XLV. No es no

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Me encontraba manejando en las calles de la ciudad de Caracas. Las tiendas de discos estaban abarrotadas de muchachas, todas comprando pósters, revistas y por supuesto, el nuevo álbum de Menudo: "Los Últimos Héroes".

Respecto al golpe que me di hace un poco más de una semana, me tuvieron que hacer 7 puntos justo donde inicia mi cabello. Igual a Rubén le tuvieron que coser la rajada que se había hecho. Hoy nos quitarían los puntos en un consultorio privado.

Los chicos la estaban rompiendo como siempre. Llenos de trabajo, cansados por toda la semana de grabación y atendiendo las miles de llamadas para presentarse en programas de televisión.

Estacioné el Cadillac que me había prestado Edgardo, o "el lanchón" como le decíamos Rubén y yo. Bajé de este y entré a una papelería.

—Buenos días. —quité mis lentes de sol.

—Buenos días, chica. —una muchacha me recibió—. ¿En qué puedo ayudarle?

—Estoy buscando cajas de regalo. —acomodé las gafas en mi blusa.

—Sígame.

Dentro de 4 días sería el cumpleaños de Rubén, estaba ansiosa porque el día llegara.

—Estos son los tamaños y figuras que tenemos, la dejo para que escoja lo que quiera, y me llama si necesita otra cosa. —dijo sacándome de mi nube de pensamientos.

—Sí, gracias. —sonreí.

No había tenido mucho tiempo para planificar su regalo, pero había pensando en algunas ideas y dinero para comprar lo que necesitara. Tenía en la mira algún videojuego, probablemente un cassette de Guns N' Roses, o tal vez unas botas.

Edgardo me había insistido en comprar un celular para mantenernos en contacto, y eso solo ocasionó que me llamara a cada rato para saber en dónde estoy y qué hago. Justo cuando pagaba lo que había elegido, de mi bolso comenzó a sonar tal aparato, haciendo que refunfuñara.

—Gracias. —le sonreí a la chica y me coloqué las gafas de sol.

—Que tengas buen día, gracias a ti. —respondió la encargada.

Exhalé cansada y molesta, entré al auto y respondí.

—¿Bueno? —acomodé mis compras en el asiento del copiloto.

—Carla, ¿en dónde estás? —Edgardo habló alterado.

—Estaba en una papelería, ya voy a la casa. —rodé los ojos.

—Rubén quiere hablar contigo.

—¿Pasó algo? —me puse el cinturón de seguridad.

—Pregúntale a él.

Escuché que le pasó el teléfono al chico.

Are you there? —la voz del chico se escuchó.

—Hey, ¿qué pasó? —le respondí preocupada.

Nothing, I just called to say I love you. —contestó cantando.

—Yo también te quiero. —sonreí para mí misma.

See you. —escuché el tronido de sus labios y su risa.

—Adiós. —volví a reír—. Ya voy para allá. —escuché un sonido de aprobación de su parte y luego colgué.

No era tan común de Rubén, pero últimamente lo notaba más cariñoso que de costumbre. No me causaba ningún problema, solo me parecía un poco extraño su cambio de actitud.

Cristalina // Rubén Gómez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora