X. Amigos

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Después de despedirnos de la señora Clara hicimos nuestras maletas.
Yo, por mi parte, estaba más que nerviosa por el viaje, ya mañana partiríamos y mientras hacíamos nuestras maletas recibimos una llamada. Era Andy.

Para resumir todo, nos dijo que Nicky había mejorado, aún seguía en el hospital, le estaban curando sus heridas y revisándola constantemente para ver qué no tuviera algún daño permanente, al parecer todo estaba mucho mejor.

Después de felicitarnos por nuestra victoria colgó debido a que tenía una presentación en un estadio.

—Andy está un poco raro, ¿no? —Polly guardaba sus cosas en una maleta.

—Un poco. —Silvia asintió—. Parecía molesto. —me miró.

—¿Tú que opinas, Carla? —Luna llamó mi atención.

—¿Yo? —me señale a mi misma—. Pues... no lo sé, no quiero pensar nada. —avancé dispuesta a salir del cuarto con mis maletas, pero Silvia tomó mi brazo y me impidió avanzar más.

—Tú no vas a ningún lado, claro que piensas algo. —cruzó sus brazos.

—Dilo. —Polly exigió.

Automáticamente todas voltearon hacia mi, prestándome atención.
Suspiré y me dejé caer en la cama.

—Estoy harta de esta confusión. —llevé las manos a mi cara—. Primero Andy, después Sergio chocando conmigo en el pasillo, —hablé desesperada—. a Rubén ni siquiera lo conozco aún, no sé si le voy a caer bien. —alcé la voz.

—¿Que Sergio qué? —Luna habló confundida.

—Olvidé decirles, ayer Sergio casi me tumba en medio del pasillo, después se me quedó mirando todo el rato. —me incorporé en la cama, quedando sentada en esta.

—¡¿Cómo así?! —Polly gritó exaltada—. Aprovecha que de seguro le gustas. —sacudió mis hombros.

—Ustedes saben que yo vine por Rubén. —me paré de la cama y acomodé mi ropa—. Quiero esperar a conocerlo aunque sea. —tomé mis maletas y salí del cuarto.

Y la verdad es que sólo quiero a Rubén, a nadie más. A pesar de que ni siquiera lo he conocido, solo quiero estar con él, no importa si solo seríamos amigos, con tal de verlo feliz, conversar y pasar el tiempo con él me doy por bien servida, más no puedo pedir.

Rápidamente anocheció. No quería predisponerme a el pensamiento de no caerle bien a Rubén, pero todo podía pasar.

Dormí pensando en él. En cómo seria conocerlo, tan pequeño, tan tierno, lleno de sueños, ilusiones y esperanza. Sé que se me rompería el corazón ver su transición de una persona alegre a una marchita. Quiero evitarle eso, ser su amiga, su compañera, su cómplice y confidente. De ahora en adelante debo de tener cuidado con Edgardo, y no solamente yo sino todas mis amigas. Ya sabemos qué pasa al final de la historia, pero ¿qué tal si podemos evitar el dolor?

Bueno, realmente el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional, y si puedo ahorrar un poco de los sentimientos negativos que Rubén pueda experimentar, mejor, ¿no?

A la mañana siguiente me encontraba más que nerviosa. Joselo había pasado por nosotras muy temprano y a las 7:00 de la mañana ya estábamos en el aeropuerto.

Tomamos el vuelo en primera clase a las ocho y media de la mañana, era la primera vez en toda mi vida que me subía a un avión de primera clase. Estaban los chicos también junto con nosotras, Edgardo ya estaba en Puerto Rico desde ayer en la noche. Decidí ponerme mis audífonos y escuchar un poco de música para amortiguar todo el tiempo que estaríamos en el aire.

Cristalina // Rubén Gómez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora