Capítulo 49

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Me llevó a las afueras de mi palacio. Nos colocamos unos abrigos antes de salir. Ahora solo estamos observando el jardín cubierto de nieve.

Sebastián se mantiene a mi lado. No hemos hablado nada desde que llegamos, pero tiene consigo una sonrisa calmada. Como si el mundo fuera un lugar lleno de paz. Así es como a él le gusta mostrarse con su personalidad tan espontánea.

La brisa del invierno recorre mi cabello y cruza mi cuerpo. Cubro las manos en los bolsillos de mi abrigo para encontrar más calor y luego observo de reojo a Sebas.

Tiene la nariz roja, pero se mantiene firme, ya que, por algún motivo, él quiere escucharme. Sebas me ofrece su confianza y me hace sentir que sí puedo hablar con él. Que no me sentiré oprimida o surgirá algún sentimiento agridulce que me mantiene cerrada conmigo misma cuando me siento herida.

—Tengo un miedo y es mi hermana –confieso—. Los sueños en los que aparece ella jamás son bonitos, jamás son agradables. Me recuerda constantemente que no logré salvarla. Que la tenía de frente y no lo hice. No moví ni un dedo para salvarla. Intento disipar ese trágico pasado y superarlo, pero cada vez se vuelve peor. Cada vez más entra en mi mente y me mortifica, como si mi cabeza quisiera obligarme a entender que jamás podré olvidarlo. Porque fue gracias a mí que murió.

Suelto un suspiro profundo. Es liberador decir todo aquello, sin embargo, duro a su vez. No es fácil decir que no salvaste a tu hermana. Que fuiste una cobarde y solo miraste cómo ella moría sin hacer nada al respecto.

—No es miedo, es culpabilidad, Ayla —habla francamente y se coloca frente a mí—. Sientes tanta culpa en tu interior que lo único que hace tu cabeza es mezclar momentos lindos con tragedias innecesarias. Es normal en cierto sentido, porque no has encontrado la manera de superar la muerte de la princesa y sanar.

Sé que es culpabilidad, pero odio, odio rotundamente que esa culpa no me permita vivir. Es difícil y estresante tener esa campana, que cuando estás siendo feliz, suena y te hace recordar lo que has estado intentando olvidar desde hace ocho años.

—Sanar —murmuro la palabra y me echo una pequeña risa—. Suena tan estúpidamente fácil, pero ¿por qué no lo es?

Sebas da un paso más cerca. Su rostro serio es desacostumbrado, sin embargo, él lo único que hace es señalar todo mi castillo.

—¿Cómo conseguiste ser la reina imperial? —pregunta.

—Me esforcé.

Aplaude emotivo y me señala varias veces.

—Ahí está —exclama—. No ha sido fácil porque no te has esforzado. Claro, no te presiono, pero para sanar, debes ser firme contigo misma y esforzarte. Entender que la vida continúa y mantener más de un objetivo visible para el futuro, Ayla. La solución está frente a tus ojos, solo debes de encontrar la forma de vencer esa culpabilidad y seguir con tu vida sin remordimientos.

Guardo silencio por un momento.

Tiene razón, pero me molesta no tener control con lo que pienso y siento. Controlo un imperio, controlo el mundo, ¿por qué diablos no me puedo controlar a mí misma?

—Gracias —Le sonrío—. Y perdón por preocuparte. Hoy es un día horrible.

Me devuelve la sonrisa y rodea mis hombros, negando con la cabeza, bastante despreocupado.

—No hace falta pedir perdón. Solo quiero que estes bien —aclara—. Además, no solo soy el amigo gracioso, también sirvo para dar soporte a mis amigos, ¿entendido?

Medio resoplo como respuesta, pero Sebas es así. Nos conocemos hace poco, mas siento que lo conozco de toda la vida y eso nos ha ayudado a empatizar con mucha más rapidez.

QUEEN OF DARKNESS (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora