Doy vueltas en la cama. Los recuerdos invaden mi mente como una gran tormenta. No puedo resistir mucho tiempo más, por ello, me despierto agitadamente.
No sé qué horas son o qué día es, pero lo que me atormentaba cuando era adolescente está volviendo y me tiene un poco preocupada. No logro entender por qué, si ya se había ido.
Los sueños con mi hermana, las pesadillas con Ámbar, mi madre, todo volvió e interrumpe cada noche en la que estoy profundamente dormida.
¿Debería tomar un té? A lo seguro es porque estoy muy estresada, no es posible que de repente todo ese desastre se repita en mi momento más tranquilo y mi momento de descanso. Me hace daño, lo único que me puede hacer daño es recordar mi pasado, lo cuál, debo impedirlo.
Las sábanas de mi cama son moradas como el gran edredón que uso para suministrarme calor. Traigo una bata de dormir blanca y mi cabello largo y negro está libre. Lo peino hacia atrás, mientras tocan la puerta de mi habitación.
—Puedes pasar —aviso.
Observo las almohadas verificando que no haya sudado. Las puertas se abren y como no sude, vuelvo la vista al frente.
Y es así como mi primera sonrisa del día cobra vida en el momento en que el alto hombre, cubierto por la armadura oscura, entra a mi alcoba. Podría decir que el lugar se siente más pequeño y es por su presencia y la tensión que genera al mirarme sentada en la cama en mi estado natural. Hubiera podido ser más natural si no trajera la bata, pero como ayer no hizo calor decidí dormir solo con esa prenda encima.
Echo las manos hacia atrás para apoyarme en ellas, esperando que mi guardia imperial se digne a hablar. Porque algo que no puede ocultar, es su reacción al ver a una mujer que, claramente, le gusta físicamente, pero a diferencia de muchos, Zac solo se mantiene en silencio en ese aspecto y copera con su trabajo.
—Su viaje a Bosnat —recuerda—. Levántase y alístese que queda una hora para las diez.
Siete horas de viaje. Este día va a ser muy cansado.
Ladeo la cabeza, curiosa por su comportamiento o mejor dicho, de cómo no abandona mi mirada ni un segundo, esperando alguna respuesta formal.
Cosa que no va a suceder.
—Una hora —murmuro y lo llamo con un dedo índice—. Hay tiempo para seguir durmiendo un poco más, ¿no te apetece acompañarme?
Es una broma, él lo sabe. Blanquea los ojos y escanea mi habitación.
—Apúrese —me ordena.
—No me digas que hacer —reclamo.
Me mira momentáneamente.
—¿Acaso quiere que la lleve hasta su baño? —se molesta.
Pero mi sonrisa vuelve a salir.
—Si no es mucho pedir —lo enojo más.
Trata de tenerme paciencia. Lo ha estado haciendo desde que llegó y, puede culparme, mi forma de ser es muy difícil de sobrellevar, pero como no me importa nada de eso, quito el edredón de encima y bajo de mi gran cama.
Las puntas de la bata tocan el suelo, como las puntas de mi cabello rozan mis muslos. Camino lento hasta Zac bajo su mirada es oscura, pero sigiloso. No pretende abandonar mis ojos y esta bien, me gusta como el cabello lacio le roza la frente, antes de que el poco viento que entra por mi balcón lo saque de ahí.
Llego algunos pasos de distancia y llevo mis manos detrás de la espalda, alzo la cabeza un poco para tener mejor visualización y detalle de este atractivo hombre llamado: mi guardia imperial.
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QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)
Historical FictionAyla Clayton. Una reina imperial que gobierna un continente entero. Lucha con un enemigo que ha estado intentado extinguir su linaje desde hace muchos años, mientras consigue la justicia que merece su hermana difunta gracias a su maniática madre. Co...