VI. Todo o nada

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A la mañana siguiente me encontré con que mi abuela se estaba preparando para salir, por lo que iba a tener la casa sola prácticamente todo el día. Aún estaba en pijama y ya había desayunado, así que decidí convocar a una pequeña reunión para discutir sobre el viaje, hasta que Andy mandó un mensaje algo alarmante.
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Andy 💙
Hagan sus maletas, hoy en casa de Carla nos iremos

Estás loco, no, no estamos preparadas

Luna 🌙
Es muy apresurado, además no sabemos qué pasará con nuestro cuerpo y con este mundo cuando nos vayamos

Majo 💿
Ahora no, Andy
Las demás ni están despiertas
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Claramente algo estaba tramando Andy, pero fuera lo que fuera, hoy no viajaríamos, faltaban demasiadas cosas por aclarar.
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Andy 💙
Por favor, luego les explico lo demás, pero esta es su última oportunidad si no quieren salir heridas
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Me impactó bastante el mensaje, obviamente se me vino lo peor a la cabeza. Todos mis pensamientos se vieron desviados por la presencia de mi abuela.

—Carlita, recuerda que no estaré este día y probablemente tampoco mañana, si viene alguien a la casa, ten mucho cuidado. —habló mi abuela mientras tomaba su bolso y una maleta pequeña.

—Si, está bien. —asentí—. ¿A donde vas a ir? —le pregunté bastante curiosa.

—Tú tía Panchi está enferma, iré a visitarla. —su mirada se puso triste, supe que algo no andaba del todo bien.

—¿Tía?, Nunca había escuchado de ella. —le dije.

—No es de aquí, vive en Puerto Rico. No la conoces, es pariente lejana, pero pasé mi infancia con ella. —respondió.

—Entiendo. —todo en mi cabeza parecía atarse en pequeños cabos, ¿y qué tal si es lo que creo que pienso?—. Y... de pura casualidad... ¿no tiene un hijo llamado "Edgardo"? —pregunté con mucha inquietud.

—¡Si! —respondió sorprendida.

Y ahora resulta que el mismísimo creador de Menudo es pariente lejano, pensé en mi mente de manera sarcástica. Bueno, aún no lo tenía claro, hay muchos Edgardos en el mundo.

—¿Y tú cómo sabes eso? —me miró extrañada.

—No lo sabía, fue simple intuición. —sonreí para disimular.

—Bueno, me tengo que ir, hija. —dijo mientras se acercaba para abrazarme.

—Esta bien, mucho cuidado. —correspondí su abrazo.

—Te amo. —salió por la puerta.

—Yo también a ti.

Dios santo, esto si que ameritaba una reunión.

Rápidamente hice mi maleta, puse en ella la mayoría de ropa que pareciera de la época de los 80's, artículos de limpieza personal como toalla, cepillo de dientes y de cabello, peines, crema humectante, desodorante, el poco maquillaje que uso e instrumentos para aplicarlo, zapatos entre los cuales destacaban tenis, botas y chanclas, por supuesto que ropa interior, un pequeño espejo y un peluche, cabe mencionar que la maleta es bastante grande, pero de puro milagro cupo todo eso.

Cristalina // Rubén Gómez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora