Capítulo 56

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Leandro.

Dos horas antes.

Ayla hace meses me contó que estaba realizando una nueva práctica con sus lobos. Consistió en que con una sola palabra ellos viajaran hasta los bosques de Nudswood. Entré en preocupación por todas las veces que ella misma los llevó hasta ese lugar, sin embargo, jamás fue descubierta. Simplemente logró lo que deseaba con los lobos y ahora sé muy bien que ha puesto en marcha ese entrenamiento.

Aun así, la preocupación sigue vigente, porque están en guerra. Confío en la experiencia que tiene como guerrera, pero es difícil no dejar de pensar que puede ocurrir una tragedia.

"No te vas a librar de mí tan fácilmente".

Con una leve sonrisa, entro a mi vestíbulo. Trato de distraerme con mi trabajo. Siento mucha tensión en estos momentos, incluso si saldría de mi estudio, el aura del palacio será pesada. Continúo mi trabajo por lo menos dos horas más. Me quito la corbata, pero me quedo con el saco por el frío. Desordeno mi cabello, bastante estresado, y me echo hacia atrás sin lograr concentrarme.

No puedo quedarme aquí sin saber nada de la reina. Necesito saber lo que está ocurriendo en la guerra.

Rápidamente ordeno lo que falta y me alisto para salir de aquí y preguntar a las centinelas cómo está todo en el batallón. Necesito una noticia positiva para aliviarme, aún sabiendo que en tiempo de guerras las buenas noticias son escasas.

Suelto un suspiro y me dirijo hacia la puerta, pero está es abierta por mí antes, haciéndome caminar hacia atrás para permitir la entrada a Samanta, quien viste un vestido negro no muy a su estilo.

Me quedo mirando las hondas de su cabello rubio y su maquillaje la hace ver más madura e intentó verse más intimidante. Sin embargo, para mi concepto, sigue viéndose normal.

El vestido tiene un escote que no llama mi atención, porque dado el diseño del mismo, sé perfectamente a quién quiere imitar.

—¿Samanta? —digo confundido.

Su sonrisa me es extraña, la intenta hacer con coquetería y se acerca a mí.

—Amor —susurra y pone sus manos sobre mi pecho—. Hueles exquisito.

La miro sin entender nada de su actitud. Ella siempre se me acercaba, pero con inocencia. No traía en su rostro tal aura de perversidad, la cual ahora me resulta incómoda. Entonces, con cuidado la separo de mí.

Ella aprieta sus labios al entender mi acción, mas se esfuerza por mantener su sonrisa.

—¿Qué insinúas? —investigo cortante.

Nunca hemos sido esposos tradicionales. No entiendo su afán por conseguir mi atención.

—Nada, amor, solo vine a visitar a mi esposo, ¿acaso no puedo? —responde con un tono molesto.

No me interesa. Necesito saber cómo está yendo la guerra, no estoy para distracciones absurdas.

—Estoy ocupado —respondo.

Quiero ir hasta la puerta, pero Samanta se me atraviesa enseguida. Cuando estoy por reclamarle, siento sus labios sobre los míos. No le interesa si le correspondo o no, porque empieza a mover su boca, queriendo obligarme a algo que no deseo.

Me alejo de ella al segundo.

—¿Qué es lo que te sucede, Samanta? —investigo.

Baja la mira avergonzada. No entiendo por qué está comportándose de esta forma. Fue mi amiga hace mucho, todavía me preocupo por ella.

QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora