Capítulo 35

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Me levanté con humor manejable. Baje a comer y me encontré con Sebastián solamente, ya que Candy pidió la comida en la habitación, porque su esposo no podía levantarse a causa de su dolor de cabeza.

La parte buena fue que no tuve que verlo. La mala, es que no logré ver a mi amiga esta mañana.

Hoy tengo un encuentro con los mineros del imperio. Ya es momento de que me informen el resultado de varios meses de trabajo abajo de la tierra. Es un deber que si o si debo de hacer, ya después, veré si puedo sacar tiempo y estar un rato con mi amiga.

Me puse un vestido verde oscuro estilo V, con una abertura en mi pierna derecha. Mi cabello está adulado con mi corona sobre mi cabeza. En las manos traigo un conjunto de anillos en garra de armadura de ébano con esmeraldas de decoración.

Llego a la sala de trono y me encuentro a los excavadores de Muscadet. Están vestidos formales, aunque su trabajo no es de mucha limpieza que digamos.

Se reverencian ante mi presencia. Y Zac me espera a la par de mi trono. Me siento e intento no recostarme mucho por la herida que tengo en la espalda. Esta sanando rápido gracias a las hierbas medicinales, pero se encuentra en la peor parte; donde arde y pica.

—¿Qué tienen para mí? —inicio.

Como siempre se ha sabido, Muscadet es un imperio con mucha naturaleza, sin embargo, cuando empecé a gobernar de verdad, me di cuenta que habían demasiadas minas cerradas por la nación. Así que logre abrir casi todas, descubriré muchas y compré varias, porque de esa forma fue que empecé este comercio de encontrar todo tipos de diamantes. Ellos mismo nos benefician un montón en la comercialización del imperio a todas parte del mundo.

—El verano ha hecho un buen trabajo, majestad —habla el cabecilla del equipo minero—. En la temporada de calor sacamos el producto, después fue procesado ha ser arreglado para vender y ahora ya miles de compradores están esperando su porción.

Replico las garras que tengo de uñas en el trono con una sonrisa satisfactoria por los resultados.

—Bueno, eso es extraordinario —contesto—. Cuéntame más.

Acatan mi orden y pasamos aproximadamente una hora conversando del comercio más sostenible que tengo.

Los diamantes son importantes para mí, porque aunque he reinado una nación sola, ya este lugar estaba, sin embargo, la venta de las joyas es otra cosa que yo añadí. Por tanto, me encanta escuchar que cada vez más los vecinos se ansían por comprar mis diamantes.

—Han hecho un buen trabajo, espero que las vacaciones se les den bien —doy final a la reunión.

Ellos asienten agradecidos por la recompensa de su osadía.

—Gracias, majestad —se despiden y se retiran.

Más diamantes, más dinero, todo perfecto por ahora.

Suspiro por un instante, y después me volteo para ver al peli negro que tengo a mi lado.

—¿Qué deseas? —le cuestiono—. ¿Diamante verde? ¿Diamante rojo? Hay mucho por escoger.

Su expresión seria demuestra una leve diversión por mi soberbia.

—No necesito de ninguno —responde con severidad.

Me levanto y rodea el trono para llegar en frente de él.

—Yo sí, uno rojo te daré. —Le sonrío con inocencia—. Para que se note la pasión que te tengo.

Me gusta coquetear sin desvergüenza.

—¿Debería de sorprenderme? —me sigue.

Me acerco y coloco mis manos alrededor de su cuello, pero él no me sostiene como debería de ser, haciéndome fruncir el ceño.

QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora