Capítulo 52

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Ayla.

Una vez leí que el tiempo es como un copo de nieve; desaparece mientras tratamos de decidir qué hacer.

Y lo apruebo, porque en el tiempo que decidí esperar a que todo mi plan resultará perfecto, Ámbar solo hizo que mi padre desapareciera.

Han pasado dos días o tres, no tengo ni idea, pero ha sido una completa tortura. Recordar y pensar que todo esto se habría podido evitar si hubiera actuado antes, me sofoca cada segundo. Si me hubiera percatado del peligro y lo hubiera evitado, podría tener a mi padre conmigo y no solo su cabeza.

Mi dieta estos días solo se ha tratado de chocolate con leche y Whisky. No me importa el mal que le hago a mi cuerpo, si me ayuda a sentir menor culpabilidad.

Como si eso se pudiera quitar.

Me mantengo en mi cama. No me he bañado ni arreglado. Solo observo la nieve caer desde el balcón, mientras estoy sentada y cubierta con un edredón púrpura. La vida jamás ha sido fácil, ni para mí, ni para nadie. No puedes ser simplemente feliz o simplemente triste. Debes ser los dos para continuar con la vida.

Y eso es miserable.

Yo más que nada he vivido las dos partes, pero mucho más la asquerosa tristeza. La impotencia de no haber hecho nada. De no haber protegido a mi familia. Es una culpa que me acecha todo los días. Que está ahí, tocando la puerta solo para recordarme de su existencia, de lo que no fui capaz de hacer para mantener a mi familia a salvo.

Y es detestable. Egoísta y rencoroso.

Sacudo mi cabello con frustración. Ya ni siquiera sirve llorar. Mi cabeza palpita gracias a que he estado llorando todas las noches. Ahora solo quiero estar en silencio.

Es más doloroso, más tormentoso. Sin embargo, si quiero levantarme y enfrentarme al mundo, debo de sufrir antes. Porque, aunque la vida está llena de malditas consecuencias, siempre consigo que esas consecuencias se inclinen ante mí.

Es masoquista, pero es mi única forma de salir adelante. Lo aprendí cuando mi hermana murió. En ese tiempo duré cuatro años para volver a levantarme. Ahora no será del mismo modo. Tengo nuevas estrategias, las cuales muy pronto serán ejecutadas.

Humedezco mis labios secos. Me restriego un ojo y la puerta se abre en ese preciso momento. Volteo a ver con confusión, mas solo es mi cocinera: Britany.

Ella y las doncellas son las únicas que tienen permiso de entrar a mi habitación.

La adorable rubia me da una reverencia y se acerca a mí con una tabla en sus manos. Ojeo lo que trae y arrugo la nariz cuando no encuentro mi chocolate con leche y menta entre las tazas que trae consigo.

—E-el té de manzanilla le hará bien —explica nerviosamente y acomoda la tabla encima de mi regazo—. También le traje jugo de naranja. Necesita un poco de vitamina C, majestad.

No protesto, solo empiezo a comer las galletas de chocolate en silencio.

—Majestad...

—Ya te oí —exclamo—. Ya lo tomaré. Tenía hambre.

Ella se sonroja. Levanto la taza de té e ingiero un poco de la infusión —aún cuando sigo prefiriendo mil veces mi chocolate con leche—. Me acabo la bebida caliente con Britany observándome. Me acabo también las galletas y el jugo. Quedo muy llena y eso es gracias a la chica, que no ha dejado de atenderme.

La miro y ella baja la mirada. A simple vista la noto muy ingenua y adorable. Sin embargo, algo muy en el fondo, me afirma que es completamente diferente a mi pensar.

QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora