Desperté muy temprano por la mañana, eran las seis con veintiún minutos y el olor a tierra mojada en el ambiente me hacía sentir un cosquilleo en todo el cuerpo.
Rubén estaba aún dormido, yo lo miraba soñar mientras me alistaba para salir a caminar un rato a los alrededores de la casa y tal vez llegar a la playa.
Me aseguré de dejar una nota encima del tocador para que cuando el chico se despertara y no me viera supiera en donde estaba.Pasé por todos los cuartos de la casa, me encontré con un Sergio apenas despertando. Tenía el cabello revuelto y tallaba su rostro con ambas manos; no quería que me viera, por lo que caminé más rápido de lo normal.
—Hey, ¿quién es? —escuché su voz ronca.
Cerré los ojos y me maldije internamente.
—Yo. —retrocedí para asomarme por la puerta de su cuarto.
Me miró con sorpresa y sonrió.
—¿A dónde vas? —preguntó con curiosidad.
—A caminar. —respondí con nervios.
—Te acompaño. —expresó con felicidad, parándose como resorte y colocando un pantalón deportivo.
Lo que no quería que pasara, pasó.
Solo buscaba un tiempo de soledad y ahora me llevaría al Sergio más sonriente de todo el mundo.
No iba a hacerle un desplante, tampoco soy mala, y no estaba en condición de hacer sentir mal a nadie, así que acepté aunque estuviera muy inconforme.—Apúrate, no quiero quemarme. —me recargué en la pared de enfrente de su cuarto, crucé mis brazos y resoplé.
—Ya voy, señorita órdenes. —rió burlón.
Rodé los ojos y caminé por todo el pasillo deseando que Rubén no se despertara.
Bajé las escaleras con cuidado y segundos después llegó Sergio con una cara de felicidad que se miraba de aquí al espacio.—Está nublado, ¿de qué te quejas? —abrí la puerta de la casa, él la sostuvo y salimos.
—Luego sale el sol, y sabes que odio el sol. —miré un auto desconocido estacionado enfrente de la casa, me pareció extraño pero lo ignoré.
Comenzamos a caminar con tranquilidad y en silencio.
—Que raro que Rubén no viene contigo. —habló de la nada.
—Está dormido, se supone que vendría sola. —evitaba mirar a Sergio a los ojos, por lo que miraba a todos lados menos a él.
Suspiré al mirar el mar, y cerré los ojos por un momento. Me sentía muy plena de estar ahí, caminando relajada, con una compañía que no deseaba del todo.
—¿Quieres ir a la playa? —interrogó animado.
Le asentí varias veces mirando mis pies moverse al compás de los suyos.
—Vamos. —alcé mi vista mirando su rostro, sonrió ampliamente.
Le correspondí la sonrisa, tomamos rumbo hacia la arena.
Me sentía muy tranquila ahora, tenía ganas de sentarme y ver el agua.
Fuimos a la orilla del mar, caminamos sin tocar el agua por varios minutos.Para llegar al muelle tuvimos que caminar por una serie de rocas muy grandes, cubiertas con agua porque la marea las golpeaba de vez en cuando.
—Con cuidado. —Sergio me extendió su mano cuando llegó hasta el muelle.
No logré poner mi pie encima de una piedra y me resbalé, golpeando mis rodillas y manos con varias piedras filosas y rasposas. Me quejé por el dolor en las zonas lastimadas, una ola llegó mojándome casi por completo.
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Cristalina // Rubén Gómez
Fanfiction-En Edición- "... cristalina, niña luz, niña luna. Nada brilla como tú, niña luna..." ¿Qué pasa cuando no aceptas la época que te toca vivir? Probablemente una depresión al no poder conocer a tus ídolos, pero, ¿qué pasa si descubres que de alguna ma...