XII. Romper la realidad

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Ya había pasado una semana desde aquel incidente, justo acabábamos de llegar a casa, ya que fuimos a grabar unas canciones, seguíamos en Italia y mañana viajaríamos a la Isla de Guam.

Charlie y Robby estaban claramente en un ultimátum y yo particularmente estaba más sensible de lo normal.
Volvimos a reunirnos en un cuarto, pero esta vez el cuarto era de las chicas.

—Váyanse si no quieren vernos maquillarnos. —Luna tomó sus brochas para aplicar maquillaje.

—No nos molesta. —Robby se sentó en la cama.

Miraba cómo Silvia planchaba el cabello de Carla con delicadeza mientras ella leía una revista.

—Hey, Silvia. —entró Ray por la puerta.

—¡Ray! —Silvia dejó la plancha en el tocador y fue directamente a abrazar a Ray.

—¡Oye, Silvia! —gritó Carla—. Plánchame el cabello, no huyas. —frunció el ceño y miró a la chica.

Me acerqué a ella y tomé la plancha.

—Yo terminaré de hacerlo. —tomé la plancha.

Ella solamente me sonrió y siguió leyendo su revista.
Disfrutaba tocar su cabello y entrelazar mis dedos en el mismo. Una vez terminé, me dió las gracias y ella continuó peinándose y arreglándose frente al espejo, simplemente me quedé mirándola a lo lejos.

—Deberías de invitarla a salir. —Robby me sacó de mi burbuja de pensamientos.

—¿Qué? No, estás loco. —expresé nervioso.

—Alguien te la va a ganar. —dejó caer su brazo sobre mis hombros.

Y tenía razón, alguien tarde o temprano le iba a invitar a salir.
Me levanté decidido a hablarle, pero justo cuando se volteó a verme, ella habló.

—¿Quieres que te arregle? —preguntó feliz.

—Ehh... yo... bueno yo... —jaló mi brazo y me sentó en la cama.

—Aunque sea ponte esto. —sacó un pequeño bálsamo para labios.

Tomé el frasco y lo abrí.

—¿Es tuyo? —pregunté mirándola.

—Sí, es el que uso siempre. —sonrió—. Tienes los labios muy resecos. —miró mi boca.

Me pidió el frasco, lo abrió y lo untó en mis labios.

—Listo. —cerró el frasco y lo guardo de nuevo.

Me acerqué a ella y le di un beso en el cachete.

—Gracias. —dije mirándola perdidamente.

Vi sus mejillas enrojecer y sonrió tímidamente para luego pararse e irse a guardar su bolsa de cosméticos.
Pude notar que me miraba de reojo, y cada que notaba mi mirada encima de su silueta, de forma discreta volteaba su cara a otro lado.

—Dejaste de peinarme por estar con Ray. —Carla cruzando sus brazos y miró a Silvia—. Me vas a dejar por estar de novia con él. —hizo un puchero y frunció su ceño.

Cristalina // Rubén Gómez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora