Sábado por la mañana; los chicos se habían ido a Argentina a grabar la novela "Por Siempre Amigos".
Edgardo se había quedado en la isla junto conmigo.
Joselo y los chicos se habían ido hace tres semanas, siendo ahora un 03 de febrero.Polly y Luna se habían ido con los chicos, Silvia se quedó conmigo para que no estuviera sola con el personal.
—Buenos días. —dije contenta a través del teléfono que sostenía.
—Buenos días. —sonreí al escuchar la voz de Sergio adormilado al otro lado de la bocina.
—Feliz cumpleaños. —mordí mi labio superior mientras dejaba escapar una risa.
—Gracias, linda. —escuché su risa—. Me alegra que te hayas acordado.
—Espero que te la pases bien allá con los chicos, diles que les envío un abrazo; sabes que te quiero mucho, Sergio; nunca lo olvides. —enrollé el cable de espiral del teléfono en mi dedo índice—. Cuando lleguen vamos a festejar.
—Te adoro; espero llegar pronto para salir de este infierno. —suspiró pesado.
Me quedé estupefacta.
—Pensé que la estaban pasando bien. —me preocupé, mucho.
—Nos estamos muriendo de hambre.
Justamente escuché cómo abrían la puerta de la oficina en donde estaba.
Era el señor Acevedo.—Te llamo después, hablaré con Edgardo sobre esto. Te quiero, cuídate.
—Adiós, te quiero aún más. —escuché que hizo tronar sus labios, mandándome un beso.
Colgué el teléfono y me dirigí hacia el señor Acevedo.
—Buenos días, Carlita. —me sonrió.
—Buenos días, señor Acevedo. —le sonreí ligeramente—. Acabo de hablar con Sergio, dice que la están pasando fatal.
—Exactamente eso venía a decirte. —se sentó.
—Estoy muy preocupada por ellos; pero no puedo viajar hasta allá para ver cómo están. —exhalé.
—Tranquila, hija, tranquila. —me dio una mirada comprensiva.
—No puedo estarlo. —recargué mi cuerpo en la silla.
—Yo iré con ellos, llevaré lo necesario para prepararles comida casera y tal vez llevarlos a algún lugar para que se diviertan.
Realmente el señor Acevedo era un ángel. Un ángel de la guarda.
—¿De verdad? —me paré y lo miré asentir—. Espere aquí por favor.
Me dirigí a mi cuarto rápidamente.
Saqué mis ahorros y conté el dinero.Una vez llegué de nuevo con el señor Acevedo, le di una parte del dinero.
—Tenga, espero que sea de ayuda. —le extendí algunos billetes.
—No, hija. No te preocupes. —negó con la cabeza y me miró con ternura.
—Por favor, tenga. —agité mi mano con el dinero enfrente de él.
Finalmente accedió y tomó el dinero.
—Ya mismo compraré el boleto; Raymond está muy agotado, ni me puedo imaginar cómo estarán los demás. —tomó la perilla de la puerta—. Gracias por el dinero. —rodeó mi cuerpo con sus brazos.
—No tiene nada que agradecer. —le correspondí el abrazo.
El señor Acevedo se fue.
Quedamos en que me avisaría cuando llegara al apartamento en donde se estaban quedando los chicos.
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Cristalina // Rubén Gómez
Fanfiction-En Edición- "... cristalina, niña luz, niña luna. Nada brilla como tú, niña luna..." ¿Qué pasa cuando no aceptas la época que te toca vivir? Probablemente una depresión al no poder conocer a tus ídolos, pero, ¿qué pasa si descubres que de alguna ma...