No creí que esas 72 horas iban a pasar tan rápido. Ahora falta aproximadamente una hora y media para la estúpida fiesta casamentera.
Mi reino es un descontrol; la gente camina de aquí para allá, arreglando y decorando para que todo esté perfecto, tal y como mi Nana lo indicó.
Ella es la madrastra de mi padre. Cuando la mamá de él murió, mi abuelo se casó con esa señora, Antonella. Un nombre feo para mí y para ella, tanto que me obligó a decirle Nana y a los demás Lady.
Recuerdo que, cuando Ámbar se lo permitía —que eran pocas veces—, visitaba el reino para vernos a mi padre y a nosotras, llevándonos dulces de todo tipo. Creo que fue por ella que me hice adicta al chocolate, ya que Ámbar no nos dejaba comer nada de eso, así que papá nos daba a escondidas en las visitas de mi Nana.
Esas acciones con nosotras hicieron que le tuvieramos cariño ha esa vieja que se niega a aceptar que está envejeciendo. Mi nana nunca tuvo un cargo en la monarquía y ahora no está para uno, solo que a ella las demás personas le tienen respeto y también tiene mucha influencia —gracias a mí, claro—.
Lo sé, lo sabe y lo sabemos, pero es porque a mí no me gusta tenerla aquí metida, por eso dejo que use mi nombre como estrategia para que las invitaciones le lluevan y así se pueda ir de fiesta.
En fin...
En estos tres días he estado llena de trabajo. Hubo varios juicios. Un caso en particular me pareció divertido, porque quien denunció quería que el acusado fuera al calabozo —obviamente—, pero no contó con que descubriéramos que sus "pruebas" eran falsas y quien se terminó yendo al calabozo fue él y no su objetivo. Eso demostró que a veces tus maldades se vuelven contra ti.
Los demás si eran verdaderos y se dio justicia a quien le correspondía. También hubo gente que ilegalizaba productos dentro de mis tierras, fueron detenida y demás. Como la reunión con los duques, que todavía estamos negociando la tierra que quiero.
Zac estuvo conmigo todo el tiempo. Prácticamente, mi rutina fue así: me levanté, de inmediato a mi estudio, salí de ahí para ir a la sala de trono o a la sala de reunión y después irme a entrenar.
Sucedieron tantas cosas que no me dio el tiempo para hablar con él sobre lo que le ordené hacer, pero confío en que ya llegará el momento.
Otro punto importante que me confirma que mi nana se entera de todo, es que no le permitió a Zac acercarse a mí en la fiesta. Lo consideró competencia para los demás —claramente lo es, ya que se ha convertido en mi mayor enfoque de atención en estos días—, sin embargo, no creo poder o que él llegue a acatar su tonta orden.
Agotada, pero alegre de terminar unos asuntos que tenía pendiente, me encamino hacia mi alcoba con la esperanza de tomar un breve descanso, pero cuando llego y me abren la puerta, noto lo que reposa en la cama.
Quiero reír para no llorar.
¡Esa vieja está loca, esto no es una boda!
El vestido, el bendito vestido... Está decente, pero lo que pasa es que no es para nada mi estilo.
—No, no y no —empiezo a negarme mirando a mis doncellas—. Dígale a mi Nana que esto no será usado.
Los gustos de Antonella son demasiados exagerados.
—Pero, majestad...
—¡¡Pero nada, es una orden!! —espeto con firmeza.
Ella asiente y camina hasta la puerta para salir, algo que no logra, ya que es detenida por un bastón que la hace retroceder, hasta que mi Nana queda dentro de la habitación.
ESTÁS LEYENDO
QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)
Ficción históricaAyla Clayton. Una reina imperial que gobierna un continente entero. Lucha con un enemigo que ha estado intentado extinguir su linaje desde hace muchos años, mientras consigue la justicia que merece su hermana difunta gracias a su maniática madre. Co...