"Este extra me inspiré en el video de arriba. También investigué uno que otra técnica de golpe en internet".
El combate
Cuatro años atrás.
Narrado en tercera persona.
Son las tres de la mañana en el mercado de los corazones. No hay nadie por la zona más que la reina y sus aliadas. La soberana camina con su gran abrigo negro y su cabello sujeto en una coleta alta. A su lado; con un abrigo rojo y una boina del mismo tono, se encuentra su mejor amiga: Candy. Ambas protegidas por las guardianas, quienes caminan a una distancia prudente, consciente del porqué están aquí y el porqué no pueden impedir el próximo movimiento de su reina.
Las puertas del Pentágono se abren y le da paso a las cuatro mujeres. Los hombres que se encuentran adentro, se levantan sorprendidos al ver quién acaba de llegar. La reina ni siquiera los determina, ya que, busca del área de pelea con un objetivo palpable desde el principio. Candy sí gestiona una media sonrisa, porque esos hombres deben de reverencian ante la reina, aunque no les guste la idea de mujeres presentes en el lugar.
Todos se mantienen en silencio por la presencia de la reina. De tal modo, que llaman la atención del líder del lugar. Se acerca a ellas y Ayla lo repara minuciosamente. Es un hombre alto, no tan musculoso, pero si intimidante para cualquiera menos para Ayla. La misma, da un paso adelante, eleva un poco su cabeza y lo mira sin miedo alguno, mientras pregunta:
—¿Eres quién controla todo aquí?
Los murmullos se extienden y la duda es clara cuando todos están preguntándose el porqué detrás de la visita de unas mujeres que no saben defenderse. O ese es el concepto de ellos, puesto que se niegan a aceptar que Muscadet es resguardado solo por femeninas. Por esa razón, la reina los visitó el día de hoy.
—Lo soy, su majestad —el tono que usa es descortés—. Me guaria saber: ¿por qué ha venido a un lugar tan desagradable para una bella reina?
Los demás se ríen, como si las palabras pronunciadas con repugnancia por el líder, no hubiesen sido solamente una ridiculez para Ayla.
—¿Desea, usted, una taza de té? —sigue con ese tono burlesco que le causa gracia a todos menos a las mujeres que tienen en frente.
—No precisamente un té —contesta Ayla y se quita el abrigo.
El traje de cuero pegado a su cuerpo, despierta el interés de todos los que están presentes, más cuando tiene un escote bastante llamativo. A la vez, Candy sujeta el abrigo cuando Ayla se lo entrega.
—Quiero una pelea clandestina entre tú y yo —ofrece determinada.
Sin evitarlo, los masculinos se ríen de nuevo y el dirigente levanta una ceja intrigado. Después, con lentitud, empieza a repasar con la mirada el cuerpo de la reina; no es cualquier mujer que haya visto antes. Ella se nota muy entrenada, el traje no trae mangas, exponiendo sus brazos marcados y con músculos no exagerados, pero si atrayentes y tonificados. Su cuerpo es delgado, con una pequeña cintura y sus caderas son de una agradable proporción, sus pechos son de buena medida, lo cual provoca que su mirada se entretenga por unos segundos ahí; lo cual, obliga a Ayla a respirar profundo para no asesinarlo al instante. Luego, él lleva su mirada a sus muslos y nota lo definidos que están.
Es una mujer demasiado atractiva, no solo su rostro, también su cuerpo es extraordinario... como todo una guerrera. Sonríe y sube sus ojos marrones a los grises de ella, quien espera paciente su aceptación.
—¿Qué apuestas? —cuestiona.
Eso no es nada sorprendente para la reina, ya lo sabía.
Su mejor amiga se acerca y abre un maletín lleno de pequeños diamantes, provocando el asombro de todos e incluso el del mismo líder. Este último, traga saliva e imagina todo lo que hará con ese dinero porque —claro está— él ganará... o eso es lo que piensa. Candy cierra nuevamente el maletín para que salga de su hipnosis por las joyas y se concentre en Ayla.
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QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)
Historical FictionAyla Clayton. Una reina imperial que gobierna un continente entero. Lucha con un enemigo que ha estado intentado extinguir su linaje desde hace muchos años, mientras consigue la justicia que merece su hermana difunta gracias a su maniática madre. Co...