XI. Trampa

543 38 67
                                    

Sergio's POV

Ya teníamos más de dos semanas en Italia grabando el nuevo disco, estaba más que agotado pero aún así trataba de verle el lado positivo a todo, y más si ella estaba conmigo.

Lleva su cámara a todas partes y aprovecha cada momento para tomar una que otra foto de las cuales yo soy el modelo. Me llama bastante la atención su forma de ser con nosotros y con sus amigas, la forma en que habla, y en general, toda ella.

Solo que había un problema, y ese problema tiene nombre y apellido. Raymond Acevedo. Yo sé que algo se traen ellos dos y también sé que además de mi, hay alguien a quien tampoco le gusta que siempre anden tan juntos.

—Luna, cómete ese pastelillo, se te va a llenar de moscas. —hablé para romper el silencio.

—Perdón. —respondió de mala gana—. Es solo que no soporto verlos juntos. —quitó su mirada del pasto en el cual se encontraban Carla y Raymond jugando dominó.

—¿Te molesta que ellos dos estén juntos? —la miré de reojo.

—No, claro que no. —contestó de manera sarcástica para después llevar sus manos a su boca y mirarme con asombro—. Hablé bastante de más, ¿verdad? —la chica salió de su burbuja de pensamientos.

Asentí un poco apenado y después miré al par que seguía riendo y conversando.

—No te preocupes, no eres la única a la que le desagrada que esos dos estén juntos. —bufé y desvíe mi mirada de ambos.

—A ti no te gusta que Carla esté cerca de Raymond, ¿no? —me miró atenta.

—La verdad no.

Miré como Carla se acercaba a nosotros y se sentó justo enfrente de mi, cambié mi semblante a uno más agradable y le sonreí.

—¿Ya llegaron los demás? —preguntó desesperada.

—Claramente no. —Luna bufó y se paró de su asiento dispuesta a irse, dejándome solo con el par —

Carla hizo un puchero por un instante y recargó su cabeza en el hombro de Raymond, quien acababa de sentarse a su lado.

—Está así desde hace días. —habló Carla refiriéndose a la actitud de Luna.

—Ya se le pasará. —Raymond respondió mirándo a Luna irse.

Y la verdad es que al igual que a Luna, a mi también me arde la sangre, yo debería de estar en el lugar de Raymond.

—Carla, ¿no tenías que hacer la fruta picada? —miré a la morena.

—A la madre. —se paró para después salir corriendo en dirección a la cocina—. No me tardo nada. —gritó desapareciendo de mi vista.

En ese momento, me paré y fui a seguirla sin siquiera hablar con Raymond.

—Chico, espera. —Raymond llamó mi atención.

—Perdón, estoy un poco perdido con todo esto del disco, no te vi venir. —mentira.

—No te preocupes, hermano. —me dió unas palmadas en la espalda.

Sí, claro, "hermano".
Una vez llegamos a la cocina vimos a Carla sacando las frutas del refrigerador.

Por suerte habíamos alquilado una pequeña casa para nuestra estadía en este país, nos fue más fácil entrar a hoteles, pero Edgardo lo hizo como medida de "seguridad".

Después de que Carla terminó de partir toda la fruta con la ayuda de Raymond, Silvia y mía, la acomodó en platos y esperamos a que vinieran los demás.

Cristalina // Rubén Gómez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora