Capítulo 3

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El día está soleado. Perfecto para dar un paseo por Gloswo.

Sí, ya sé. Todo mi séquito también se han preguntado el por qué estoy tan obsesiona con ese plebeyo, pero simplemente; no puedo evitarlo.

Rechazó ser mi guardia imperial. ¿Quién me rechaza? Exacto, solo ese hombre que se cree inalcanzable.

Soy una reina imperial. Una líder mundial. Habitualmente obtengo lo que deseo. Ese hombre no será él que marque la diferencia. Por lo mismo estoy aquí, en las calles de Glowso encima de Naiara, esperando que ese atractivo hombre aparezca y así poder charlar un rato con él.

—Majestad —me habla Beatriz—. ¿De verdad espera encontrárselo? ¿No es mejor enviar a una guardiana y traerlo hacia usted?

Sonrío ligeramente. La gente me saluda, mientras pasamos un mercado.

—No. Pensará que estoy aquí por él —aclaro.

Mentí. El día está soleado, sí, pero es porque la noche se acerca. El sol ya está bajando.

—Eso sería muy evidente, claramente —argumenta ella con ironía.

Resoplo y detengo el caballo en una tienda de frutas. Bajo de mi yegua y la vendedora parece emocionada por mi presencia, como los demás, pero mantienen la distancia por respeto y por las grandes guardianas que me respaldan con lanzas de metal y oro en sus manos.

—¿Qué le ofrezco, mi majestad? —pregunta.

Alcanzo una manzana roja. No es fácil adivinar que está bastante jugosa. Le doy un mordisco y mi sonrisa casi es descubierta por los jugos frescos de la fruta.

Le indico a una guardiana que le pague. Continúo curioseando el lugar y una guardiana le da una bolsa llena de monedas.

—Pero esto es más de lo que cuesta la...

—Regalo de su majestad —responde la guardiana.

Me acerco a una panadería comiendo la manzana. La familia me sonríe. Observo el producto y me entran ganas de elegir más de diez panes, pasteles y galletas. Tengo panaderos en mi castillo, pero la comida del pueblo siempre tendrá un sabor único para mí.

Hoy el día está tranquilo. Es tranquilizador cuando los Muscadines me tratan como una más de ellos. Están a mi alrededor, sin embargo, esta vez puedo desplazarme por las calles con facilidad.

—Majestad —me llama una mujer en su tienda de tela.

Me acerco y ella muestra las telas que tiene.

—Son de mi propia granja —explica—. Mis ovejas dan una seda estupenda y de una buena calidad.

Me termino la manzana. La echo en un balde de basura cercano y trago el pedazo de fruta que estaba masticando.

—Envíame las que quieras al palacio —otorgo y con una señal otra guardiana le paga en una gran cantidad de monedas—. ¿Eso es suficiente?

La mujer observa entre sus manos la bolsa sin poder creérselo.

—Más que suficiente. —Se inclina—. Gracias, majestad.

Le doy una pequeña sonrisa y seguiré el camino, pero me devuelvo a ella con discreción una última vez.

—De casualidad, ¿conoces a Zacarías Rymer? —pregunto.

La mujer frunce el ceño un momento, antes de alzar las cejas.

—Sí —responde con un asentimiento—. Lo conozco.

Perfecto.

—¿Sabe dónde está ahora? —cuestiono.

QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora