Capítulo 9

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—Hija —susurra mi madre mientras peina mi largo cabello negro —. Recuerda que mamá te ama y siempre será así, aunque tenga que ser estricta con tu disciplina.

Asiento con un poco de miedo. Mi rostro se encuentra en un tono rojizo a causa de mi llanto de hace unos minutos atrás.

—¡Responde! —exige, jalándome el cabello con brusquedad.

—Sí.... mamá —contesto en un tono un poco bajo, pero ella parece satisfecha.

—Cuando seas una reina me agradecerás todo lo que hice por ti —asegura, pero se empieza a escuchar lejana su voz.

Miro a los lados asustada por el cambio de escena y lo noto; mi hermana mira a mi madre con miedo, mientras ella le indica que tome algo en un frasco.

—¡Hazme caso de una vez! —exige mi madre.

Mi hermana no es tan ingenua, a sus diez años sabe que no volverá a vivir. Quiero impedirlo, sin embargo, no puedo moverme, solo llorar desconsolada. Ella encuentra mi mirada, llevando el envase a su boca, pero antes, murmura con los labios temblorosos un "te amo" y toma el contenido del frasco.

Siento que se me va el aire cuando abro los ojos.

Levanto medio cuerpo en la cama y atraigo las piernas a mi pecho en un acto de sentirme protegida.

No quiero volver a sentir esa sensación nunca más. Presencié la muerte de mi hermana, odio, odio cada segundo que me quedé paralizada sin poder ayudarla, sin poder detener lo que estaban haciendo. La dejé morir y eso es lo que me atormenta día tras día.

Estoy lastimada y sedienta de hacer justicia por lo que Ámbar, nuestra madre, le hizo a mi hermana. Será muy pronto, de eso estoy bastante segura, pero hoy no es el día.

Hoy se cumplen ocho años de la muerte "accidental" de mi hermana.

La extraño tanto, echo de menos su característica alegría que iluminaba mis días, sus sonrisas y lo mucho que le gustaba peinar mi cabello.

Es tan frustrante saber que no la tendré nunca más a mi lado, y por más que me esfuerzo en ignorar ese vacío que ella provocó, sigue ahí, intacto, porque lo que dejó es un agujero negro, no tiene con qué rellenarse, jamás lo tendrá.

Con un horrible ánimo, bajo de la cama y acudo a un baño relajante para, por lo menos, estar presentable el día de hoy.

Me visto con mi distinguido traje para montar a caballo. Dejo mi largo cabello suelto y cubro las manos con unos guantes, como también los pies en unas botas. Ya lista, se abren las puertas de mi habitación y todo mi séquito me está esperando.

Quiero ignorar la mirada que me lanzan las doncellas. Saben qué día es hoy y no pueden fingir que sienten lástima por mí.

—Preparen a Naiara y al caballo asignado para mi nuevo guardia imperial —ordeno.

Una guardiana se inclina antes de ir a cumplir mi petición.

Aprieto los labios, pero la sensación de estar percibiendo compasión entre las que me rodean, me hacen enojar.

Por lo mismo, termino volteando hacia las doncellas.

—O quitan esas caras o se quedan sin trabajo —aseguro.

Bajan la mirada con disculpas y mi dama de compañía las observa con reprobación.

Ignoro todo y me encamino a ver a mi conde para informarle que no estaré en el reino por un momento.

QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora