo de los sueños, sin ninguna objeción y nada en mi contra.

Sonrío de lado.

—Por ahora.

—Estoy seguro de que te puedo convencer. —Toma de forma suave mi cabello y se acerca a mi rostro—. Tú y yo podríamos...

—¡Hola, hermanito! —Entra Isela a los aposentos—. ¡Vengo a interrumpir!

—¡¿Otra vez?! —se queja Blus y yo me carcajeo.

Bueno, esto podría ser divertido. Dicen que no se pierde nada con probar e intentar cosas nuevas. A ver qué sale.

Aerix

Corro en dirección a la tormenta de arena que se está disipando y me acerco hasta Morket que se encuentra en el suelo, el cual empieza a levantarse despacio cuando me ve.

—Bosque. —Sonríe.

—Me asusté ¿Qué hacías ahí?

—Ser sincero, supongo. —Se ríe.

Alzo la vista al cielo.

—Parece que ya acabó.

—Sí. —Vemos a Jacky y se nota que el antiguo cuerpo de Irina se desvanece en sus manos, yéndose con la arena.

—¿A dónde fue? —consulto.

—Cielo se fue con Desierto, al Limbo.

—¿Al Limbo? ¿Otra vez?

—Es donde las almas descansan cuando no tienen a donde ir. Estarán bien, no te preocupes. Ya no hay maldición, ni oscuridad y lo mejor de todo, ni siquiera hay rencor —expresa bastante serena.

—Vaya —susurra Morket—. ¿Y cómo te sientes con eso?

—Bien, pues Desierto siempre está conmigo, de una manera u otra. —Se toca en el lugar de su corazón—. Está justo donde la necesito.

Vemos como se retira y de repente Morket toma mi mano, así que alzo la vista a mirarlo.

—¿Vienes conmigo al inframundo?

Belleza de las Esencias #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora