Cristalina // Rubén Gómez

XVII. Desastre y el mismo diablo

Carla's POV

Sergio y yo ya habíamos empezado una relación a escondidas, ¿una mala idea? bastante, ¿nos importaba? no mucho, ¿Edgardo nos descubriría? probablemente.

Cada noche Sergio me visitaba en mi cuarto, aún estando en La Loma, él llegaba a nuestra casa y me buscaba.
El peligro que corría era bastante enorme, más si Papo Tito lo veía, o incluso el mismísimo Edgardo.

Ahora se preguntarán ¿qué demonios hacíamos en la noche?
A veces dormir, otras veces escaparnos, otras muchas veces besarnos hasta cansarnos o hasta tener los labios hinchados.

Ya era el mes de noviembre, Sergio y yo festejábamos nuestro sexto mes de "noviazgo", y lo pongo entre comillas porque frente a Edgardo y al personal actuábamos casi como totales desconocidos.

En octubre la habíamos pasado horrible en cuanto a cuestiones de trabajo y exigencia.
Había un ambiente de tensión y un caos total en La Loma.

Problemas por todos lados, Edgardo nos había bajado el sueldo al igual que a los chicos, el personal cada vez desaparecía más y más.

—¿Quieres que nos larguemos esta noche? —Sergio preguntó besando mi mandíbula.

—No es mala idea. —suspiré al sentir sus manos vagar por mi estómago—. Espera. —exclamé quitando sus manos—. Ya viene Papo. —susurré en su oído.

Fingimos que estábamos hablando y una vez que el tipo pasó, Sergio habló.

—Que bien actúas. —sonrió y se acercó para darme un beso.

—Menos mal que me sigues la corriente. —enrollé mis brazos en su cuello.

—Malditos puercos. —llegó Silvia.

Eso no impidió que Sergio me besara.

—Ya dejen de comerse, apenas son las 2 y media de la tarde. —Ray rió.

—Dejen que disfrutemos de los pocos momentos que tenemos solos. —me paré junto con Sergio, el cual me tenia abrazada de la cintura.

—Ustedes están igual o peor, ni se quejen. —me reí al ver las mejillas de Silvia arder.

—Claro que lo estamos. —Ray abrazó a Silvia—. Les tenemos una pregunta. —nos miró.

—Dígannos. —Sergio expresó poniendo atención a la pareja.

—¿Les parece si tenemos una cita doble? —dijo Silvia.

—Nos encantaría. —miré a Sergio.

—Claro que sí. —sonrió.

Pero no teníamos en cuenta que una persona estropearía nuestro plan.

—Vamos, chicos. —Joselo habló—. Una vez más.

Juntos bailaban y ensayaban las coreografías de sus dos últimos álbumes.
Habían trabajado muy duro en las grabaciones y les estaba yendo muy bien.

—Sergio mueve más tus brazos, tú también Charlie. Robby tus piernas están muy robóticas. Ricky pon más actitud y fuerza y tú también Raymond; estuvieron muy bien. —dijo Edgardo supervisando a los chicos con detenimiento.

—Por hoy terminamos. —Sergio se acercó hacia Polly mientras me miraba con el rabillo de su ojo.

Una vez Edgardo se fue, se acercó hacia mí y se sentó a mi lado.

—Lo hiciste muy bien. —le extendí un vaso con agua.

—Gracias, Edgardo no dejaba de verme. —tomó el vaso.